Conquista en el Hielo

Capítulo 5: Dante

1 de enero de 2018 - Aeropuerto Internacional de Denver

Con una pequeña mochila en mano, estoy en el área de arribos apunto de llamar a la tía Rita pero veo a un señor de pelo negro y con casaca de cuero que sostiene un papel con el nombre de “Dante”. Asumo que es algún enviado por la tía.

Me hace un saludo a la distancia y me acerco a él.

 

- Hola...

- Que tal Dante, tu tía se disculpa por no venir pero como todo fue tan repentino. Yo soy Ian, el esposo de tu tía Rita - me extiende su mano y yo la acepto.

- ¿Esposo?

- Supongo que no sabías pero espero conocerte y llevarnos bien.

- …

- Bueno, el auto esta un poco lejos así que vamos. No pude conseguir un mejor lugar en el estacionamiento a pesar de que es nuevo año.

 

Quien pensaría que un primero de enero por la mañana, el aeropuerto estaría tan lleno.

El camino a casa de la tía Rita es silencioso, con la radio de fondo. Después de ver solo carretera, vecindarios empezaron a aparecer pero no era como la última vez que visite a la tía.

 

- No es la casa que recordaba - digo.

- No hicimos una gran boda, de hecho solo fuimos los dos y los testigos. Después de eso decidimos comprar una casa y henos aquí. Tiene un genial cuarto de invitados.

 

Saliendo del auto, veo a una chica pelirroja, claramente parecía una deportista seria o como las chicas que van todos los días al gimnasio, corriendo por la calle, personalmente soy adepto al ejercicio pero diablos, no un primero de enero que cae sábado. Pero ella estaba sonriendo, miró su reloj y su sonrisa se hizo incluso más grande, para mi sorpresa entro a la casa que estaba en frente. Que chica interesante, mi instinto me decía que debía conocerla. No soy de las personas que esperan, al parecer no iba a estar aburrido.

Entro a la casa y mi tía Rita me recibe con un gran abrazo. No lo esperaba.

 

- Lo siento muchacho, estoy escribiendo como loca. La fecha de entrega de mis escritos está a la vuelta de la esquina. Verás que ni fiesta de año nuevo tuve.

- Si, hola tia Rita.

- Tu madre me llamó y me dijo lo que pasó y que ya estabas en camino. Después de todos estos años en los que omitía por completo mis invitaciones, de verdad estoy feliz de que hayas venido.

- Ven conmigo muchacho, te mostraré la habitación de invitados - dice Ian

- Ya tendremos más tiempo para hablar en el desayuno. Es temprano, anda duerme un poco.

 

Ian me muestra la habitación y luego se despide, había una cama, un televisor y un armario. Nada ostentoso pero se sentía diferente, en especial por el color celeste bebe de las paredes. Deje mis cosas y miro mi alrededor. Luego observo desde la ventana que tiene el cuarto. Tiene vista a la calle principal y pienso que quizás, pueda ver a la chica pelirroja que vi al llegar. Ella simplemente captó mi atención.

Duermo un rato pero el destino me juega una mala pasada, empiezo a tener la pesadilla, la misma de siempre, estoy atrapado, sin poder moverme, siento frío y me duele el estómago. No me puedo desatar de ningún modo, pero esta vez mis padres me están mirando y tampoco hacen nada.

Me despierto sudando hasta la médula, lo mejor fue ir a tomar una ducha y recuerdo que no tengo ropa, lo único que mis padres se molestaron en empacar fue mi teléfono, mi billetera y una casaca para la nieve.

Llamo desde el baño:

- ¡Tia Rita!, ¿Podrías hacerme un favor? - Escucho pasos aproximándose y asomo mi cabeza por la puerta un tanto avergonzado.

- Si, dime - dice mi Rita con una voz maternal

- ¿Podrías decirle a Ian si me puede prestar pantalones y polos?, solo hasta que pueda conseguir que traigan mi ropa

- Está bien, en un momento los traigo.

 

La tía Rita me trae unos buzos que son de ayuda para alguien quien no tiene nada que ponerse pero me causa gracia el hecho que me hacen ver como un viejo entrenador de los años 80.

Servirá por unos días. Le envío un mensaje a Kurt:

"Espartano ten en una maleta la ropa que tenia en tu casa. Hubo un cambio de planes, te enviare la dirección luego."

"Hecho"

 

Durante el almuerzo que se puede considerar casi cena hay pavo con muchas ensaladas y descubro que Ian es un aparente buen cocinero y a pesar de ser solo tres personas incluyendome, la casa se siente llena y quizás un tanto sofocante. Su ambiente por alguna razón me hace sentir incómodo. 

 

- Saldré a caminar un rato. ¿Habrá cerca un parque?

- Si, a cinco calles por la zona derecha hay un parque, te encantará.

 

Ya que estaba en buzo, y recordando el ejemplo de la chica pelirroja, pienso en el ejercicio por primera vez un primero de enero. El parque tenía cierto encanto todo blanco por la nieve y solo corro, solo pensando en su complemento, negro; para no pensar otras cosas.




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