Alexander y Amelia estaban en la habitación de aquel lujoso hotel, rodeados por el lujo y la opulencia que el lugar ofrecía. Sin embargo, el esplendor del entorno no lograba distraer a Alexander de la preocupación que lo atormentaba. Su mente se encontraba en un torbellino tratando de encontrar una solución al caos que se había desatado tras ser visto en compañía de aquella enigmática mujer.
De repente, el sonido de una llamada interrumpió sus pensamientos. Miró su celular y vio que era Marcos, su asistente, quien lo llamaba. Contestó con una sensación de creciente ansiedad, notando que la voz de Marcos sonaba inusualmente agitada.
-Alexander, necesito hablar contigo de inmediato- dijo Marcos, respirando con dificultad. -La noticia sobre tu supuesta relación ya está circulando por todos lados. A estas alturas, el señor Bianchi ya debe haberlo visto.-
El mensaje fue como un balde de agua fría. Alexander sintió cómo la desesperación se apoderaba de él mientras trataba de calmarse y procesar la magnitud de la situación. Su mente comenzó a formular estrategias apresuradas para enfrentar el inminente impacto de la noticia.
Se alteró aún más al considerar que lo que menos necesitaba era dar una mala impresión a su socio. Alexander era conocido por mantener una imagen intachable, evitando cualquier tipo de escándalo, especialmente los de carácter amoroso. La posibilidad de que esta situación empañara su reputación ante él era una amenaza que no podía permitirse.
Con un esfuerzo por calmarse, Alexander trató de pensar en una solución rápida para mitigar los daños y proteger tanto su reputación como la relación con su socio.
Alexander observó a la chica recostada en los muebles con una expresión de total calma, como si no tuviera conciencia del desastre que se estaba desarrollando a su alrededor. Al mirarla de nuevo, una idea le cruzó por la mente. Si lo que menos necesitaba era un escándalo, podría hacer pasar a aquella mujer como su novia o prometida, si era necesario.
Alexander- entrando en la habitación y acercándose a Amelia con una expresión decidida- Necesitamos hablar.
Amelia - mirándolo con curiosidad, aún recostada en el sofá- Claro, ¿qué sucede?
Alexander- tomando asiento frete a ella- Lo que está pasando ahora mismo podría volverse un problema serio. La noticia de nuestra supuesta relación ha comenzado a circular, y no puedo permitir que esto afecte mi reputación.
Amelia- frunciendo el ceño- ¿Y qué sugieres que hagamos?
Alexander- haciéndose una pausa, buscando las palabras correctas- He pensado en una solución que podría resolver el problema de inmediato. Quiero ofrecerte una propuesta. Necesito que te hagas pasar por mi novia o prometida durante los próximos seis meses.
Amelia - sorprendida y un tanto emocionada se incorpora un poco- ¿Seis meses? ¿Y qué ganaría yo con esto?
Alexander- Firmaríamos un contrato formal en el que te compensaría con una cantidad considerable de dinero. Esta cantidad sería suficiente para resolver cualquier asunto financiero que tengas pendiente.
Amelia- tratando de disimular su entusiasmo- ¿Y cómo sabes que no terminaré en una situación más complicada de la que estoy ahora?
Alexander- con tono persuasivo- Puedo garantizar que el acuerdo será completamente transparente y legal. Solo necesito que actúes como mi pareja para evitar que la noticia se propague y cause más estragos.
Amelia- déjame pensarlo
Amelia escuchó la propuesta de Alexander con una calma exterior que trataba de mantener, pero su mente estaba en un torbellino de emociones. A pesar de que su rostro mostraba una expresión pensativa y contemplativa, en el fondo estaba emocionada por la oportunidad que se le ofrecía. La idea de convertirse, aunque fuera de manera temporal y ficticia, en la "novia" de un hombre como Alexander era una perspectiva que no podía dejar pasar.
Mientras él hablaba sobre el contrato y la compensación económica, Amelia se esforzaba por no mostrar el brillo en sus ojos ni la sonrisa que amenazaba con asomarse en sus labios. Aunque su respuesta parecía ser una reflexión ponderada, en realidad estaba considerando cómo aceptar la propuesta sin dejar de ser auténtica en su respuesta. La idea de estar cerca de Alexander, de tener una presencia constante en su vida, le parecía una oportunidad demasiado valiosa para desperdiciar.
Amelia sabía que, a pesar de la naturaleza falsa de la relación, esta situación le permitiría acercarse a él, ganarse su atención y, posiblemente, su afecto genuino con el tiempo. Mientras él continuaba explicando los detalles del contrato, ella ya estaba planeando cómo usaría esta situación a su favor. Sabía que, si jugaba bien sus cartas, podría caer en las garras de Alexander, y él ni siquiera se daría cuenta.
A medida que Alexander concluía su oferta y se preparaba para finalizar la conversación, Amelia asimilaba la propuesta con una sonrisa apenas perceptible. Aunque sabía que la relación no era real en el sentido convencional, estaba decidida a hacer que esta oportunidad jugara a su favor. El plan de convertirse en la novia ficticia de Alexander le parecía una jugada maestra, y la posibilidad de estar cerca de él durante los próximos seis meses era un sueño que no podía dejar pasar.
Mientras se levantaba para finalizar la conversación, Amelia se sintió una mezcla de satisfacción y anticipación. Ella estaba preparada para aprovechar al máximo esta oportunidad, convencida de que, poco a poco, Alexander caería en las garras de su encanto. Y aunque el acuerdo fuera una fachada, Amelia tenía claro que este sería el primer paso hacia lo que realmente deseaba.
Amelia, tras un momento de reflexión, finalmente levantó la mirada hacia Alexander con una expresión decidida. Aunque la propuesta inicial la había tomado por sorpresa, estaba dispuesta a aprovechar la oportunidad.