Convenio matrimonial

《 Por ella 》

A decir verdad, nunca nadie me había dicho algo así, mucho menos para despistarme, ni como ofrecimiento, porque la verdad, eso dicho, era exactamente eso.

—Dime rápido, Stonn—rompió el silencio al saberme aún anonadado, esperando.

—Ivon—no me vio, tocada en lo que di un giro al contener las sensaciones por lo que pasaba, incluso por lo que expresó, inspirando al aguantar el aire—, estaba arriba analizando las cosas—comencé, despacio—, y llamé antes a mis asesores al estar afuera, porque intento buscarles una salida y no me iré sin darles una respuesta—zanjé, obteniendo el silencio en el espacio al exhalar profundo—. Todavía no entiendes cómo funciona esto—dije, casi a modo de decepción, e igual, de regaño.

—Lo hago—enunció, bajo, al no atreverse a verme de nuevo.

Sabía que la idea le había costado, aunque con esas acciones descubrí qué tanto.

—¿En qué trabajas?—Mostré interés de inmediato.

—Estudié administración de empresas, manejo la contabilidad de algunos de los negocios familiares.

—Pero no trabajas en una empresa como la mía; hay gente a la que debo de cuidar por encima de mí, o de lo que quiero—expliqué.

—Si necesita más dinero, tengo ahorros—gruñí, dando vueltas en el escenario al renegar de nuevo.

—¡No se trata de solo dinero, niña! ¿Comprendes eso?—indagué, completamente indignado al estar más cerca, viendo sus ojos tristes.

—Puedo darle todo lo que tengo—susurró, rompiéndose en pedazos a pesar de que no lloraba, pero el lamento estaba en su alma.

—¿Por qué? ¿Cuál es el motivo de eso? ¿Por qué me estás presionando de este modo? Tu padre está en silencio—expuse, extraño y apenas desesperado.

No quería lidiar con un escenario vulnerable.

No quería sentirme vulnerado, y no importaba el conocimiento de responsabilidad emocional y afectiva que tenía; yo no estaba preparado para eso.

Para ella

—Tal vez pueda hacer que hables más rápido—ladeé el rostro, sonriendo sutil.

—Hablo más rápido, pero no pienso con distracciones—expuse, con la guardia baja al tratar de entender las cosas de otra forma.

—Te distraigo—descubrió, al fin.

—Es lo que he intentado decirte desde que me llamaste aquí con la excusa de ser tu padre—afirmé.

—Ay, Dios, discúlpame—pidió, cubriéndose el rostro al sentarse en la esquina del escritorio, con la melena cubriendo su estado al caer en la realidad.

—¿Tienes algo en los oídos?—Estiré el brazo para ver, pero me manoteó, logrando una risa de mi parte.

—No, no.

—¿Y qué pasa en el procesamiento de tu cerebro?—Sacudió la cabeza, enfocando su vista en mí.

—Nada, solo estoy desesperada—declaró, permaneciendo en el contacto al pensar que eso me podría ayudar con los datos que estaba necesitando.

—¿Y la razón?—Quise formularlo de otra manera, aún cuando no salió.

—Papá quiere invertir en tu tecnología médica—asentí.

—Ajá—crucé los brazos, en frente, curioso por lo que les costaba tanto decirme.

—Si dices que sí, puedo casarme contigo—desvió, volviendo a dejarme perplejo.

—¿De qué rayos estás hablando?—suavicé, por más que deseaba soltar una maldición.

—Te ofende—apuntó, quedando de pie, por nueva vez.

—Por supuesto—emití, dándole un vistazo al mismo atuendo que llevaba el día anterior, cosa que nos tenía algo conectados, porque no luchamos por cambiar la apariencia de cuando nos vimos aquí.

—No has pensado en el compromiso—habló. La observé, negando.

—Ratón, no estoy desesperado—declaré, obteniendo su vista en el instante.

—Es para mi madre—confesó, directamente, al no tener a dónde ir, ni qué más decir para despistarme—. Quiere invertir por ella—no sé por qué me imaginé ahí tan cerca, tomando su rostro entre mis manos, mientras lo decía desde la herida.

Porque eso la tenía adolorida, aunque ella no lo viera.

—Por eso la biotecnoterapia—concluí, suspirando.

—Sí—confirmó, despacio.

—Ahora entiendo todo—apunté, alejado al guardar la información en lo más hondo de mis adentros.

—Creí que iba a decírtelo, pero noto que sigues desorientado—concretó, al verme en ese rato, deteniendo mis pasos al lograr quedar centrado en el espacio.

La enfoqué, hundiendo los hombros en lo que pareció inspeccionarme, cruzando los brazos para darse calor.

—En mi defensa, me gusta la claridad desde el primer día, pero me hicieron subir colinas y dormir en una habitación-cabaña—Ivon sonrió, bajando el rostro para ocultar su risa—. Y ahora descubro todo esto—sopesé, desganado al tener un motivo que por primera vez, me hacía tragar con una incomodidad en la garganta.

No era que no tenía sentimientos por los demás, ni que no me importaban los pacientes o las personas que usaban la tecnología de la empresa, pero las cosas cambiaban cuando hacías contacto con quienes necesitaban de ti, al igual que los que estaban dando más de ellos por una buena respuesta, algo que no a todos se les podía dar.




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