Convénceme de ser tuya

Capítulo 5: El sobre extraviado

(Narra Lucio)

Doy un sorbo a mi café y recargo mi cabeza contra el respaldo de mi asiento. Anoche no pude conciliar el sueño por las expectativas de la misión que tengo frente a mí. Mi desempeño en el Distrito 14 debe ser excelso, mi carrera entera depende de que me luzca ante mis superiores.

—Reportándome, capitán —se anuncia de este modo Nando.

—¿Y los demás? —pregunto sin abrir los ojos.

—La mayoría ya está esperando abajo, solo faltan algunos por llegar, pero aún no dan las ocho así que nadie va tarde —me indica—. De hecho, me gustaría tomar esta oportunidad para hablar con usted sobre el chico nuevo. Ayer lo visité en su apartamento y… no sé si sea la adición indicada para nuestra Unidad, capitán.

Su comentario me hace abrir los ojos de golpe y clavar mi vista en él.

—¿Estás cuestionando mi decisión, Novoa? —pregunto sintiendo cómo el enojo sube por mi estómago, lo último que me falta es que un subordinado se tome esas libertades conmigo.

Nando endereza su espalda aún más, temiendo haberme ofendido con su observación.

—No, capitán, por supuesto que no. Es solo que… ¿ya vio al chico? ¡Es de aspecto más delicado que muchas mujeres que conozco! Por favor, no lo tome a mal, solo me sorprendió su apariencia física y el miedo en su mirada…

—¿El miedo en su mirada? —pregunto con el ceño fruncido.

—Sí, capitán. El chico parecía aterrado por mi presencia, como si temiera que fuera a  aplastarlo con mi bota… si se comporta así frente a un compañero de Unidad, no imagino cómo va a actuar cuando tenga una Salamandra apuntándole con un arma a la cara. ¡Va a orinarse de miedo! En verdad no quiero que me tome por un insubordinado, es solo que ese tal Luján me da mala espina —el tono empleado por Nando hace difícil que me moleste con él. La realidad es que mi segundo al mando simplemente está diciendo la verdad y con toda certeza tiene la razón, no hace falta ver al chico Luján, basta con ver su expediente para saber que es un eslabón débil. Lamentablemente, dejarlo atrás no es una opción.

Suelto un largo suspiro antes de contestar. Nando es mi hombre de más confianza, no tiene caso querer ocultarle la verdad. Además, sé que puedo contar con su discreción pues es un chico leal a mí.

—Te entiendo, Novoa y sé que dices la verdad. Por desgracia, no hay nada que pueda hacer al respecto. Veras, al chico Luján no lo elegí yo. Él es… un encargo del General Nuñez.

—¿Un encargo? —pregunta Nando, confundido.

—Luján es una especie de protegido del General y ya sabes que siempre es bueno tener a los superiores de nuestro lado, en especial al mismísimo Ministro del Orden. El chico es un mal menor si me gana el favor del General. Pero no debes preocuparte, no pienso dejar que ponga en peligro a la Unidad, no planeo emplearlo en ningún combate —le explico.

Los ojos de Nando se iluminan conforme va entendiendo mis palabras.

—Ya veo… ¿y qué planea hacer con el chico?

—No lo sé, ya se me ocurrirá algo. Podemos tenerlo de recadero, cocinero o cualquier otra actividad sin importancia que lo mantenga fuera de peligro. Aún no lo decido…

El teléfono de la oficina suena. De inmediato lo levanto bajo la mirada de Nando. Una voz rasposa de mujer me saluda al otro lado de la línea.

—Capitán Lozano, qué gusto poder encontrarlo. Yo soy la Nana Margarita, llevo días intentando comunicarme con usted sin éxito.

Una mueca involuntaria de desagrado se dibuja en mi rostro. ¿Qué querrá una Nana del Ministerio de la Mujer conmigo?

—Lo siento, me temo que he estado muy ocupado con los preparativos de una misión. ¿En qué puedo ayudarla, Nana? —respondo escondiendo mi fastidio por tener que perder tiempo con ella.

—¿Ayudarme? En nada, capitán. Le hablo pues me temo que debo compartirle una noticia bastante triste. Supongo que se ha de estar preguntando por qué su Vasija no se presentó el día acordado… nos sorprendió un poco que no nos llamara para preguntar, pero…

—Espere, debe estarse confundiendo de persona. ¿Mi Vasija? A mí no se me ha asignado ninguna Vasija —le aclaro.

—Por supuesto que sí. Usted recibió su asignación de pareja hace casi una semana. La información debió haberle llegado en un sobre color gris…

—Yo no recibí ningún sobre color gris —me defiendo.

Al momento de pronunciar las palabras veo como el rostro de Nando palidece. Su reacción me hace callar pues es obvio que él sabe algo que yo no. De inmediato, Nando comienza a rebuscar en mi escritorio. Bajo los mapas del Distrito 14 y otros planos que tracé durante la semana, mi subordinado encuentra el sobre gris en cuestión. Tan solo de verlo mi memoria se refresca, Nando me entregó el sobre justo antes de que el Mayor me llamara para su oficina, haciéndome olvidar por completo que lo había recibido. No puedo creer que pude ser tan irresponsable, una noticia de este tamaño y yo la traspapelé por mera distracción.

De un tirón, le arranco el sobre a Nando de las manos, más molesto por mí descuido que con él.

—Aquí tengo registro de que el sobre fue entregado al Ministerio del Orden…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.