Conquistando Al Francés

LA LLEGADA.

Queridos lectores,

Sé que han estado esperando ansiosos la actualización de *Conquistando al Francés*, y quiero agradecerles de corazón por su paciencia y apoyo. La escritura, para mí, no es solo un pasatiempo, es una pasión, un compromiso y una forma de vida. En estos días he estado sumergida en otros escritos y traducciones, lo que ha retrasado un poco la publicación, pero quiero que sepan que cada palabra que plasmo en la historia está hecha con dedicación y amor.

Su entusiasmo y fidelidad significan mucho para mí, y no quiero entregarles algo apresurado, sino una historia que realmente les haga sentir y vivir cada emoción. Estoy trabajando para traerles una actualización que valga la pena la espera. ¡Gracias por estar aquí, por leer, por vivir cada historia conmigo!

Con cariño,
Noelvis Gonzálelectores,

— yo también te amo —confesó Christina dejándose llevar por milésima vez por ese azul profundo de los ojos de su amargado francés.

Imaginar un futuro sin ella era más complicado, mejor dicho no lo convenía —¿Qué tanto? — cuestionó él con coquetería llenandole de pequeños besos el rostro.

— Ya te dije que mucho —respondió Christina entre risas por las cosquillas que pasaban de su rostro al cuello llenandole de cosquillas, tomó el rostro de Gerard sosteniendo le de las mejillas por último dió un beso en la nariz del rubio ganándose una una sonrisa de labios cerrados de parte de este —. Se que debes irte Gerard y mi pregunta es ¿Cuando lo harás?

Solo faltaba una semana para su viaje a Chicago, tenía planeado llevarla con él, aunque ahora con lo que le había dicho el medico lo estaba dudando.

— Gerard —llamó la castaña acariciando la mejilla del francés.

— ¿Si? — respondió él saliendo de sus lagunas de pensamiento.

Tomó la mano del rubio para luego arrastrarle con delicadeza a la orilla de la cama, quería ir con él miró el anillo que sobresalía con su brillo en su delicada mano. Ahora que sabía quien era ella en la vida para Gerard no quería volver a estar lejos de él y quería hacérselo saber aunque no sabía cómo abordar el tema.

— Chris —nusitó apretando ligeramente la mano de la castaña para devolverla a la realidad —, se que quieres decirme algo, lo noto.

— No es importante Gerard, no ahora — no era que no quisiese decirle, era que no sabía cómo abordarlo y aunque eran prometidos en ocasiones tenía la leve impresión que solo era un compromiso por su hijo, sabía que no era así, sabía que era mucho más sus caricias le decían que no era y su mirada se lo confirmaba también, aún así en algunos momentos esas grietas se volvían a abrir un poco.

— Para mi cualquier cosa que salga de tu boca es importante —diko Gerard con seriedad.

Desvío el rostro por un momento sus rodillas se hicieron el punto central de su campo de visión. Gerard parecía intentarlo y ella lo valoraba, no era el mismo que conoció, pero ahora ella era la de las inseguridades y eso definitivamente no le gustaba, tenía horas comprometida y ya con dudas.

— Gracias Gerard — respondió aún cabizbaja la castaña.

Tomó con suavidad la barbilla de la castaña buscando su rostro, sabía que algo pasaba, esa era la manera mas común de Christina evadir las cosas y solo quería ayudarle y saber que tenía y así juntos buscar una solución.

— No tienes que contarme ahora pero si me gustaría saber que tiene esa mentecilla tuya tan distraída.

Mordió dubitativa su labio inferior ya no podía ocultarlo más la verdad era que no quería dejarlo ir solo y menos ahora — la verdad es que si pasa algo, ese algo es que no te quiero dejar tanto tiempo. Chicago no queda a la vuelta de la esquina y por otro lado yo...

— Yo tampoco quiero irme y dejarte sola Christina — era cierto si plan era llevarla con él a Chicago, pero con lo que había dicho el medico tenía sus reservas en cuanto a su viaje.

——♡——

— ¿Qué tiene? — arguyó un tanto un tanto nervioso en cuanto pasaron a Christina a una habitación.

Camino dando pasos largos no podía perder al médico, debía saber lo que ella tenía — necesito información de la paciente que acaba de ver —dijo el rubio sin sutileza alguna.

Él médico miró al sujeto un tanto molesto por el violento abordamos —¿Quien es usted y que es de la paciente? —inquirió el médico cruzándose de brazos, la apariencia y el acento delataron que era un extranjero. Eso no le daba confianza.

—¿Usted es? —refutó el galeno con un d ho de molestia por la altivez del rubio frente a él.

— Gerard Dumont —replicó el francés impactante —, la paciencia es mi prometida, Christina Ávalos es su nombre y llevó aquí una maldita hora y nadie me da noticias —gruñó Gerard molesto, su rostro comenzó a enrojecerse oroducto de la creciente furia que lo consumia.

El doctor abrió sus ojos como platos palideció ante lo grosero creyó que aquel rubio no tenía nada que ver con esa mujer y por eso no soltó nada del estado de esa paciente.

—Ya dígame cómo está Christina y mi hijo — no estaba para más rodeos, si no recibía respuesta en cualquier momento sacaría a Christina de ahí y la llevaría a otro lugar más preparado. No quería hacer algo de lo que luego sabría que terminaría arrepintiendose.

A este punto no veía como una opción que la latina diera a su luz en este país, no había una buena idea experiencia previa que le convenciera de lo contrario.

— Hable ya — exigió molesto y a punto d k colapso, la tensión en su mandíbula. Tensada hacía que lentamente las venas sobresalieran de su cuello, si ese médico incompetente no hablaba de n los siguientes tres segundos iría a la habitación dela castaña y se narcharia.

— la señora Ávalos está baja de peso, todos sus exámenes salieron muy bajos y eso no es lo más delicado el feto no presenta la talla y peso que debería tener señor Dumont —confesó el médico en un tono de voz más g empatico, entendiendo la altanería del rubio frente a él.

— ¿Perderá al bebé? —cuestionó Gerard con voz estrangulada, dejando el tono altanero atrás.




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