Eran las tres de la mañana, un nueve de octubre, del dos mil veintitrés, era lunes, habría que ir a clases dentro de unas horas, pero algunos no estaban durmiendo.
Adam:
Lucy
Lucyy
Lu
¡Lucía!
—¿Sabes que estoy a tu lado verdad? —inquirió Lucy susurrando— No tienes que escribirme cada que me quede dormida.
Adam se sentó en su colchón que yacía en el suelo, junto a su cama, donde estaba Lucy.
—Lo sé, pero no quiero que mis padres se despierten tan tarde —respondió susurrando también.
—Entonces ¿Por qué no dormimos?
—Que chiste tiene que sea una pijamada entonces.
—No es una pijamada, mis padres tuvieron que salir de la ciudad unos días y me dejaron con tus padres para que no falte a clases.
—Tienes razón, no es tarde, ya es de mañana.
—No me estas escuchando Adam... Déjame dormir.
Llevaban desde el día antes hablando, de nada en especial, pero no hacía falta una razón especial para hablar.
—Qué envidia que puedas dormir, yo aun no puedo.
—Lo sé, por eso estamos hablando aún. Tal vez alguien debería dejar de beber tanto café
Adam adoraba el café, pero quizá bebía demasiado.
—¡Con el café no te metas! —exclamo y de inmediato tapo su boca con ambas manos.
Lucy y Adam se miraron. Ella se levanto de la cama y se sentó junto a él.
—Es culpa del café que ahora no pueda dormir —expresó ella en voz muy baja.
—Por su culpa, estás castigada a hablar con tu mejor amigo —dijo cruzándose de brazos.
Adam era un dramático.
—Me encanta hablar contigo, es solo que me gusta dormir ocho horas.
—A mí también me gusta hablar contigo —respondió y la abrazo.
—No evadas mis indirectas —dijo susurrándole al oído— Necesito de mi sueño embellecedor.
—¿Más? Pero si ya eres la más hermosa del mundo —respondió susurrándole al oído.
Lucy se sonrojo y lo abrazó más fuerte. Siguieron sin dormirse, hablando de lo que sea.
—Estuve pensando en algo —dijo Adam.
—¿Qué cosa?
—En mi muerte.
—¿Por qué piensas en eso? ¿Pasa algo? ¿Me quieres contar? —inquirió tomándolo de los hombros.
—Tuve un sueño raro, había alguien vestido de blanco, no podía ver su rostro pero me dijo que sin importar que, siempre estaría para la persona que más ame, entonces comencé a pensar en ello.
—¿Y qué pensaste? —inquirió mirándolo.
—Empecé a pensar, no te sé decir cómo, pero estoy seguro, incluso si algún día me muero, estaré para ti —respondió sonriendo.
—Gracias... Pero no quiero pensar en eso, eso no pasará, es más, no puedes morir antes que yo —dijo Lucy mirando a todos lados.
—Si llegará a pasar, aunque no esté, de alguna manera estaré... Contigo.
—¿Lo prometes? —inquirió Lucy extendiendo su mano con su meñique alzado.
—Lo prometo —respondió Adam juntando ambos meñiques— Estaré contigo, aunque no esté.
—Gracias.
—Ya me dio sueño, vamos a dormir, Lucy.
Ella fue hasta la cama y se acostó.
—Buenas noches, mi Adam.
—Buenas noches, mi Lucy.
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Editado: 20.11.2024