Hoy estoy celebrando 14 años en este bello lugar.
*Nótese mi ironía*
Debo admitir que mi estadía aquí ha sido buena y mala; gracias a que fui bendecida con grandes poderes, tengo muchos privilegios aquí.
Se preguntarán, si tienes tanto poder, ¿por qué no sales de allí?
Es una buena pregunta y claro que tiene una respuesta, pues simplemente no tengo a dónde ir, mis padres me vendieron hace 14 años y estoy 70% segura de que la persona que me compró me sacó del país.
Así que si salgo de aquí solo seré una vagabunda, no tengo identificación y tampoco conozco ningún oficio para conseguir empleo.
Además si quisiera salir tendría que idear un plan, salir de aquí sola sería muy sencillo, pero si salgo de aquí quiero llevarme a mi amigos conmigo.
Estoy esperando el momento correcto para salir de aquí y se que lo lograré, este lugar es bueno, pero tantos años aquí me han llevado a odiarlo.
Así que aún estando cansada de estar aquí estoy celebrando, no solo por mi, también por mi única amiga, Katia Fischer, me gusta llamarla por su nombre, pero en este lugar es el sujeto de prueba #24.
Todos tenemos un número diferente, mientras más bajo sea tu número más poderosa te consideran y obtienes más privilegios, estos números empiezan desde el 10, pero nadie ha visto a esa persona, así que soy considerada la más poderosa por ser la que le sigue.
Este lugar acepta 200 personas y cada año se hacen pruebas para saber quien se queda y quien no. Los primeros 6 números no tienen que participar en esas pruebas, pero aún así algunos participan.
Si por casualidad derrotas a alguien con un número mayor al tuyo, puedes subir tu rango, por eso todos participan, algunos suben, otros bajan, la mayoría muere y son disecados.
Katia tiene el poder de controlar el fuego, su padre la envió aquí dos días después de conocer sus poderes. Katia no sabía controlarlos, también era algo nuevo para ella y un día simplemente derritió el televisor de su casa, su padre supuso que era un problema eléctrico, pero unos días después a Katia sd le derritió el celular en las manos, su padre asustado decidió venderla al laboratorio.
Todos los que estamos aquí somos personas no deseadas, algunos adultos, otros niños. Llegamos sin saber que harán con nosotros, al principio te tratan como basura desechable, no les importa lo que te suceda hasta que descubran lo que hay en tu interior. Si tienes poderes fuertes tendrás privilegios, pero sino, te tratarán como a nadie.
Cuando desperté estaba atada a una camilla, cubierta de cables y moretones, me habían inyectado varias sustancias, los "doctores" no me decían nada, así que empezaba a gritar y patalear, cada vez que lo hacía me ponían un sedante, pero mi cuerpo lo rechazaba, así que simplemente me sujetaban con fuerza para continuar sus experimentos.
No me dejaban ir por mucho que llorara, llegué a un punto en el que dejé desbordar mis poderes y antes de darme cuenta ya había matado a doce personas. Ese día fue muy traumante para mi, con el tiempo logré superarlo.
Cuando volvieron a experimentar conmigo el primer poder que describieron fue mi inmortalidad, yo me sorprendí más que ellos, ¿inmortal? ¿no moriré nunca?
Ver a mis seres queridos morir uno tras otro. No, ese no era mi plan de vida favorito. Poco a poco otros poderes eran descubiertos, después de un mes fue cuando anunciaron a todos que yo era la segunda más poderosa de todo este lugar. Me prepararon mucha ropa, toda con el número 11 y era atendida como reina.
Mi rutina de convirtió en algo normal. Despertar, tomar medicamentos que suprimen mis poderes, aunque lo que ellos no saben es que esos medicamentos no sirven en mi. Yo sola aprendí a controlar correctamente mis poderes, así que los oculto de ellos.
Mis primeros años aquí no fueron muy agradables, no tenía amigos, aunque ¿para qué los necesitaría? Tampoco tenía amigos en mi escuela y estaba bien. Me encontraba sola y no confiaba en nadie, a excepción de la chica rara de los objetos, bueno, así la llamaba yo. Me dijeron que si necesitaba algo del exterior podía pedírselo a ella y así lo hice, le pedía libros, después de todo amaba leer, aún lo hago, pero con menos frecuencia.
Para atenderme dejaron una "mujer" y sigo "mujer" entre comillas, porque es una humanoide, exacto, aquí no solo investigan personas con poderte, sino que también construyen robots y un montón de cosas.
A mi humanoide le puse mi antiguo nombre "Anne", sabía que ese nombre sería olvidado y que ahora sería conocida como 11, la chica inmoral con poderes.
Me imaginaba mi futuro encerrada en ese laboratorio, generación tras generación, todos muriendo y yo apreciando sus muertes, sonaba desastroso, pero era simplemente la realidad.
Deseaba dos cosas, la primera era poder convertir a mis amigos en seres inmortales, pero eso sería muy egoísta de mi parte, la otra era poder morir, ambas eran 99% imposibles, pero ese 1% me mantenía con la esperanza.
Hablé mucho de esto con Gerald Wolf, el dueño de este imperio. Me dijo que había una pequeña posibilidad en ambas ideas. Me sentí feliz, hasta que Wolf no volvió al laboratorio, perdí acceso a su oficina y tendría que esperar hasta que el quisiera hablar conmigo.
A pesar de que Wolf me haya comprado y me haya usado para sus experimentos, no nos llevábamos tan mal. Éramos capaces de hablar por horas, pero Wolf era un hombre diferente y extraño, a veces me daban ataques de ansiedad y se mantenía encerrado por meses, alejándose de todos y nadie podía hacerlo salir.
Me tenía confianza en algunas cosas, pero había un tema el cual ignoraba, el sujeto de pruebas #10. Nadie lo había visto, pero sabía que estaba aquí en las instalaciones, en la última puerta del pasillo sur. Wolf prefería meter excusas y largarse antes de que responderme.
Me mataba la curiosidad por conocer al #10.
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Editado: 24.08.2021