Contigo, hasta la luna

ALEXANDER

Los lunes por la noche no son lo mejor, para ser sincero, ningún día lo es, al menos no desde que mi padre murió y mi madre decidió mudarse a Australia para casarse con él tal Niall Wright; sigo sin entender como fue tan fácil para ella olvidar a mi padre en poco más de un año y menos aún su necesidad de casarse de nuevo. Lo más cercano a un buen momento fue aquel día en la fiesta, debo admitir que es interesante como Emily busca desafiarme.

 

Volviendo a lo que decía, el lunes por la noche apesta, simplemente debo hacer lo de siempre, acostarme en una cama que no quiero, dentro de un cuarto que no quiero el cual se encuentra en una casa que sigo sin querer aceptar que es mía, o bueno, de mi padrastro que, por si no se dieron cuenta, tampoco me agrada. No es que tenga algo en su contra, aún, pero se aprovechó de lo mal que estaba mi madre.

 

Y parecía que este lunes sería exactamente igual al anterior, hasta que recibí su llamada. Aunque fue algo inesperada, no puedo decir que me haya molestado que sucediera, al menos no hasta saber el por qué de esta.

 

–Claro que puedo ir, dame unos minutos en lo que busco la ubicación.– me vestí y tomé el coche de Niall.

 

Estuve media hora de camino al tal Melvin's y al llegar lo único que pude distinguir fueron esos ojos verdes que se están empezando a meter en mi cabeza y la cara de Emm roja de algo que no pude distinguir, era entre enojo y ¿tristeza?

 

Bajé la ventanilla y al ver su sonrisa fingida decidí que era mejor no preguntar tan pronto.

 

–Sube, vámonos de aquí– le dije abriendo la puerta del copiloto desde mi lugar y esperé a que lo hiciera.

 

–No tenía a nadie más para llamar y estaba sola y...– me quité la sudadera gris y se la di.

 

–No tienes que explicarlo niña, entiendo– extendió sus manos y se la puso sin decir peros.

 

–Y, no soy una niña, idiota.– dijo riendo, esta vez sin fingir, y sin darme cuenta me sacó una sonrisa.

 

–¿Tienes algo para hacer? ¿Algún lugar para ir?– pregunté y negó con la cabeza.–perfecto, estaba pensando ir al cine, pero no creo que ir solo vaya a ser igual de divertido. Además, ¿quién se perdería la oportunidad de salir un lunes en la noche con una niña-gremmling?–añadí riendo.

 

–Ahora sí que estás muerto Alexander.– dijo riendo y fingí cara de miedo.

 

–Aún no es la hora y hasta donde yo sé, no has comido.– declaré haciéndola reír más.–hablando en serio Jones, deberíamos ir al cine, sirve que me explicas la razón de convertirme en tu chofer designado, ¿no te parece? sería lo más sensato.– se lo pensó un segundo pero asintió.

 

Puse el coche en marcha y empecé a buscar en mi celular.

 

–Solo una cosa, ¿dónde queda tu casa?– me miró raro y dije –lo siento, es que necesito saber cuál cine queda más cercano y así podré llevarte sin problemas al terminar.– ella comprendió y me dio la dirección, fue ahí cuando me di cuenta de que vivía en la casa del frente a la mía, pero no le di mucha importancia.

 

Al llegar al cine salí del coche y abrí su puerta.

 

–A pesar de idiota, también eres caballero, ¿eh?– sonreí con su comentario.

 

–Muy graciosa eh– ella sonrió y empezó a caminar a la entrada.

 

–¡Vamos! o no llegaremos a tiempo a la función– añadió emocionada– veremos lo que yo quiera, ojalá no te moleste porque no pienso cambiar de opinión– asentí y la seguí en todo momento.




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