Corazón Ardiente

7- Lo que es mío.

Después de un ajetreado día dando charlas e investigando , Amelia estaba sentada en su sala, mirando el reloj con una creciente sensación de impaciencia. Aunque el día había sido tranquilo, la falta de contacto por parte de Alexander la hizo sentir más sola de lo que había esperado. La sensación de aburrimiento y la frustración de no saber cómo estaba manejando su papel como su “novia” comenzaron a apoderarse de ella.

Amelia había estado esperando un mensaje o una llamada que nunca llegó. Sentía que su esfuerzo por mantener la farsa y su rol de novia cariñosa estaban siendo ignorados. Después de un rato de dar vueltas en el sofá, decidió que era momento de tomar la iniciativa. Si la relación era una farsa que necesitaba ser creíble, ella debía desempeñar su papel con convicción y asegurar que Alexander viera su compromiso.

Con una determinación renovada, Amelia se levantó, se vistió con un atuendo elegante pero casual y se dirigió hacia la oficina de Alexander. No quería quedarse esperando sin hacer nada; debía demostrar que estaba dispuesta a ser la novia atenta que él necesitaba para mantener la fachada.

Al llegar a la moderna e imponente torre de oficinas donde trabajaba Alexander, Amelia se sintió un poco nerviosa, pero se mantuvo firme. La recepción estaba ocupada con un flujo constante de empleados y visitantes, pero ella se dirigió con confianza al mostrador.

-La recepcionista miraba a Amelia con una expresión de escepticismo- Hola, ¿en qué puedo ayudarte?

-sonriendo amablemente Amelia le respondió - Hola, soy Amelia, la novia de Alexander. Vine a hacerle una visita. ¿Podrías decirme en qué oficina se encuentra?

-con un tono un tanto condescendiente, revisando la computadora- Lo siento, pero no parece haber ninguna confirmación de tu relación con él en nuestro sistema. Además, no estás en la lista de visitantes autorizados. Sin una cita o una confirmación previa, no puedo permitirte el acceso.

Amelia sintió que la recepcionista estaba tratando de minimizar su presencia y decidió tomar un enfoque más firme. Sabía que su rol en la farsa necesitaba ser afirmado y no iba a permitir que la recepcionista la tratara como una visitante cualquiera.

-manteniendo la calma, pero con un tono firme Amelia le dijo - Entiendo que hay procedimientos, pero te aseguro que soy la novia de Alexander. No estoy aquí como una visitante cualquiera. Si tienes alguna duda, puedo contactarlo directamente. ¿Puedes, por favor, verificar nuevamente? Estoy segura de que él estará dispuesto a confirmar quién soy.

-sorprendida por el cambio de tono y un poco incómoda la recepcionista respondió- Está bien, solo un momento.

La recepcionista tomó el teléfono con una actitud menos segura, marcando el número de la oficina de Alexander. Mientras esperaba, Amelia mantuvo su postura, con los brazos cruzados y una expresión decidida en su rostro. Sabía que tenía que defender su posición si quería que la visita tuviera éxito.

Después de unos minutos, la recepcionista colgó el teléfono y miró a Amelia con una expresión menos desafiante.

-He hablado con el señor Alexander, y parece que él confirma tu identidad. Te pido disculpas por el malentendido. Puedes subir al piso 50 y te indicarán dónde está su oficina.

- asintiendo con una sonrisa decidida- Gracias. Aprecio que hayas verificado. Me aseguraré de que este tipo de situaciones no se repitan en el futuro.

Con una sensación de triunfo, Amelia se dirigió al ascensor y subió al piso 50. La recepción había sido un obstáculo, pero su firmeza había dado resultado.

Amelia salió del ascensor, su corazón empezo a latir con fuerza. Al escuchar la risa de la rubia que la guió hasta la puerta de la oficina. Se detuvo, apoyada contra la pared, y observó la escena con una mezcla de ira y determinación. Alexander, con una sonrisa forzada, escuchaba atentamente a la mujer. Sus ojos se encontraron con los de Amelia por un instante, y una chispa de reconocimiento brilló en los suyos. Amelia inspiró profundamente y empujó la puerta, lista para reclamar lo que era suyo.

Amelia observaba desde la sombra de la puerta, su corazón latiendo como un tambor. La mujer rubia y despampanante no dejaba de lanzarle miradas coquetas a Alexander. La ira la consumía, pero también un anhelo que luchaba por salir a la superficie. Era su momento.

Se adentró en la sala, su presencia cortando la conversación. Todos los ojos se posaron en ella, pero ella solo tenía ojos para Alexander. Con una sonrisa segura, se acercó a él y lo tomó de la mano.

—Cariño —dijo, su voz suave pero firme—, creo que es hora de que nos vayamos. Tenemos una cena importante esta noche.

Alexander se sorprendió por su atrevimiento, pero no pudo evitar sonreír ante su audacia. Antes de que pudiera responder, Amelia se acercó a él y lo besó. No fue un beso tímido ni apresurado, sino un beso intenso y lleno de deseo, que dejó a todos boquiabiertos.

Las lenguas se entrelazaron en un baile sensual, mientras sus cuerpos se rozaban ligeramente. El beso se prolongó por unos segundos que parecieron eternos, hasta que finalmente se separaron, sus respiraciones agitadas.

Amelia lo miró a los ojos, una chispa de desafío brillando en los suyos.

—Disculpa las molestias —dijo, dirigiéndose a los presentes—, pero mi novio no tolera que lo coqueteen.

Alexander, aún aturdido por el beso, asintió con una sonrisa. En ese momento, se dio cuenta de que tal vez había subestimado a Amelia.

La oficina quedó sumida en un silencio tenso. Alexander observaba a Amelia, su mirada fija en sus labios aún ligeramente hinchados. Un calor extraño recorrió su cuerpo al recordar la intensidad de su beso. La mujer que había conocido en aquella calle, tan enigmática y segura de sí misma, lo estaba poniendo a prueba de una manera que nunca había imaginado.

Alexander se acercó a ella, sus ojos verdes clavados en los suyos.

—Eso fue... inesperado —admitió, su voz ronca.



#7105 en Novela romántica

En el texto hay: amor y pasion, +18

Editado: 30.07.2024

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