Di un respingo en cuanto escuché la puerta — ¡Debiste decir algo Christina! — brama molesto el francés yo solo ruedo mis ojos.
indignada.
miro a Gerard con la esquina del ojo, era notorio que se encontraba ofuscado, por la manera en la que peinaba su alisado cabello hacia los lados con ambas manos — ¿Ocurre algo? — me pongo de pie no iba a seguir ahí aguantando el mal humor de Gerard, tomó el abrigo y mi bolso dispuesta a irme.
— ¡¿Tenías que hablar?!
— ¿Disculpa? ¡A mi no me alces la voz! —digo señalando con el dedo al amargado — yo quería irme y te lo dije antes de iniciar tu teatro, pero el señor tengo todo bajo control insistió en quedarse — replico con sarcasmo.
No le agradaba en absoluto el tono que usaba con él, tampoco me importaba, para él había sido todo un desastre y según Gerard yo tenía la desfachatez de culparlo a él por todo, cuando la culpa la tenía yo por mi melosa y sobrecargada actuación.
«¿Desde cuándo un duende como ese le había levantado la voz? Jamás» — ¿A dónde vas mujer? Es más de media noche... — inquiere Gerard yendo tras de mi.
— A cualquier lugar donde no estés tú Gerard, enserio no se cómo pude fijarme en ti cuando ibas a la cafetería. ¡Dios debí estar demente! — espeto molesta con un tenue tinte rosa en mis mejillas, lo noto al mirar mi reflejo en un espejo.
— Bien, Christina — detiene mi huida tomándome del hombro, da una bocanada de aire; aceptando que en ese momento no estaba siendo racional, en su defensa no había sido una noche fácil — odio que las cosas se salieran de control has improvisado muchas cosas que pudieron salir mal, definitivamente no eres fácil de controlar.
— Disculpe capitán mi improvisación — digo rodando los ojos.
— Escucha Chris —volvió a decir —, No fue intencional alzar la voz, es solo que no ha sido una noche fácil... además ya viste a mi familia y sabes cómo son...
Me di la vuelta buscando el rostro de Gerard. Su padre no me pareció una mala persona, pero no podía decir lo mismo de su madre que desde que llegamos a la mansión, esa mujer no dejaba de hacer comentarios con doble intención. Ademas su miradas decía casi gritando lo mal que le había caído a esa señora. De sus hermanos no había mucho que decir, pues Sebastián apenas y habló, pero Gabriel, ese era demasiado burlista y sus comentarios eran de mal gusto.
— Esta bien, Gerard —extiendo mi mano derecha—, hagamos una tregua, sí.
— Tregua... — repetió el francés confundido por lo que acabo de proponer.
— Mientras estemos en casa de tus padres seamos una pareja que derrame mucha miel y así no les quede ninguna duda de que somos pareja, una muy feliz y enamorada pareja... y tanto, que besarias el suelo que yo piso — comentó esto último, con sarcasmo.
— Está bien — secunda Gerard estrechando mi mano de su "novia" en un trato de media noche —, podemos ser una pareja Christina, pero sin tanta miel, ni adulación y nada de cursilerías.
Reía ante el gris e inexpresivo francés, de donde yo vengo siempre se era afectivo con esa persona especial. Cuando conocí a Gerard quedé con la boca abierta llegando a soñar despierta viéndome casada con ese francés. Ahora que lo conocía me había llevado una decepción, lo que Gerard tenía de apuesto, lo tenía de frío y apático, nada que ver con ella.
— Y eso, que los franceses son los románticos...
Él quiso dibujar una sonrisa en sus gruesos y carnosos labios, más no me permitió gozar de esa dicha.
— Ya es tarde, lo mejor es que te duermas —dijo ignorando el comentario.
observo la habitación y mi atención fue a la única cama del lugar y me pregunto, ¿cómo dos dormiríamis en la misma cama? Gerard fue al baño al salir salió con un pantalón de pijama negro y una camiseta de igual color, pero yo aún seguía estática en el mismo lugar.
— ¿Ocurre algo? —inqueria Gerard adentrándose en la cama.
— ¡¿Dormiremos en la misma cama?! —cuestiono con exaltación en mis palabras para resaltar lo obvio.
Él solo se encoge de hombros, no entendiendo cual era el problema en dormir juntos.
— Christina... no veo algún problema en dormir juntos, ademas si tanto te incomoda puedes poner almohadas en medio —resolve Gerard con simpleza haciéndome ver como una exagerada.
— Bien, tú ganas... —llego a la cama quitándome las botas, pongo un par de almohadas en medio de ambos para luego cubrirme con las cobijas —, buenas noches.
Gerard se remueve en dirección a mi, me mira arqueando una ceja con la mano apoyada en su mejilla — ¿Y vas a dormir así? — cuestiona con simpleza.
— ¿Así cómo? — respondo confusa por la pregunta del francés.
— Eh... pues, con esa ropa puesta, ¿no estás incomoda?
— No tenía planeado quedarme aquí Gerard y no voy a quedarme en ropa interior contigo en la misma cama — blanqueo mis ojos resaltando lo obvio.
Gerard se levantó de la cama, yo solo le sigo con la mirada, fue al armario, solo atino a pensar que el comentario le había enojado.
— Toma — dice sacándome de mis pensamientos.
Arroja una camiseta igual a la que él cargaba puesta, yo tomo la camiseta en el aire musitando un «gracias» al francés, acto seguido me meto al baño para cambiarme de ropa.
Gerard ha vuelto a la cama cuando regreso, lo veo con el celular en la mano al verme desvía la vista del móvil — 1:15 AM — dice soltando un bostezo.
— Ya estoy lista — digo saliendo del baño con la camiseta puesta, era extraña y a la vez incómoda la manera en la que Gerard me miraba.
— ¿Eres modelo? Así parece qué caminas hacia la cama como si estuvieras en pasarela.
¿Qué onda con las latinas?
Gerard vuelve a dejar el teléfono en el buró, centrando su atención en mi, frente a la cama.
La camiseta que me prestó a me tapa las rodillas, aquella prenda me queda enorme.
— ¿Qué miras tanto? —pregunto dejando ropa encima de un gavetero, para luego meterme a la cama—. ¿Nunca has visto a una mujer usando tu ropa?