Convenio matrimonial

《 Pensar 》

Eso ya lo sabía. Era la razón principal por la que había llegado hasta aquí, la cosa era que no tenía una respuesta exacta del por qué y era algo que casi siempre, a mí me gustaba obtener.

El señor Hewlett continuó explicando otras razones, y en el fondo no me sentía satisfecho con lo que me estaba diciendo, causando dentro de mí una incomodidad como las que tenía aquellas veces que algo me faltaba.

Muchas cosas no entraban en el rompecabezas, pero aguardar por una respuesta entre líneas, me parecía más razonable que ignorar sus palabras; además, el hombre necesitaba expresarse y creo que eso le ayudaba también a liberarse.

Permanecí atento a lo que expresaba, contestando sus preguntas con respecto a la empresa y el cómo era que trabajábamos, aparte de los procedimientos legales y tecnológicos con los que nos habíamos involucrado desde hacía ya, unos años.

La era había avanzado bastante y lo que un día se pensó, era caso imposible, se podía notar como una realidad; desde que empezaron a probarse los chips que restauraban el movimiento de un cuerpo que yacía completamente entumecido por alguna enfermedad, hasta la sustitución de partes humanas con tecnología o animales, las cosas indicaban que los avances eran buenos.

Que la ciencia seguía aumentando, aún cuando el mundo en otros lados, también gemía de dolor.

Por mi parte, todo había empezado por la guía de un buen mentor, no por mi padre o algo por el estilo, aunque debía admitir que la carrera que tomé en la Universidad, me acercaba más a este mundo de lo que alguna vez pude imaginar.

Por eso no se me hacía tan descabellado una biotecnoterapia, el punto era que por mucho que nuestra tecnología médica ayudara a enfermos y pacientes a alargar su tiempo de vida y a mejorar los resultados en tema de máquinas para que los doctores pudieran proceder, yo sabía que esta idea iba más allá que un simple proyecto pensado o una inversión de su parte.

En primer lugar, no le quitaba el mérito al señor Hewlett de estar actualizado, de tener sensores en el baño, de hacer las puertas más flexibles para la privacidad y que las prendas se adaptaran para dar una sensación cálida en el cuerpo, cosa que no me había pasado desapercibida, pero sí se lo quitaba ante el hecho de no decirme una verdad y del por qué me presentaba eso a mí.

Cientos de empresarios morirían por darle lo que él buscaba, a costa de lo que fuera, porque quería trabajar con el área biológica, hacerla compatible a la tecnología o la nanotecnología y luego convertir eso en una clase de terapia que le diera al cuerpo la capacidad de autoregenerarsd o por lo menos, lograra eliminar células como las cancerígenas, que de por sí, vivían dentro de nosotros.

El problema de esas células era que necesitaban detonantes, cuales fueran, para accionar y convertirse en algo que el cuerpo ya no podría siquiera soportar o combatir.

Si bien dicen que el amigo hay que tenerlo cerca, el enemigo también parece estar mucho más cercano a la raza humana de lo que uno se podría imaginar.

Por eso, el sistema no siempre se lograba curar a tiempo, porque el enemigo, iba trabajando en silencio.

Como por ejemplo, las esporas en los pulmones, el resfriado que no se sanó, la comida mal procesada, el no cuidar la microbiota interna, el deshacernos de las buenas bacterias y el no aprender a cuidar nuestra boca y nada de lo que nos hacía trabajar diario y enfrentarnos a los tiempo.

El cuerpo era nuestro templo, sí, pero lo que había en su interior, cada Sistema Nervioso, desde el Central, Simpático o el Autónomo, merecía un poco de atención para conocer cómo era que funcionaba cada uno.

Si desconocemos lo que se nos dio, ¿cómo íbamos a ser capaces de ayudar a otros? Por lo mismo, requería esa respuesta de parte del hombre, pero en ningún momento, él me la dio.

No sabía a quién ayudaba con esto y no quería ver el proceso como una simple inversión de un hombre que había apostado lo suyo para estar rodeado de un paisaje como este.

—¿Va a pensarlo, al menos, señor Stonn?—Lo miré al no soltar el aire en su presencia, porque notaría que no estaba tan seguro, por lo que moví la cabeza, de pie—. Muchas gracias—sonrió, tal vez un poco emocionado al estrechar mi palma, dejándome solo un rato.

No tenía miedo de mí, su confianza venía de otra razón, por lo que seguí atento a esa información recopilada, en la que seguramente, después de evaluarla, tendría que trabajar.

Lo que estaba seguro era que me costaría un poco volver a los laboratorios o probarlo en alguna persona; no estaba para nada dispuesto a hacer que alguien corriera el riesgo de morir por mi culpa, ni mucho menos, a ponerlo en práctica sin una prueba, pero debía de idear el modo de que esto funcionara y en mi mente no existían muchas opciones.

Suspiré, tomando los papeles al guardarlos en lo que aceptaba que este día iba a estar concentrado en algo más importante que lo de anoche, aún si ya no tenía que pensar en ello, porque Ivon y yo, ya nos habíamos disculpado.

A mí, por entrar sin ser solicitado al despacho y a ella, por ser un ratón que hurgaba donde no le era necesario.

Dejé el área en dirección a la cocina, puesto que no iba a perderme en mis pensamientos ni en el trabajo, sin haber comido algo y a decir verdad, lo que había probado hacía un rato, no era que me llenaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.