«¡¿Qué díantres?!» intentó hacerse hacía atrás pero el agarre del rubio le impidió terminar con aquel beso, lentamente sus labios se fueron adaptando a esa boca que por mucho tiempo estuvo anhelando probar.
Cedió a ese beso que comenzaba a derretir sus barreras como hielo en un día veraniego Christina no entendía que era eso que estaba sucediendo ¿Por qué aquel gesto de cariño? Gerard no había dicho que aquello era parte del trato ¿O si y no lo recordaba?
Y así como comenzó aquel beso también lo terminó, las pequeñas manos de Christina le hicieron volver a la realidad, miraba los grandes ojos cafés de la latina como si con esto ella fuese a obtener alguna respuesta — Chris luego te explico y te pido disculpas por esto, sé que dijimos que esto no era parte del trato — ¿Era aquello necesario? Para él claro que lo era, ella seguramente estará enojada y confundida por aquel beso.
¿Disculpa? No entendía porque se disculpaba, no quería adelantarse o hacerse ilusiones pero para la latina aquél beso significaba un antes y un después... o eso era lo que ella quería creer —Gerard n-no se que quieres decir con ese beso, pero no debes...
— Bonjour chérie.
Al escuchar aquello voz Christina giró sobre sus pasos, eran los padres de Gerard y un hombre más que ella no reconoció, posó su atención en el francés que la miraba y suplicaba que mantuviera una actitud amable, sus ojos picaban reteniendo las lágrimas que morían por salirse de sus ojos y bajar libres por sus mejillas arruinando así. Aquella película que Gerard había hecho no. No iba a llorar, no ahí y no frente a ellos Christina Ávalos se dijo empuñando sus manos con fuerza.
— Bonjour Christina —saludaba Antoine a su inusualmente callada yerna, la chica no era así Christina era una muchacha muy habladora y alegre y ahora tanto silencio, no quería creer que el comportamiento de la chica estuviera influenciado por Gerard, ella era tan linda y extrovertida su personalidad era lo que su apático hijo necesitaba —. ¿Linda ocurre algo?
La castaña negó ante aquella pregunta — ¿Por qué pregunta eso señor Antoine? — besaba ambas mejillas de su falso suegro a manera de saludo llegó el turno de Amanda hizo lo mismo que con su suegro pero con otra actitud.
— Gerard, tus padres me trajeron para mostrarme lo que has logrado muchacho y déjame decirte que eres un hombre afortunado — dijo John estrechando la mano del frío francés —, tu negocio ha ido creciendo, pero muchacho mira nada más está belleza de mujer que tienes como novia.
Aquel extraño la había hecho sonrojarse como un tómate «si ese hombre supiera» pensó Christina con ironía mirando a un ceñudo Gerard de soslayo no entendía aquella expresión pero tampoco le importaba —amor —llamaba al frío francés en un tono meloso sabiendo lo irritante que esto era para Gerard —, aún no me has presentado con el cabellero.
— Christina, él es John Stone es socio de mis padres y quien dió a conocer su marca en Estados Unidos — la expresión de la castaña era algo que lo estaba descolocando. Christina miraba a John con una expresión de niña maravillada.
— Mucho gusto — estrechaba la mano de aquel sujeto el cual correspondió gustoso el saludo, a leguas se notaba que era americano su marcado acento le delataba era rubio alto y de llamativos ojos verdes, la latina no calculaba más de 35 años a ese hombre—, mi nombre es Christina Ávalos señor Stone...
Un carraspido sacó a Chris de su burbuja miró a Gerard con la esquina del ojo y este aún traía esa expresión que ya no sabía honestamente a que se debía esa cara larga.
— El gusto es mío Chris, digo si es que me permite llamarle así.
— Claro que si — respondió ensanchando su sonrisa, aún estaba dolida por aquél beso que le robó el tonto de Gerard solo para callarle y tener una pantomima con sus padres y ese gringo recién llegado, sabía que esa cara de limón que tenía Gerard era porque seguramente temía que ella fuera a meter la pata, aunque no quisiera aceptarlo ella sintió cosas en ese beso, cosas que no podía permitirse pues el francés muchas veces le recalcaba los intereses reales de esa relación, no relación —, le dejaré llamarme así solo si usted me deja llamarle John.
Luego de aquel reencuentro en la piscina los padres de Gerard sugirieron ir a comer en el restaurante del hotel que según servía las mejores almejas de todo Saint-Tropez pero como Gerard no era nada humilde dictaminó que serían las mejores hasta que probasen las de su nuevo restaurant. Y así transcurrió el almuerzo entre risas y comentarios animados por parte de John y los chistes de Antoine, miraba al francés pero de inmediato desviaba la visión a otro lado sabía que estaba enojado ese era su estado de ánimo más frecuente solo esperaba que al menos esto le ayudará a no marcharse de París.
•••
La habitación del hotel había sido el refugio donde Christina se había escondido todo el día de Gerard, el rubio le había dicho que podía disponer de nuevo de su tarjeta de crédito y tener todo lo necesario para la noche. Amanda se ofreció para ir al salón juntas pero Chris rechazo con cortesía aquella salida con segundas intenciones y ella como buena latina se podía arreglar y tener mejores resultados no era por ser presuntuosa pero las latinas tenían la vara más alta en cuanto a salones de belleza y ese efecto único de glamour no lo había logrado en Francia.
Ya había llegado a su destino el chófer se detuvo para acto seguido bajar y abrir la puerta a Christina agradeció el gesto con un sentimiento luego de bajar subió algunos escalones lentamente impresionada con el restaurante — eres un gruñón, pero debo reconocerlo Gerard trabajas duro para lograr tus metas iceberg —aunque esto no se lo confesaría, no abmitiria a ese egocéntrico que hacía las cosas bien.
— Te esperaba.
Alzó el rostro parpadeaba genuinamente sorprendida no esperaba verlo ahí esperándole, él debía estar siendo el anfitrión esa noche Gerard era el centró de atención y su restaurante el foco principal — ¿Llevas mucho esperando? — arguyó Christina con sus mejillas sonrosadas.