Meses después.
Pascuas...
Las pascuas en París habían llegado y como de costumbre las personas iban con canastas llenas con huevos de chocolates.
— Tengo el presentimiento de que este día será un poco diferente — digo para mí misma. Estaba en una plaza que se situaba cerca de mi departamento, este día era festivo y no iba a trabajar hasta el día siguiente.
Observo a dos niños llenos de chocolate disfrutar de este día donde sus padres permitían el dulce sin reproches. Me pregunto que estaría haciendo si estuviera en mi país, seguro estaría en la playa con mi familia, en estás épocas viajabamos y disfrutando del rico mar.
En mi celular buscaba Instagram donde con lágrimas en los ojos miro a mi familia publicar imágenes que causaron una inmensa nostalgia.
El año anterior había pasado este día con Camile y su familia en una localidad no muy lejos de París; fue asombroso, todo era verde y tranquilo, tan relajante y la comida estupenda.
Detuve mis pensamientos cuando la presencia de un hombre a mi lado se manifestó. Una que llevaba meses sin presenciar, real él Gerard, el mismo francés con el que me llevé una tremenda decepción.
Pero ¿Qué hacía en este lugar? ¡Y en pascuas! Debía haber estado rondando por ahí, y de casualidad llegó hasta mi lado. ¿O no? No importaba, él estaba a mi lado llevaba puesto unos lentes de sol e iba vestido con bermuda, camisa blanca, y zapatos deportivos.
Se quita los lentes, permitiéndome ver sus lindos ojos azules. Él sabía que era guapo, usaba su encanto en mi pero ¿Con qué propósito? Ya me había dejado en claro que no quería nada conmigo.
— Bonjour, mi Lady.
Odio que eso sonara tan atractivo, su acento francés. Pero eso no importaba ahora lo observo con una mirada de pocos amigos — ¿Se te perdió Camile Gerard?
Él asiente con media sonrisa.
Tuve que respirar hondo y fingir que no me seguía doliendo aquel rechazo, aunque ya era tarde porque ya había dejado en claro, que lo seguía teniendo presente.
Lo último que supe después de renunciar a la cafetería era que ellos dos habían estado saliendo por un tiempo, pero perdí contacto con Camile y no supe más sobre ellos dos.
— Hola a ti también —bromea —, supongo que no has vuelto a hablar con tu amiga, siento mucho que por mi culpa se dejaran de tratar...
Mis ojos ruedan con ironía — no fue por tu culpa.
Él levanta una ceja — salí con ella por un tiempo, siempre habló bien de ti también me contó que no le volviste a hablar y que cambiaste de número, recuerdo pensar que eso fue muy inmaduro de tu parte.
— ¿Qué te hace creer que cambié mi número por no contestarle a Camile? Baja de esa nube, ¿sí? Tú no sabes nada de mi vida por lo tanto, no opines.
Él asiente y tensa su mandíbula — ¿Por qué te comportas a la defensiva?, no te he hecho nada.
Yo tuve que cerrar los ojos e imaginar cosas agradables. Entonces, dejo escapar el aire que llevaba contenido, y agrego a la conversación — no es... mi mejor día.
Gerard observa mi entorno incomodandome un poco — en pascuas, deberías estar feliz. Hoy seguro cenaras algo rico con tus amigos o familia.
Claro, sobre todo "familia", pienso y entonces, recuerdo que pronto recibiría una videollamada de mi familia preguntando cómo iban las pascuas en París, pues el año pasado ellos se sintieron felices de que yo estuviera pasándola bien con mi amiga, pero este año, me encontraba sola y ellos lo sabrían. Seguro mis padres me pedirán que regresara a casa, pero eso no era lo que yo deseaba. ¿Regresar sin nada como me fui? No, no claro que no.
— No tengo amigos —confieso a mi pesar —, solo compañeros de trabajo con los que casi no socializo, mi familia se encuentra al otro lado del mundo, ya puedes burlarte de mi.
Gerard se queda en un silencio que me comienza a irritar.
— ¿No vas a decir nada? Bien, ¿por qué estás aquí? La última vez que te vi no pensé que te volverías a acercar a mí.
Él me echa una mirada y mi primer pensamiento es que soy objeto de su burla interna.
— De hecho, sí me acerqué por algo — bufo sabiendo que claramente era por algo— yo quería, decir que...
Mi celular timbra y yo tuve que taparle sus labios, con mis dedos de mi mano. El francés, se quedó estático por ese repentino movimiento pero debía calmarlo.
— Es mi familia... Ellos piensan que debo estar pasándola bien, no saben que me he quedado sin amigos, no tengo vida social y seguro me pidan que regrese y para ser franca, llevo rato pensando en esa idea...
— ¿Vas a contestar? — averigua él con ironía y yo observo la pantalla del teléfono dudosa.
— Lo haré... Claro, que sí — deslizo el dedo en la pantalla táctil y puedo observar a mi familia que se reunía para hablar con conmigo padres, abuela y hermano.
— ¡Christina! ¿Cómo estás hija? Te echamos de menos otro año en la playa. Sabes, hemos venido en familia y recordamos las veces que nos acompañaste, te extrañamos, pero sabemos que debes estar pasando un feliz día de pascuas, como le llaman allá a la semana santa.
Yo no respondía solo observaba a mi familia decir lo mucho que me extrañaban y decir lo bien que se sentían orgullosos de tenerme a mi cumpliendo mis sueños en el extranjero.
— Oye, hermana, ¿dónde está Camile? —preguntó imprudente hermano menor. Él desde que conoció a Camile, por una videollamada no paraba de preguntar por ella, pero ya no se encontraba cerca.
— Camile, no se encuentra — respondo un tanto nostálgica.
— Ah, ¿no? — dijo mi abuela —. Mi niña, ¿y con quién estás este día festivo?
Me quedé sin habla, ahora debía confesar que estaba sola, pero les diría que estaba bien, que no se preocuparan tal vez les mentiría diciendo que por la noche saldría a ver una ópera o algo por el estilo, de hecho en todo este tiempo en París no había visitado las famosas presentaciones de operas en la ciudad del amor... Pero amor para los demás, no para mí.