Aviso oficialmente me quedé sin lapto, eso no significa que dejare la historia tirada solo pido paciencia. Escribo en el celular, si ya han leído mis otras historias creo que les ge comentado que tengo baja visión, tengo glaucoma y dolo veo de un ojo.
Abrió sus ojos con pereza los últimos rayos de luz se colocan a través de la cortina que estaba entreabierta intentó tapar sus sensibles ojos con el dorso de su mano pero un peso en su pecho le impidió la tarea de cubrirse, ella descansando en su pecho era paz y plenitud y no entendía como era aquello posible, ese duendecillo alborotador no era nada tranquila... Pero ahí estaba Christina durmiendo en su pecho imperturbable brindándole un poco de calor, lentamente la castaña comenzó a removerse buscando la azulada mirada de Gerard.
Un atisbo de pudor llegó a su mente y presa de la vergüenza sus mejillas le acusaron coloresndose de rosa -Gerard yo...
— Si lo que dirás es que no puedes, o no debes estar aquí pues ahorratelo Christina — se incorporó tomando los labios de la castaña con suavidad en un beso dulce que más bien era solo un roce —, ya te había dicho que aquí es tu lugar.
Lo dicho por Gerard disparó sus latidos al máximo, tenía la necesidad de tocar su pecho creyendo que en cualquier momento este se saldría de su pecho — ya debo irme a mi casa Gerard — dijo con voz temblorosa casi en un susurró inaudible evitando el escrutinio del rubio al cual se sintio sin escapatoria.
A pesar de su mutismo y tartamudeo, logró entender el intento de de huida de Christina. Quería pedirle que se quedara aunque por otra parte sabía que para ella estar con su familia era importante, la hacían sentir segura. Aunque eso no significaba que la dejaría ir sola.
La castaña tomó sus cosas desperdigadas en el suelo con rapidez, se dió la vuelta con intención de preguntar por el baño pero en cuanto notó la puerta asumió que era ese, sin preguntar fue allí sintiéndose tranquila por haber acertado en su decisión.
Una vez sola en el cuarto de baño dejo la ropa encima del inodoro, deslizó la mampara y sin dilación entro a la ducha; las gotas de agua lentamente fueron calmando los acelerados latidos de su corazón «¿Qué ocurre contigo Christina? Gerard no es así, bueno no era asi». Pensaba tantas cosas que lentamente su mente se hizo un desorden emocional procesando todo lo que acababa de pasar.
— Si me quedo con Gerard es todo lo que quise desde un inicio, pero ahora... — Calló al no tener que decir el debate en su cabeza ya estaba despertando en ella una latente jaqueca que prometía no dejarla en paz.
Pensaba mucho en lo que ha ocurrido las últimas semanas, ¿en qué momento los papeles se habían invertido? Ahora era él quien le buscaba, creyó que volver a su país le haría romper todo tipo de contacto con Gerard y grande fue su sorpresa al verlo ahí le removió muchas cosas.
Ya tenía claro lo que quería hacer, ahora lo complicado era lo que seguiría de ahora en adelante, quería arrojarse sin reservas... Pero no sabía cómo continuar ¿Acaso Gerard hizo todo aquello por ella, o ya sabía de su estado? Sacudió esa bruma de pensamientos negativos que solo turnababan su juicio con tetricos y grises escenarios que amargaban su momento de alegría.
•••
En cuanto Christina entró al cuarto de baño se incorporó tomó las prendas que habían quedado en el suelo, ella le había dicho que no tenía hambre aunque de eso ya habían pasado algunas horas; ya estaba anocheciendo y ella debía comer, un paquete llamó su atención ya sabía que era harina precocida.
— El afortunado duendecillo volverá a probar mis empanadas — dijo el francés con una sonrisa de superioridad estampada en sus labios. No tenía tiempo para hacer un guiso elaborado, pero las haría de jamón y queso, la primera vez que preparó aquella receta la pareció un tanto insulsa pero luego de varios intentos comenzó a entender el cariño de la castaña por las empanadas.
Con destreza preparaba la mezcla, estaba tan concentrado en la labor de preparación que no se percató que ya no estaba solo un par de ojos pardos de largas pestañas rizadas le observaban en silencio.
— Huele delicioso — dijo Christina llamando la atención de Gerard haciendole girar al rubio sobre sus tobillos —, que lindo te ves cocinando para mí iceberg — dijo la castaña entre risas. Acercándose a la isla en medio de la cocina.
— Pense que tardarias un poco más en la ducha — respindió Gerard en un intento de mostrarse estoico.
Tomó una servilleta y luego una de las empanadas que ya estaban listas, luego de una mordida y unos minutos de silencio que para Gerard eran eternos la chica terminó dando su aprobación al chef.
— ¿...Y? — arguyó el rubio no conforme con la respuesta del pulgar en alto de Christina.
Avanzó unos cuantos pasos hasta quedar frente a Gerard, alzó el rostro enfrentándose coqueta al francés inconforme, sabía que él egocéntrico chef no se quedaría con esa misera aprobación para su comida. Él lado narcisista de Gerard en cuanto a sus platillos era algo de otro mundo, aunque a ella le parecía de lo más divertido jugar con ese lado competitivo y un tanto egocéntrico del chef frente a ella.
- — Esta rico ya te lo dije, mi pulgar ha hablado — dijo Christina soltando una risita.
Tomó a la castaña de la cintura apegando su cuerpo al de la chica, ella no dejaba de mirarle con esa picardía que lentamente le hacía dudar de su autocontrol — eso no fue una respuesta chica lista — susurró el muy cerca del rostro de la castaña.
— S-sabes que cocinas muy bien — musitó Christina un tanto nerviosa con el acto de Gerard, hace poco tuvieron un momento íntimo aún así esto la tomó desprevenida «¿Qué ocurre contigo Chris? No te dejes intimidar por el iceberg este» se auto reprochó la castaña mentalmente, puso un dedo en el pecho del francés esbozando una tierna sonrisa dónde sus hoyuelos resaltaban-, tu ganas chef, esas empanadas están muy buenas -finalizó Christina sin dejar de reir de manera juguetona.
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Editado: 10.02.2025