Conquista A Un Millonario

CAPÍTULO 1

Camino rápidamente bajo la lluvia, justo hoy el cielo tenía que romperse en pedazos. He tenido el peor día de mi vida, realmente que ya no se que hacer cuando esas chicas se presentan frente a mi y me piden ver al maldito mujeriego Hades Hamilton que las engaña para sólo tener sexo con ellas a cualquier hora. Hoy era uno de esos días en los que me terminaban golpeando sólo por negarles la pasada a las oficinas de los señores Hamilton.

Mi celular suena justo cuando voy a dos cuadras de mi departamento, ojalá no sea la secretaría de Hades nuevamente porque no tengo ganas de volver por segunda vez para darle lo que el Señor quiere. Por suerte sólo se trata de mi hermana, Karol, ella es mi copia perfecta en lo que es el físico aunque es un poco más baja de estatura, pero social y psicológica no somos ni parecidas, somos opuestas en ese sentido y en cuanto a vida también, cada una vive su mundo.

—¿Aló?

¿Te falta mucho? Tenemos hambre.

—Voy llegando. 

Bueno. Te vamos a esperar.

Corto la llamada y vuelvo a guardar mi celular en el bolsillo de mi chaqueta que por suerte es resistente al agua y así mantengo a salvo el uniforme del trabajo. Entro a mi edificio y puedo ver a Bertram (El conserje) quien me pasa una toalla de inmediato para poder secar mi cabello y mis piernas.

—Es un temporal — llama al ascensor por mi.

—Sí, parece que el cielo caerá.

—Ojalá no vaya a coger un resfrío.

—Es lo que menos necesito.

Las puertas del ascensor se abren, dentro y le devuelvo las toallas antes de que las puertas se vuelvan a cerrar. Presiono el piso al que voy y la caja metálica comienza a subir lentamente, por alguna razón ya no odio tanto los ascensores, cuando era pequeña los odiaba con todo mi ser, tal vez porque fue el lugar en donde nos abandonaron.

Las puertas se abren apenas el ascensor se detiene, salgo y me apoyo en la pared para poder quitarme los tacones que me están matando. Camino por el pasillo hasta llegar a la puerta de entrada del departamento que tengo desde hace algunos meses, más bien, desde que comencé a trabajar en la empresa Hamilton. En un principio lo compartía con mi hermana, pero luego ella se fue a vivir con su mejor amigo y mi sobrino al departamento de él luego de haberse divorciado, pues su ex la tenía amenazada, de hecho vino varias veces aquí a buscarla.

Dentro del departamento me encuentro con la linda sorpresa de que compraron pizza con piña, odio la piña y tampoco la soporto en esa delicia italiana. Me quito mi chaqueta y la dejo en el armario junto a mis tacones. Paso al baño mientras les enseño el dedo medio, los odio, sobretodo cuando tengo malos días. Una ducha siempre es necesaria para borrar los malos rastros. Luego de algunos minutos bajo el agua tibia salgo y me seco  con una toalla. 

Salgo del baño y paso directo a mi habitación llevando mi uniforme conmigo, esto de tener que vestir de cierta manera me está volviendo loca. Busco una camiseta y un short cómodo para poder comer con mi familia.

—¿A qué se debe esta cena? — pregunto mirando las pizzas y cervezas.

—¿Cómo sabes que esto no es algo normal? — pregunta Blake haciéndose el desentendido.

—Karol estudió Medicina y poco más tiene un menú que nos mide exactamente cuántas calorías consumimos.

—Lo hago por ti y tu vida de escritorio completamente sedentaria — protesta Karol a lo que ruedo los ojos.

—Bien ¿Entonces?

—Tengo nuevo trabajo — dice mi hermana feliz y aplaudiéndose a sí misma.

—Te felicito, pero odio la piña.

—Pero amas la cerveza — dice Blake mientras me tiende una botella que el mismo destapó 

Hacemos un brindis chocando las cervezas y espero a que el chico le quite los trozos de piña a mi porción de pizza. Sí lo sé, es algo estúpido pero por algo quiero a ese chico para mi hermana, cuando están juntos me dan ganas de vomitar por tanta azúcar que irradian y eso que solo son amigos desde siempre, aunque se que él está loco por ella.

Comienzo a cenar mi deliciosa pizza que ahora NO tiene piña, llevo 2 cervezas y 3 es mi límite cuando se que al día siguiente tengo que trabajar. Estoy agotada de pies a cabeza y literalmente hasta mi cabello se siente cansado, con esos mechoneos por parte de la rubia estúpida que no entendía que el Señor Hades Hamilton estaba follando con otra.

Mi celular comienza a sonar, ruego a todos los dioses que no sean insistentes porque ya no quiero contestar si se trata de hacer algo por alguien que no sea yo. Me levanto y camino hasta mi chaqueta que era en donde estaba mi celular. No me sorprende que sea alguna de las secretarías o asistentes de algún Hamilton.

Señorita Green comienzo a grabar ya que por el “Señorita” puedo notar que es asunto de trabajo y con las grabaciones luego puedo tener respaldos.

—Señorita Peterson — saludo.

¿Usted está en su casa? 

—Sí — digo algo confundida.

Me disculpa por llamarla en este horario, pero es que el Señor Hamilton necesita unas nóminas y me enteré de que usted tiene llaves para ingresar al último piso de la empresa para acceder por la puerta de servicio.

—Si. Pero yo no te puedo pasar esas llaves — digo nerviosa y mordiendo mis uñas de poligel con la manicura perfecta.

Por eso mismo pensaba en pasar a buscarte si es que no es problema.

—Bueno.

En 15 paso por ti dice aliviada.

—Me parece bien.

Nos vemos.

Corto la llamada y corro a mi habitación a buscar algo de ropa para salir de las comodidades de mi hogar. Busco un jeans y una sudadera, me los pongo sobre lo que estoy usando. Busco unas zapatillas y decido salir con eso. Busco las llaves y mi credencial para poder pasar por las puertas de servicio, las guardo en el bolsillo junto con mi celular.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.