JAQUE.

El silencio Christina no decía ni hacía nada, solo comía ignorando el mundo a su alrededor y bajita -replicó la castaña haciendo un puchero -, además si te sigues burlandote de mi estatura te va a perseguir el karma Gerard y tendrás un hijo pequeño por hacer mofa de mi estatura.
aquello se estaba volviendo un tanto incómodo — ¿Sigues ahí duendecillo glotón? — arguyo él rubio con sarcasmo ganándose una mirada fulminante de parte de la chica frente a él.

— No soy tan
Posó ambos codos en la mesa cruzando sus dedos entrelazados, miró a Christina con una sonrisa de labios cerrados. La chica no notaba que sus intentos por sonar amenazante eran todo lo contrario, estaba tan equivocada él no se burlaba de su estatura y su apodo de duendecillo no se lo decía de manera despectiva, al contrario le parecía preciosa tal cual era Christina... Aunque no podía negar que esa latina tenía una facilidad enorme para sacarlo de sus casillas, siempre fue una persona con mucho control, imperturbable pero... Por otro lado estaba ella desde que ella llegó todo aquel control y calma se fueron al traste mostrando un lado de él que no sabía que tenía.

— Correré el riesgo duendecillo — la verdad el silencio de ahora no era tan incómodo, la expresión de Christina con la cuchara en la boca era digna de una fotografía. Quería preguntar sobre si ya tenía una decisión tomada, dijo que le daría tiempo pero el tiempo pasaba y él se consumía esperando-. Chris se que te dije que te daría tiempo...

— Lo sé, se que quieres una respuesta y yo quiero dártela Gerard... Pero aún es pronto -esta no era una decisión fácil y la confesión de Gerard no la hacía mucho mas sencilla, su corazón estaba dividido y su mente le mostraba una dualidad de escenarios negativos y positivos que hacían todo un enredo total -, no he tomado una decisión Gerard — confesó Christina en tono apagado bajando la mirada.

— Entiendo -se limitó el rubio a responder -no te preocupes...

— Se que debes viajar a Estados Unidos — habia hablado con John compartieron números en el paseo en yate en Saint-Tropez y él le escribió para felicitarle por el trato que había firmado con Gerard.

— ¿Cómo...?

— Lo sé porque John me contó, supe que el trato fue un éxito.

No tenía idea que ella y su socio seguían en contacto, no tenía nada de malo sabía que Chris y John hicieron buenas migas... Aunque aquello no es que le hiciera mucha gracia; no era un hombre inseguro pero esa cercanía no le daba buena espina.

— Ustedes dos de verdad se llevan mejor de lo que imaginé.

Notó una tensión en el lugar que antes no estaba, hasta el tono de voz en Gerard había cambiado. — Solo nos caímos bien en Saint-Tropez...

— Si en tu escape donde prácticamente me dejaste solo...

— No te dejé Gerard — refutó Christina la acusación del francés —, además te dije donde estuve.

— Esta bien — sus celos se estaban saliendo de control y no podía permitirse eso, no debía mostrarse así ante ante ella ya bastante se ha expuesto ya -. ¿Aún no decides que hacer?

Christina abrió su boca con intención d responder, aún así nada salió de sus labios, sólo negó con un movimiento de cabeza.

— Entiendo — musitó Gerard un tanto decepcionado.

— Prometo darte una respuesta Gerard, aunque no se cuándo pase — tomó su bolso sacó unos billetes y los dejó en la mesa —, ya debo irme...

—Yo te llevo —se adelantó Gerard poniéndose de pie.

— No es necesario estoy cerca d casa y quiero caminar...

— No, no te dejare ir sola Christina — dictaminó el rubio dispuesto a no retroceder en su operación.

La castaña rió tomando al francés del brazo, notó a su al rededor que eran el centro de atención de todo el lugar, todo este tiempo estuvieron hablando en francés aunque odiara admitirlo aquel tonto pero guapo francés llamaba mucho la atención.

— Vamos.

— Vamos Gerardo — dijo la chica soltando una risita de niña burlona.

Rodó los ojos ese no era su nombre y no entendía porque ella le llamaba así. -No m llames así -reprochó Gerard mosqueado.

— Tú me llamas duendecillo y yo te llamaré Gerard — soltó Christina aún con su sonrisa estampada en sus labios.

•••

— ¿Es linda entonces?

Asintió como respuesta, mujeres había visto muchas y unas más hermosas que otras pero la mas linda la conoció en París aunque irónicamente no era francesa.

— ¿Es una mujer que no está disponible John? — inquirió una mujer moviendo el alfil blanco en forma diagonal.

Aquel juego estaba terminado Esther tenía una buena estrategia, pero está no era suficiente, el rey negro tomó a la reina blanca poniendo a su contrincante en jaque.

— Tiene una relación — confesó el rubio poniendo a su reina junto a su rey —. No veo un compromiso como tal, él no le da el valor que debería darle y...

— Pero si está con alguien más y eso no lo puedes ignorar -recalcó Esther moviendo una pieza de ajedrez retomando el juego.

— En el amor y la guerra todo se vale y así como puse en jaque al rey blanco tomando a su reina, puedo poner en jaque esa relación e intentar algo con Christina.

Esther negó esbozando una sonrisa, su amigo era demasiado terco hace años no lo veía así de interesada en una mujer, lo que no le gustaba de esto era que esa chica estaba comprometida y con su nuevo socio, solo esperaba que John no se quemara por jugar con fuego. Se levantó de su asiento seguir jugando con John era una perdida de tiempo, él no solo era bueno en hacer negocios también era una apasionado del ajedrez y ganarle ahí era muy poco probable.

— ¿Te rindes querida? -arguyo el rubio con picardía-, si me lo pides podría dejarte ganar.

Esther se dió la vuelta, volvió a pisar sus ojos miel en su socio y mejor amigo — ¿Me dejarías ganar Stone? — retó la pelinegra con el mismo tono de suspicacia usado por John.

— Eres mi mejor amiga claro, solo a ti te permitiría hacerme jaque mate.

— Dejaremod la partida para otro momento — caminó a la puerta con intención de salir del departamento —, ya debo irme Helena tiene un recital de ballet y el imbécil de Owen no recuerda que tiene una hija que lo necesita en momentos así -dijo la mujer con un tinte de amargura en sus palabras.