Conociéndote Cuando Menos Lo Esperaba

C A P I T U L O 26

Estaba en un punto en donde ya la vida no tenía sentido, no pensaba en suicidarme pero que si pasara algo, como que este bus chocara con otro o algo por el estilo. Pero también pensaba en irme de Liberia e incluso, de Guanacaste para alejarme de todo y del todo, de las personas, familiares y todo lo que tenga que ver con Guanacaste y buscar otros aires. Pero estaba tan destruida que ni ganas de hacerlo me daban y solo quería cerrar los ojos para no abrirlos nunca más.

Estaba lista para ir al colegio, lo más probable sería la última vez que vendría. Mi mamá iba a llevarme pero aún seguía molesta con ella, entonces fui a esperar el bus del colegio fuera del barrio. En todo el recorrido mis ojos apreciaban Liberia con amor y llenos de hermosos momentos, incluso malos, pero solo me despedía de la ciudad que me vio crecer. Hoy era un día muy pero muy frío, la lluvia y el viento estabas bastante fuertes, e incluso el aire acondicionado del bus estaba en máximo, tuve que abrigarme con mi suéter. Cuando llegué al colegio, lo primero que hice fue acomodar mi silla pegándola a la pizarra viendo hacia afuera para hacer el examen de hoy. Estaba yo sola repasando la materia hasta que sonara el timbre y llegaron mis compañeros junto Alexander al salón, no alcé la vista del cuaderno para que nadie me molestara creyendo que estaba repasando, pero en realidad era para que nadie viera la tristeza en mis ojos.

El examen era de siete páginas, como lo había dicho Alexander, no había la materia que había estudiado muy poco « gracias a Dios » pero mayormente el examen trataba de las guerras mundiales y revolución Rusa. Los minutos pasaban y mi mano no aguantaba más, quería parar de escribir pero aún me faltaban cuatro páginas por responder.

Pero cuando logré terminarlo, le hice un chequeo, al parecer todo estaba bien, excepto de seis preguntas en blanco, que era lo único que no logré estudiar en la tarde y noche por culpa del llanto y la pequeña discusión de mi madre.

Alexander recogió los exámenes cuando sonó el timbre, todos salieron menos yo, estaba con los audífonos en mis oídos, no había escuchado el timbre, mucho menos vi a mis compañeros irse por tener la mirada baja y pensar en otras cosas.

Alexander alza la vista desde su escritorio y a lo mejor notó mi presencia. Lo miré con el cabello a mitad del rostro. Él me regaló una sonrisa pero yo ni si quiera di un parpadeo. Él se levanta de su silla de su escritorio, caminó con las manos detrás de su espalda, estaba silbando y haciéndose de que no me había visto, cuando de la nada me da un fuerte abrazo besando mi mejilla para luego llegar a mis labios, entre risas de aleja de mis labios y se sentó en mi escritorio, sin alzarlo a ver dejó de reír

—Algo te pasa, te conozco, te veo decaída.

Agarra la silla de la mesa del frente y se sentó mirándome.

—No te ríes, no sonríes, mínimo me miras, dime que pasó, preciosa. Confía en tu novio —coloca mis manos en sus mejillas.

« Sí algo me pasa, te voy a extrañar mucho y perdóname por hacerte sufrir»

—No me pasa nada, Alexander.

Tomé mi mochila y salí del salón dejándolo solo. En todo el día me permanecí alejada de todos, escondida para que nadie me encontrara y con el teléfono apagado para que nadie me llamara para saber en dónde estaba metida, como mínimo dejarme ver en las horas de clases.

En el almuerzo, me fui a las mesas de cemento que estaban detrás de la biblioteca. Mi padre me había traído el almuerzo comprado en McDonald's. Cuando él vino a dejármelo, yo lo recibí con una sonrisa en el portón del colegio para que no notara mi depresión, nunca lo había visto sonreír tanto en mi vida, incluso su abrazo se me había hecho eterno, no podía creer que había una gran probabilidad de que nunca lo volviera a ver, ni él a mí.

Alexander llegó con una bandeja con su almuerzo y se sentó en donde yo estaba, me sonrió pero solo baje la mirada.

—Te quiero hacer compañía. No es necesario que me expliques tu tristeza.

—No es necesario que finjas que no sabes, a lo mejor llamaste a mi madre o ella te llamó para contarte lo que pasó.

Alexander se muerde el labio de abajo y luego colocó su mano sobre la mía.

—Quiero ayudarte, darte mi punto de vista. ¿No crees que estás exagerando solo un poco? Pero tampoco fue correcto la reacción de tu mamá, ella solo te estaba ayudando.

—No solo me afecta lo que sucedió ayer, sino que todo. La separación familiar, peleas, la muerte...

Alexander suspiró mirando nuestras manos, él acariciaba las mías, tenía unas manos suaves y lindas. Alzó la mirada y dijo:

—En la vida hay que aprender que la vida no es como uno quisiera, sobre todo cuando se tratan de las personas queremos tener en nuestra vida pero ellas ya no quieren estarlo en la nuestra y no nos permite estar en la vida de ellos tampoco. Ya sea amigos, pareja o familia, hay que ver la vida... como en realidad es. Nos tenemos a nosotros mismos para impulsarnos a nosotros mismos, para querernos, amarnos, valorarnos, cuidarnos. Tenemos que aprender no depender de los demás en sentido emocional.

—Alexander...

Alexander me interrumpe estirando su mano mostrando su palma para que no lo interrumpa y siguió diciendo:




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