Conociéndote Cuando Menos Lo Esperaba

C A P I T U L O 30

Joisbell Francela
 

Abrí los ojos, la luz blanca me cegaba y volví a cerrar los ojos hasta que se acostumbraran a la luz. No me sentía en mi cama, mi cama no era dura, miré el techo tenían bombillas blancas y un cielorrazo que no era el de mi cuarto. Me senté y me había dado cuenta que estaba acostada en el piso, el suelo estaba muy frío. Estaba acostada en medio pasillo de hospital y me levanté de inmediato, traía puesto una pijama blanca que ni si quiera era mía que yo recordara. Tenía el cabello suelto —como siempre, entonces no me sorprendía— mi padre, el tío de Alexander, mi tío que era esposo de la hermana de mi madre, se encontraban sentados en una banca, mi padre se veía angustiado ¿Por qué estaban los tres juntos?

—Luis Miguel ¿no queres algo de comer?

—No, más bien ahorita me iba a la casa de mi mamá a descansar y venir temprano mañana.

—Bueno pues, buenas noches.

—Buenas noches —Se levanta de la banca.

—Papi ¿por qué estamos aquí? ¿Qué pasó? —coloqué mi mano en su hombro.

Mi padre siguió caminando como si no me hubiese escuchado ni sentido mi mano. Volteo a ver a mi madre que estaba con mi tía y con la madre de Alexander. Mi madre tenía los ojos rojos de tanto llorar.

—Voy a ir a la casa a descansar. Cuídela, por favor.

—Claro, Melania ¿no prefieres que te vaya a dejar?

—No, está bien, ya Luis Miguel me había dicho que él me iba a ir a dejar.

—Está bien, con cuidado y cuídate.

—Gracias.

—Mami —corro poniéndome frente a ella— ¿Qué pasa?

Mi mamá me traspasó como si fuera ¿un fantasma? ¿Acaso había muerto? Me asomé por una ventana y estaba Alexander sobre una camilla abrazando a una persona ¿seré yo?

— ¿Qué está pasando? —Tomo el hombro de Nora— señora Nora ¿puede oírme?

—Me tengo que ir, llego mañana a ver como está. —Dijo mi tía mientras mi tío la abrazaba de los hombros.

—Está bien, yo me quedaré a cuidar.

Mis tíos se van dejando a Nora y a Tomas solos. Necesitaba saber si esa era yo. Un doctor se acercó a la puerta con una llave y abrió la puerta ¿porque tenían a Alexander encerrado en el cuarto? El doctor se fue, Nora y Tomas entraron a la habitación y entré con ellos. Me acerqué en donde Alexander y pude ver que era yo quien estaba en la camilla, di un salto hacia atrás de susto.

— ¡No puede ser! ¿Estoy muerta?

Cerré los ojos evitando las lágrimas, tratando de recordar lo que había pasado, pero no recordaba muy bien, solo recordé que iba caminando en la salida con mis amigos.

—Alexander, ten fe, no seas negativo y no recuerdes en ya sabes quién.

—Tengo miedo que pase lo mismo, mamá.

« Es cierto, Catalina »

—Alexander, no te lastimaría así, no tengo razones de irme, vos me ayudaste a salir adelante ¿recuerdas las palabras que me dijiste en almuerzo?

No sé porque le hablaba, si ni si quiera podía escucharme.

—Alexander, me quedaré a cuidarla, debería irte a casa a descansar.

—No me voy a ir, mamá. Quiero quedarme con ella.

Pobre Alexander, me sentía culpable de que se estuviera desvelando por mi culpa, quien sabe qué tontería hice para acabar así.

—Mamá, no debí irme a trabajar, tenía que irme con ella. No estaría en coma.

— ¿En coma? —me cubro la boca.

¿Cómo que estaba en coma? ¿Acaso intenté suicidarme? Que habré hecho, Dios mío ¿Qué locura habré hecho?

Empiezo a estresarme mientras las lágrimas caían por mis mejillas, la máquina que mostraba mi ritmo cardiaco empezó acelerarse y a sonar rápido.

—Joisbell ¡No te mueras, por favor!

El doctor entró corriendo a la habitación sacando a los tres de la habitación mientras Alexander gritaba mi nombre, me destrozaba verlo así. Una enfermera que había entrado después, inyectó en el suero un calmante haciendo que la aceleración cardiaca volviera a controlarse.

—Tranquila, Joisbell, ya estás bien. Si puedes oírme, eres una chica fuerte para seguir viva después de que hayan atropellara ¿sabes cuantas personas mueren al año? ¿Cuántas personas son apuntadas de las piernas? Eres una muchacha con mucha suerte.

« ¿Cómo que me atropellaron? »

Cerré los ojos y recordé lo que había pasado, me había sentido mal que unos de mis primos me había ignorado los mensajes y que me haya bloqueado. Empecé a llorar más y a pensar en tantas cosas negativas. Empecé hasta decirme a mí misma que era lo mejor de estar fuera de mi cuerpo e irme de este mundo.

Pero de la nada llegaron las sabias palabras de Alexander que me había dicho en el almuerzo del colegio. Ya ni si quiera sabía que pensar. De un lado deseaba irme y por el otro no quería dejar sola a mi madre ni lastimar a Alexander.

Empezaba a estresarme que ni si quiera me quería ver en esa cama de hospital. Salí del cuarto y corrí hasta llegar a las escaleras, bajándome rápidamente corrí por ese mismo pasillo en donde lloré tanto una vez en la madrugada por mi abuela. Salí del hospital, estaba en el lado de emergencias, hacía mucho frío afuera, miré el teléfono del guarda, eran las dos de la mañana.




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