Contigo, hasta la luna

GREGORY

Emily lleva dos semanas sin dirigirme ni una palabra y estoy harto de verla con ese tal Alexander. Incluso sus padres me miran con cara de odio, ir a la enfermería nunca resultó tan incómodo. Luego de esa noche en la pelea, empecé a pensar de que forma recuperaría lo que me quitó... mil formas de recuperarla, de separarlos. Pero nada nunca funcionaba. Hasta que los vi discutir. Esa noche iba a pedirle perdón por vigésima vez y los vi afuera de la casa de Emily. Ella parecía enojada por no saber nada de su pasado y él no se veía dispuesto a contarle. Era perfecto. Justo lo que había estado buscando.

 

El lunes era día de prácticas, algo que normalmente es irrelevante. Al menos lo es sino practicas ningún deporte. Para mi suerte, Alexander es el nuevo jugador estrella del coach de baloncesto.

 

Cuando sonó el timbre corrí al cuarto vestidor y me topé con Alexander justo en el momento que cerraba su locker.

 

–Haznos un favor a ambos y sal de aquí, ¿quieres?– dije de mala gana.

 

–No tengo tiempo para ti, de todas formas ya me estaba yendo.– contestó cortante y asentí.

 

En cuanto salió me apresuré a buscar una forma de abrir su candado. Cuando por fin logré abrirlo empecé a buscar su celular y lo más sorprendente fue que no tenía contraseña alguna.

 

–¿Acaso no tiene nada interesante?– susurré al darme cuenta de que solo tenía mensajes de Emily y Weston estos últimos días. Luego de buscar más encontré un contacto con un nombre que no lograba reconocer–. Ainsley, ¿eh? Ella seguro me ayudará.

 

Dejé todo como lo había encontrado y corrí a entrenar con el resto del equipo de lacrosse.




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