Capítulo 2: Infierno

Se escuchaban muchos pasos apresurados en los laboratorios, había un gran número de personal de varias especialidades pero todos solo les decían "los científicos" a pesar que habían aquellos que no estaban relacionados a eso.

Todo se volvió oscuro, las luces se apagaban por zonas en cuestión de segundos mientras se escuchaban murmullos de unos señores que andaban en la sala, Thomas que intentaba analizar la situación esperando el mejor de los casos posibles, escuchó una pequeña conversación de aquellos murmullos.

—El jefe ya ha llamado a esa reunión y nosotros aquí, ¿Qué hacemos? Una guardia innecesaria.

—Tranquilo, tranquilidad ante todo, lo peor de esto es estar parados sin hacer nada, ¿De qué crees que estarán hablando?

—Ni idea, creo que las indicaciones generales para todo esto.

—¿En serio?, eso pasa por hacer todo en apuros, solo nos llamaron y cuando llegamos ya teníamos que trabajar como mulas.

—Más difícil para esos guardias, tal vez se enfrenten a su propia ética para gritar y golpear a estos chicos.

—Lo duro para nosotros va a venir mañana, hay que hacer análisis de estos chicos, hasta ahora solo 32 chicos tienen sus propios archivos, y faltan los cientos que hay aquí.

—Despues podremos descansar, quizás tendremos que hacer actualizaciones de sus carpetas por semana, ojalá por mes.

—Ya quiero que pase este año volando para poder retirarme e irme a disfrutar con mi familia, ya me cansé de tanto trabajo.

Los murmullos iban desapareciendo al igual que sus pasos, pero no se iban los sollozos y las pequeñas rápidas respiraciones agitadas que se escuchaban en todos lados, cada respiración sea de quien sea, se escuchaba más fuertes, algunos empezaron a gritar esperando algún tipo de ayuda.

Thomas intentando dejar de pensar en lo difícil y duro de la situación agarro una almohada delgada que estaba en su cuarto y se tapo la cabeza, cerrando los ojos esperando caer dormido para empezar otro día.

Las horas pasaron, los que durmieron aprovecharon lo que sería una calma para sus pensamientos a diferencia de los que no han podido dormir, Thomas no pudo dormir, toda la noche pensaba "¿Qué pasa aquí?, Debería escapar como sea, no quiero estar aquí" y también en su hermana.

Las luces se prendieron de repente, se escucharon alarmas en los parlantes que se ubicaban en las esquinas de cada pared, con eso, el personal del laboratorio entró apurado con varias carpetas, pero solo pocos tenían una carpeta particular de otro color diferente, un rojo intenso, una carpeta que tenia varios documentos. El personal levantaba a los chicos golpeando por las paredes, vidrios, plásticos y barrotes que tenían los diferentes cuartos.

—¡Levántense! ¡Se acabaron sus horas de sueño! ¡Levántense!— gritaba un señor con la voz tosca, uno de los que tenían la carpeta roja, un señor que ya iba en sus 50.

Todos los chicos se levantaron, siguieron las órdenes del personal, colocándose en columnas después que salieran de su cuarto, pero no faltaron aquellos que no querían obedecer por lo que optaron por mano dura. Los sonidos de desesperación regresaron con fuerza por parte de los chicos, Thomas fue el primero de una columna, lo cuál agradecía porque no podía ver la escena que pasaba detrás de él.

—Ya están en su posición Doctor— dijo uno de los que pegaron a los jóvenes mientras se tapaba con su vestimenta los nudillos los cuales estaban rasgados.

—Listo, gracias— Dijo con voz suave aquel señor —¡Escuchen bien! !Lleven a estos chicos de diez en diez a los laboratorios de sangre! ¡Ahora!

—¡¿Qué nos van a hacer?! No quiero que me hagan algo— Levanto la voz una chica con lágrimas en los ojos intentando sacarse de las manos de la gente del personal que la jalaban a las columnas.

—¡Suéltenme! ¡Este trato nunca lo mencionaron en su charla!— Dijo un joven más mayor en la misma situación, con más de un golpe en su rostro.

Thomas miraba el suelo, agarrando sus manos con fuerza, estaba preocupado y cada vez la desesperación crecía más en el.

—¡Silencio!, serán unos exámenes para tener más información de su propio cuerpo para seguir con el experimento de manera ordenada y rápida— Habló un científico —Sin esos exámenes y sus datos todo este proceso va a ser más complicado y no llegaremos a ninguna parte.

Después de esas palabras, el personal no perdió el tiempo y llevo de diez en diez a todos los chicos a lo que sería la primera prueba.

Cada uno era inyectado y después de extraer su sangre en un envase pequeño los enviaban a otra sala, dónde había unos aparatos con varios cables donde al final traían unas pequeñas agujas. Aquí los chicos se asustaron más por el hecho de tener que inyectarse en varias partes del cuerpo, como el cuello, los brazos, las piernas, varias partes del torso. Todos eran obligados, siendo empujados e inyectados, llenos de gritos y defensa propia.

En cada una de estas máquinas había una pantalla, dónde después de que los jóvenes quedarán paralizados por una pequeña droga, se veía el cuerpo entero del sujeto, sus huesos, nervios, el pulso, básicamente la mayoría de su anatomía, pero con toda esa información se llevan un dolor intenso en el cuerpo como si succionaron hasta lo mínimo de su cuerpo.

Los científicos se fueron colocando de manera ordenada en cada máquina para guardar sus datos y después se impriman varias hojas que guardaban en unas carpetas con el nombre de los jóvenes. Después de una indicación, las máquinas soltaron a los chicos que caían con cansancio, dolor en todo su cuerpo tanto que apenas si querían moverse.

Los jóvenes de nuevo fueron ordenados con las mismas indicaciones, varias columnas por grupos entraban a otra sala dónde se observaban demasiadas mesas y sillas de plástico, una en frente de otra, aquí los jóvenes se sentaban en su lugar y los acompañaban otros señores, así empezó un cuestionario.

Thomas estaba tocando la mesa moviendo su mano de un lado al otro hasta que un señor lo saludó.