Holi lamento la demora mi teclado no anda bien y cambie de teléfono y ahi tenia muchas cosas, espero les guste el capitulo y sea se su agrado el cambio de narración.
Al salir de la tienda Christina fue directamente al estacionamiento e iba con un atuendo informal que constaba de una blusa azul celeste de algodón con un estampado de pequeñas flores blancas, unos pantalones de mezclilla azul claro y tennis blancos, su ondulado cabello castaño danzaba suelto destacando su rostro enmarcado con dos mechones que hacía ver su rostro más tierno.
La latina se adentró al auto y tiró las bolsas de compras en la parte trasera, llamando la atención de Gerard. En cuánto a este francés; él posó la vista en la mujer a su lado con una ceja levantada.
— Por lo visto, trajiste muchas cosas — comentó con una media sonrisa.
— Lo necesario cariño —respondió con sarcasmo y una linda sonrisa de suficiencia, haciendo énfasis en la palabra "cariño"—, por cierto aquí está tu tarjeta, gracias.
Gerard tomó la tarjeta y al momento sin querer sus dedos rosaron los nudillos de Christina y de inmediato alejó su mano.
— No es nada Christina, es necesario que estés cómoda estos días que te quedas conmigo en casa de mis padres.
— Si, es cierto — secundó Christina, perdiendo su vista en el camino, el que Gerard quitara su mano apenas hicieron contacto físico, era una clara señal de que nunca se fijaría en ella; la manera repelente en la que la trataba era la muestra suficiente de que no se fijaría en ella. «Solo es educado y amable para aprender un idioma, no le interesaste nunca», reprochó su conciencia.
— Christina — buscó su atención —. ¿Cómo es la pascua en tu país?
La pregunta llenó de nostalgia a Christina, hace ya casi cinco años que no estaba en casa.
— Pues, es un poco diferente, no comemos carnes, más que el pescado y pollo, unos visitan templos y otros van a la playa, esa parte me encanta Gerard. En mi país hay playas hermosas, con arenas blancas y muy suaves de aguas cristalinas, unas turquesas y otras azules... — en un momento dado parecía que estaba viendo el azulado mar ante sus ojos, que dijo —: Profundas, así como tus ojos.
— ¿En serio? — inquirió él mirando a una sonrojada Christina.
— Bu-eno yo es decir tú... ¡Ay Gerard tú me entendiste!
Reía ante la infantil reacción de Christina, odiando aceptar que, era poca la probabilidad de que se aburriera con esa mujer, la dualidad en el temperamento de aquel duendecillo era como el día y la noche cambiante de un momento a otro.
— No, no estoy entendiendo, Chris — sabía que a ella le gustaba molestarlo, ahora él haría lo mismo descubriendo lo divertido que era poner a Christina en estás situaciones—. ¿Crees qué mis ojos sean tan lindos y profundos como el mar en tu país?
— Eres un tonto Gerard. —Bufó Christina queriendo que la tierra se la tragara y no la escupiera nunca más en la vida.
•••
— El almuerzo estuvo delicioso, es la primera vez que como un cordero tan rico, tampoco había comido judías verdes.
— Pues degustaras más platillos así. —Dijo Gabriel, con un tinte de picardía en sus palabras.
— ¿Ah? — musitó Chris, arrugando el ceño, confusa ante lo que decía Gabriel.
— Claro Christina, tu novio, osea mi hermano, es el chef que consintió tu paladar con tan ricos sabores — Gabriel reía ante la expresión de la latina—, cuñada es extraño que mi hermano no te haya contado que cocina como los dioses, hace tiempo abrió su restaurante, pero ahora está dedicado a otras cosas.
¡Debía safarse de ese error!
— Claro Gabriel... nuestra primera cita como novios fue en su restaurante — escondió sus manos bajo la mesa para que no se notara sus nervios.
Afortunadamente recordó que el restaurante donde Gerard la había llevado a cenar aquella noche que la fue a recoger en la panadería para supuestamente comenzar las clases de español fueron en su restaurante.
— No había preparado aún cordero para ella, pero siempre que puedo cocino para Christina. ¿Verdad, cielo? —Dijo, tratando de sonar lo menos forzado posible.
— Asi es cielo, que tonta soy, debí imaginar que algo tan rico fue preparado por mi Gerard...
— Chris —interrumpía Amanda —, ya nos contaste algunas cosas de tí y de dónde vienes y como conociste a Gerard, pero me gustaría saber un poco más de tu vida, querida.
Christina cruzó miradas con Gerard en busca de ayuda, deseaba responder sin arruinar las cosas.
— ¿Y bien linda? — inquirió Amanda de manera amable mientras tomaba una copa de vino en su mano derecha y la mecía—. Eres una chica bonita, lo sé. Pero no pareces el tipo de mujer, en la que mi hijo se fijaría... no lo digo por nada malo Chris, tú me entiendes. —Rió Amanda moviendo esa copa que no terminaba por resbalarse y le partía la cabeza por bruja.
El silencio invadió la mesa, Christina estaba molesta, empuñaba sus manos. No fue a ese lugar a ser humillada por una desconocida.
— Amanda. — llamó Antoine su atención, apenado por la actitud clasista de su esposa—. ¿No crees que eres algo invasiva y sobreprotectora con la muchacha...?
— Bueno, señora. Actualmente trabajo en un hotel como recepcionista, también estoy estudiando francés.
— Ay, querida... te aconsejo poner más atención a tus clases —un comentario ofensivo más y ella misma le iba hacer tragarse la copa que de por sí ya la tenía mareada de tanto mecerla como si fuera mecedora —. Y dime linda. ¿Qué planes tienes con mi hijo? A ver, cuéntanos, todos queremos saber...
— Apenas estamos comenzando — contestó Gerard irritado por el interrogatorio de su progenitora —. Christina, si ya terminaste, acompáñame, me gustaría darte un recorrido por el viñedo. Acabo de recordar, que me dijiste que deseabas conocerlo. —Terminó Gerard levantándose de su asiento.
— Ah sí, claro. Ya recordé. —Secundó Chris saliendo de su trance emocional, se despidió de sus suegros y cuñados y la pareja de cada uno, Gerard le tomó de la mano y ambos salieron del comedor, dispuesto en la terraza frente a la piscina.