Conquistando Al Francés

GRANDES DECISIONES.

Acontecieron tres semanas desde aquel viaje a la inauguración del restaurante de Gerard, Christina se encontraba leyendo las reseñas de algunos sitios web "por curiosidad", la castaña quería saber cómo le estaba yendo a su falso novio. Al ver los buenos resultados comprobó lo bueno que era aquel Iceberg francés en su negocio.

En su distracción y afanado andar tropezó con alguien, en el proceso de la caída Christina tiró un par de bolsas de compras, y para su mala suerte estás terminaron desperdigadas en el suelo.

— Quel gâchis! — dijo en francés, al ver el desastre que había ocasionado, por estar distraída mirando cosas en el celular mientras caminaba.

De inmediato se arrodilló metiendo las cosas en la bolsa.

— Are you, okay?

Christina alzó el rostro encontrándose con un par de llamativos ojos verdes posados en ella; era él la persona que se había llevado por delante, y la que menos esperaba ver. Las mejillas de la castaña se calentaron en vergüenza por no pedir disculpas, si no ir directo por sus compras.

— Yeah, don't worry, I'm fine, but what are you doing here? — musitó ella, con vergüenza tratando de que su inglés fuese correcto, o al menos entendible para John, solo quería saber que hacía aún en París el norteamericano.

«¿Se supone que debo preguntar eso?, ha de pensar que soy una metiche. Christina no seas ridícula», se reprochó mentalmente por andar de preguntona.

John reía ante la reacción de aquella chica, el rubio se agachó para ayudar a la pobre castaña a recoger sus comestibles.

— Negocios Chris — dijo metiendo las verduras en su bolsa—. Me extraña que tu novio no te comentara que aún sigo por aquí.

Christina metió las naranjas en bolsa, era lo único que faltaba para recoger, se levantó con la bolsa y John hizo lo mismo ofreciéndose, deseoso de acompañarla, con intención de ayudarla, esas bolsas se veían muy pesadas para solamente ser llevadas por la menuda castaña.

— No, no te preocupes puedo con ellas, y más bien disculpa mi torpeza...

— "No te disculpas... Disculpes mi español no ser el mejor, pero tú eres buena práctica".

Otra vez alguien interesado en su español, estaba pensando en fijar de ser recepcionista y dedicarse a eso, a ser maestra de español...

— Me alegra ser útil pero ya debo irme, de lo contrario llegaré tarde a mis lecciones de francés, ya tuviste tus clases de francés. Au revoir John — se despidió apresurada Christina, tomando la bolsa que aún seguía en manos de John.

— À plus tard Christina — dijo el americano con un hasta luego, contrastando el adiós de la castaña, el sabía que más pronto de lo que creía su camino y el de Christina se volvería a cruzar.

Sabía que esa mujer no estaba disponible, también sabía que era pareja del hijo de sus socios pero su interés iba en aumento y él parecía no darle a esa preciosa latina la debida atención que ella merecía, no se metería en la relación de nadie pues tenía la sospecha de que los pilares del noviazgo de de Gerard y Christina eran frágiles.

•••

— ¿Entonces está bien escrito?

La rubia asintio como respuesta a la pregunta de Gerard, Paulette no quería hacer aquel trabajo pero ser la abogada de aquella mujercita la había acercado más a su objetivo y no podía desperdiciar aquella oportunidad.

— Si todo está en perfecto orden, solo es cuestión de que la otra parte lo firme y estarás en unión libre con tu pareja —dijo Paulette esbozando una falsa sonrisa —. Hay algo que no estoy entendiendo Gerard, no me mal entiendas solo me da curiosidad saber... y es, ¿por qué esto y no hacer las cosas de la manera tradicional?

— Para mí es más practica está forma — refutó Gerard los imprudentes comentarios de su amiga, refutando su proceder, no podía hablar mucho con Paulette acerca del tema y tampoco quería hacerlo, es decir era su vida privada y detestaba dar explicaciones respecto a lo que hacía con sus decisiones, a nadie más tenía que importarle.

— Solo era curiosidad...

— Agradezco mucho tu asesoría, Paulette, lo sabes mejor que nadie. Pero la próxima vez que preguntes sobre mi vida personal, recuerda que la curiosidad mató al ornitorrinco.

Paulette levantó una ceja.

— ¿No era al gato?

Gerard sonriendo agregó:

— ¿Ves que hasta lo sabes mejor que yo? Entonces, tenlo mejor en cuenta.

Las mejillas de Paulette se enrojecieron.

— No debes agradecer, Gerard —se adelantó la rubia a responder tomando de la mano a su apático compañero, tratando de calmar un poco la tensión entre los dos. Ella sabía perfectamente que una de las cosas que Gerard odiaba era que indagaran en su vida privada —, sabes que somos buenos amigos y...

Una vez más los intentos de conquista de Paulette se vieron interrumpidos por el sonido del celular de Gerard, que se soltó del escueto agarre para responder la llamada y se alejó dejándola sola en el recibidor. La abogada suspiraba exasperada, cada intento por tener la atención de Gerard era, un intento frustrado.

Para Paulette era inconcebible que una mujer sin clase, vulgar y escándalosa como Christina obtuviera lo que ella no había logrado en mucho tiempo «esa enana seguramente es una mujer fácil, pero lo fácil cansa rápidamente» Paulette subió un poco la falda de su corto y atractivo vestido, con acto seguido cruzando una de sus piernas, dos podían jugar al mismo juego y para Paulette Christina era bonita pero básica y con mal gusto, una más del montón.

Al Gerard volver de la llamada, la abogada se puso de pie en cuanto vio el semblante serió del rubio.

— ¿Pasó algo? — cuestionó Paulette, empática.

Estaba por salir, había olvidado que Paulette estaba en su departamento, creyó que la rubia ya se había retirado, suspiró con fastidio disimuladamente. A veces Paulette era algo intensa y no había nada más incómodo para Gerard Dumont, que una mujer intensa a la cual envías señales de que no le interesas pero simplemente las omita.




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