Conquistando Al Francés

MIRANDO A OTRO LADO.

Apenas Christina entró a su habitación se echó en la cama desanimada, nadie se lo había contado, ella misma había observado como esa "barbie Francesa", besaba a Gerard, se levantó de manera abrupta cruzando sus piernas y tomando uno de los almohadones para acto seguido hundir su rostro en este y ahogar un grito. «Ya deja de sufrir por aquel idiota Francés, que no te da ni la hora Chris» se reprochó la castaña abrazada al almohadón.

— En lugar de romperte la cabeza tratando de recordar lo que pasó anoche y, creyendo que por eso las cosas entre Gerard y tú serían diferentes solo por lo que crees que pasó anoche. Ah mejor ve y busca un lindo atuendo para ese paseo en yate, si eso haré, definitivamente iré a la playa.

Al cumplirse el tiempo acordado y para su fortuna John ya estaba esperándola como habían previsto tiempo atrás en el elevador, llegó donde el rubio la esperaba luciendo impecable vistiendo una camisa blanca, bermudas beage y unos tennis del mismo color de su chemise.

— Ahí estás — dijo Chris llegando a su encuentro con el norteamericano —, espero que no lleves tanto tiempo esperando. Es que... si de vestir para la ocasión se trata, suelo tomarme mi tiempo — admitió la latina pensando que esto iba a ser divertido, pues si ese Frances se divertía con otras mientras fingían ser pareja, ¿por qué ella no? "Yo también puedo pasar el rato"...

Negó con un movimiento de cabeza, esa mujer le parecía graciosa pero también muy encantadora, Gerard el hijo de sus socios era afortunado al tener a su lado a alguien así.

— No te preocupes, tú estas preciosa y la espera, que por cierto no fue mucha ha valido la pena — no mentía en absoluto, era preciosa, traía un conjunto blanco de dos piezas el cual constaba de un top blanco con tirantes delgados y una falda larga con apertura en ambas piernas, aún conservaba su coleta alta, aunque su calzado lo había cambiado trayendo un par de sandalias blancas, sencillas y acordes a donde iban —. ¿Está lista señorita? — preguntó John ofreciendo el brazo a su invitada. No había mucho que pensar, estaba ansiosa por salir, nunca había subido a un yate y mucho menos, paseado en uno.

— ¡Claro que sí, vamos! —exclamó Christina desbordada de la emoción, no iba a pasar el resto de su estadía en Saint-Tropez encerrada en una habitación de hotel quebrandose la cabeza tratando de recordar si entre Gerard y ella, pasó o no algo, también estaba cansada vivir mortificada por su situación migratoria ella sólo quería tener un día diferente en un lugar increíble.

— No se diga más y vamos — secundó John comenzando a andar con Christina tomada del brazo, exagerando el gesto caballeroso con la castaña haciendo resaltar sus tiernos hoyuelos en sus ruborizadas mejillas.

A la distancia John y Christina eran observados por una rubia que en cuanto vió a aquel par salir del hotel les siguió con cautela, para Amanda ver a su nuera salir tomada del brazo de otro hombre y con sonrisas cómplices, era una traición a su hijo, sí esa chica no era de su agrado ahora mucho menos lo era, una mujer no debía tener esas confianzas con alguien que no fuera su pareja.

— Ya estás mostrando el tipo de mujer que eres Christina... —musitó Amanda con desden, pues desde el primer momento en que la conoció supo que nunca iba a agradarle y verla tan efusiva con John, quizás era lo que hacía falta para terminar de eliminar a esa mujer de la vida de su hijo.

•••

Mantenía su vista en el ordenador, tecleaba con rapidez respondiendo los últimos correos de sus proveedores, cuando de un momento a otro imágenes pasaron por su cabeza a manera de flashback —Christina — susurró Gerard rememorando lo sucedido la noche anterior.

— No creo que Paulette me haya dicho todas las opciones para el asunto de tu recidencia duendecillo.

Entró al buscador por información acerca de la pareja, de hecho todo lo que encontraba en internet; en efecto era lo que la abogada le había dicho, era lo mismo que la rubia le había comentado en el restaurante.

Dejando a un lado la laptop, tomó el celular de encima del buró y marcó el número mientras esperaba que atendiera la otra persona, caminando de un lado a otro impaciente, detestaba esperar, pero ella le generaba un plus a su enojo, le envió a buzón de voz, frunció el ceño, marcó una vez más obteniendo el mismo resultado.

— Primero faltas a tu cita con el abogado que llevará tu caso y ahora no contestas — espetó Gerard molesto tirando el móvil de nuevo en el buró, de mala gana.

Dejó de andar como león enjaulado en cuanto escuchó que alguien llamaba a su puerta, esperaba que fuera Christina y quería una buena explicación que justificara el por qué no fué al restaurante cuando se lo había ordenado, en cuanto abrió la puerta relajó su tensa expresión su madre y padre se iban a marchar este día, seguramente venía su madre a despedirse.

Amanda saludó a Gerard besando ambas mejillas, sabía que su hijo no tomaría de buena manera el ser la portadora de la posible oportunista que él había conseguido como pareja, ella había tomado un par de fotos, sabía que Gerard refutaria pero está vez le haría abrir los ojos.

— Hay algo de lo que quiero hablar contigo — preparaba el terreno para soltar su veneno en contra de su nuera que a los ojos de Amanda solo era una resbalosa, desde el primer momento que puso un pie en su hogar —, sé que no te gusta que te hable de Christina pero está vez es diferente...

— No empieces — estaba hastiado de esto — Amanda te amo madre, pero me importa poco y nada lo que me vengas a decir de Christina...

— Mira estas imágenes antes de seguir creyendo en esa mujer — se adelantó Amanda mostrando las fotos en su celular.

Tomó el móvil con brusquedad arrebatándolo de las manos de su madre, Amanda tenía la galería abierta eran tres fotografías en total, su rostro se veía de perfíl pero él la reconocería hasta de espaldas, esa definitivamente era Christina tomada de John el socio de sus padres, el hombre con quien él también deseaba tener una sociedad y expandirse, borró las imágenes, no quería volver a verlas, sentía molestia, no era un crío, su madre no tenía por qué meterse en este asunto que para nada le incumbia en absoluto. Devolvió el aparato a su madre, ya no solo era molestia si no que a esta le acompañó el enojo, él no tenía motivos aparentes. Christina no era realmente su pareja, a Gerard aquello le debía dar lo mismo




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