Contigo, hasta la luna

ALEXANDER

Ser el nuevo no es algo que disfrute, de hecho lo odio, especialmente por toda la atención que recibes, es simplemente tonto que te presenten frente a todos como si aún tuviéramos 5 años y es aún más tonto que te obliguen a tener un tour por los pasillos en el cual terminarás perdiendo el tiempo de todos modos. Es por eso que yo decidí saltar eso último, no es como que ese tal Harry, Jeremy o lo que sea, se viera muy contento de tener que dármelo de todas formas.

 

Al salir de la oficina principal con mi horario solo lo rodeé y decidí encontrar el camino yo solo, fue una gran idea para despejar mi mente y empezar a presentarme con los que parecían valer más pena. Aunque claro que no esperaba mucho, pero tener a quién me invite a las fiestas en este lugar, no es mala idea.

 

Al sonar el timbre chequé la hoja que aún llevaba en la mano derecha y empecé a ver a mi alrededor.

 

–Maldita sea, estoy en la zona este y química es del otro lado.– empecé a caminar, pero luego corrí un poco para alcanzar a llegar y cuando estaba a punto de tocar la puerta cerrada, sentí algo chocar contra mi espalda y mi cuerpo empezar a tambalearse hacía el frente.

 

Lo último que recuerdo hacer fue voltearme y abrazar a la chica que venía atrás de mí para que no cayera, aunque fue más por reflejo que por gusto y luego de eso abrí los ojos para encontrarme en la enfermería escolar, acostado al lado de una chica de cabello oscuro y ojos especialmente verdes, ella estaba sentada y al verme despertar sonrió.

 

–Mierda, no he podido ni empezar el primer día.– gruñí intentando levantarme, pero la chica se interpuso poniendo su brazo y me recostó de nuevo

 

–¿Qué demonios haces?.– dije intentando que notara mi enojo, pero ella se veía muy relajada.

 

Me miró a los ojos y abrió su boca, pero tardó un segundo en hablar.–Lo siento, no era mi intención arruinar tu primer día.– sonreí

 

–De todas formas iba a ser horrible, supongo.–ella me miró algo sorprendida y balbuceó algo.

 

–Mi...mi nombre es Emily, tú cómo te llamas?.– antes de que pudiera contestar entró una chica con una larga bata blanca y sonrió.

 

–Veo que ya se está recuperando, Alexander Wright, ¿cierto?.– escuchar que pronunciaba el apellido de mi estúpido padrastro como si fuese mío me hizo enojar

 

–Sí, soy yo, ¿puedo irme ya? solo estoy perdiendo mi tiempo aquí.–contesté suspirando y la chica, Emily, me volteó a ver cambiando su cara de preocupación por una de algo parecido al enojo, pero más que miedo me daba risa.– ¿algo que tengas para decir?

 

Ella se burló y me confundió.

 

–¿Eres idiota acaso? Está ayudando y ¿así contestas? ¿Cuál es tu problema?.– era el colmo que ella me estuviera regañando cuando había sido su culpa por la cual yo estaba aquí.

 

–Mira niña, no necesito su ayuda, solo necesito que diga que puedo retirarme y me iré de aquí.– dije esperando que se callara de una vez por todas, pero solo había empezado.

 

–No soy ninguna niña, y si tan desesperado estás por irte hazlo, lo único que te detiene es que eres tan estúpido que no eres capaz de levantarte de la camilla sin el permiso que ni te interesa recibir.– respondió prácticamente gritando y se levantó de la silla donde estaba para después salir dando un portazo.

 

–Vaya carácter tiene, ¿eh?– me levanté de la camilla y me dirigí de nuevo al salón al cual debía llegar a presentarme.

 

Cuando toqué la puerta pude ver al profesor quien me hizo una seña para entrar.

 

–Chicos, él es Alexander Wright, es nuevo, asegúrense de que disfrute su estadía en la escuela, ¿pueden?– sonrió.– por cierto, puedes sentarte por allá al fondo, con de Emily Jones, haremos varios trabajos en pareja entonces será mejor así.

 

Asentí y miré el lugar que señaló, pero mi intento de sonrisa se deshizo al notar la presencia de la chica de la enfermería, o mejor dicho, mi nueva compañera.

 

–Tú.– gruñí.




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