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La vida es irónica, casi tanto como Beatriz.

Ella suele dejar un vaso por cada lugar en el que está, es un poco molesto recordárselo siempre y que nunca lo tome en cuenta... así como que no lave los platos que utiliza y deja que se acumule un cerro de ellos si no los lavo yo. Es gracioso porque llega un momento en el que se queja porque no hay platos limpios para utilizar, pero es ella quien los ensucia.

He aprendido a mantener mis cubiertos y platos limpios, solo los que yo uso, y guardarlos en un lugar donde sé que no va a buscar esperando que así aprenda a lavar y ordenar todo lo que usa, pero ella sigue dejándolo todo ahí hasta que, por el olor, termino haciéndolo yo. Al menos ahora barre la casa cuando se lo pido, antes simplemente no lo hacía.

Es molestoso que no le dé la seriedad a las cosas que necesitan seriedad, también que gaste el dinero que tenemos desmesuradamente sin pensar en ahorrar o guardar algo para alguna emergencia o gastro no previsto. Es poco organizada y siempre tengo que recordarle lo que tiene que hacer y ni hablar de cuando le toca cocinar. ¿He mencionado ya que es extremandamente desordenada y no le gusta limpiar nada de lo que ensucia? Bueno, nunca me he quejado con ella sobre cómo cocina porque espero que algún día mejore, pero en verdad carece de sabor, a veces pienso que lo hace solo para salir del paso y volver a dibujar o hacer lo que sea que esté haciendo.

Para mantenerme cuerdo salgo a caminar solo por el parque que queda a unas cuadras de casa, pero ella siempre aparece ahí como si estuviera espiándome y me lleva casi a rastras a algún restaurante nuevo que vio y exprime las pocas monedas que tenemos. 

Pero...

Adoro las tardes en las que nos sentamos en el sofá a ver alguna película mientras muerde suavemente mis orejas, siendo que me relaja tanto que casi estoy volando.

Y ni hablar de cuando me echo en su regazo. La amo cada vez más.