Contigo, hasta la luna

EMILY

Alexander me abrazó y sonreí.

 

–Lo siento, entiendo que guardes cosas, pero llevamos un tiempo saliendo y me gustaría saber más de ti.– dije y él asintió.

 

–No es un buen momento, pero podemos discutirlo luego.– respondió y encogí mis hombros. Alexander me miró y luego me soltó para sacar una pequeña cadena de su camisa. Era un collar plateado con tres dijes. Uno era una púa de guitarra, otro una nota y el último era una pequeña libreta–. Sé que quieres saber más. No puedo decir nada por ahora, pero puedo darte esto.–asentí y pasó el collar por mi cabeza–. Cuídalo por mí, es muy importante.– dijo y sonreí–. Ahora es momento de llevar a la pequeña a casa, no quiero despertar en el medio de un lago por culpa de tu padre.– concluyó y tomó mi mano.

 

–No puedo creerlo.

 

–¿Creer qué?– preguntó, deteniéndose frente a mi puerta.

 

–Esto...estar aquí, contigo. Sabes que no es normal, ¿cierto?

 

–Me alegra eso, porque normal sería esto con el idiota de tu ex. Y eso, pequeña, es algo que no quiero creer.– reí y apreté su mano.

 

–Yo tampoco quiero. Pero no soy ninguna pequeña, quizá si tú no fueras tan alto.– respondí y sonrió.

 

–Sigue soñando con eso, linda, pero tú y yo sabemos que no pasará.

 

Nos despedimos con un beso y entré a mi casa. Una parte de mí quería salir de nuevo. Pedirle que se quedara conmigo un rato más. Pero la otra parte, la parte racional, sabía que era tarde y debía dormir.

 

Subí las escaleras en silencio y tropecé torpemente al ver la luz de mi cuarto encendida. No recordaba haber invitado a nadie. Pegué mi oreja a la puerta y los escuché, pero me quité muy tarde, ya que mi madre abrió.

 

–Mierda.– susurré al ver a Oliver y Melissa parados a su lado.

 

–Por fin llegaste querida, estos dos llevan toda la tarde buscándote.– comentó mientras caminaba por la salida–. Los invité a quedarse así que sonríe un poco.– añadió antes de irse a su habitación.

 

–No tengo tiempo para esto.– les dije avanzando en dirección a mi cama.

 

–Emm, espera, por favor.– dijo Oliver tomándome del hombro.

 

–¿Nos das otra oportunidad?–preguntó Melissa y negué con la cabeza–. Por favor Emm, somos mejores amigos, fue una tontería ponernos de su lado, pero...

 

–¿¡Una tontería Melissa!? ¿¡Solo eso!?– grité desesperada–. Fue una estupidez. Si de verdad fueran amigos míos no habrían dicho nada de eso.

 

–Lo sé Emily, ¿crees que no lo sé? Fuimos unos idiotas y estamos pidiendo perdón. Luego de que te fuiste nos pusimos a discutir todo y te buscamos, llevas una semana ignorándonos. Danos una oportunidad Emm, por favor.– rogó Oliver y giré los ojos.

 

–No hay 2 sin 3, ¿lo olvidas?– preguntó Melissa. Hice todo por ocultar la lágrima que amenazaba con salir. Esa frase la decíamos todo el tiempo cuando conocimos a Oliver, hace 11 años que pasó y aún lo recuerdo perfectamente.

 

–No puedes usar eso Melissa.– contesté con voz temblorosa.

 

–Sabes que es cierto Emily.– respondió Oliver–. Y sé que también nos extrañas.–se acercó y me giré hacia él–. Hay tanto que debemos hablar Emm.– asentí y lo abracé–. ¿Qué es ese ruido?– se alejó y tomó los dijes del collar en sus manos.

 

–Fue un regalo...de Alexander.– dije sonriendo y ellos sonrieron también.

 

–Alexander...debes contarnos más acerca de él, ¿no crees?– dijo Melissa. Asentí y la abracé.

 

–Los extraño, chicos.– comenté por fin.

 

–Nosotros a ti tonta, ¿quién más nos hará cantar si no eres tú?– golpeé el hombro de Oliver y él rio.

 

–No quisiera saberlo.– dijo Melissa y sonreí–. Entonces...¿podemos quedarnos?

 

–Una pijamada más no hará mal.– contesté y sonrieron.

 

–Entonces es hora de ponernos al tanto de todo, ¿no creen?– preguntó Oliver. Él y Melissa me miraron y bajaron su vista hasta mi collar.

 

–¡Es hora entonces!

 

Pasamos la noche riendo y hablando de nuestra semana. Al parecer Melissa y Weston empezaron a chocarse bastante entre clases y ella suena muy feliz, aunque dice que han hablado muy poco. Por otro lado, Oliver conoció a un chico hace dos días, pero aún no es nada serio, solo lo ve interesante y agradable. Dice que es de Welbourne College, así que es un amor imposible, y si funciona será increíble de ver.

Cuando la plática llegó hasta mí solo pude decir lo increíble que iba todo con Alexander. También les dije acerca de la curiosidad que me daba saber todo de él, pero que me había pedido tiempo. Ellos rieron cuando les conté de las galletas y me abrazaron y tranquilizaron cuando les dije de la escena tonta que Gregory armó en mi casa.




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