Corazón Congelado: La Balada de Lyra

Capitulo 6: El Desafío Silencioso

Los días pasaron, y la necesidad de una demostración de fuerza se hizo inminente. Lyra posponía la decisión, sumida en una batalla interna. La idea de usar sus poderes, de siquiera sentirlos en su interior, le traía náuseas.

Una tarde, mientras una ventisca soplaba furiosamente fuera del palacio, Lyra se encontró con Kyle en uno de los pasillos menos transitados, cerca de una ventana arqueada donde la nieve se arremolinaba. Había un silencio tenso entre ellos.

"¿Es cierto que vuestro padre ha convocado a una reunión de los clanes para discutir el asunto Kaelenita?" preguntó Kyle, su voz tranquila.

"Sí," respondió Lyra, sus ojos fijos en la tormenta exterior. "Es la única forma de conseguir un frente unido. Y de presentar la propuesta de alianza con Aetheria."

"Y vosotros... ¿mostraréis vuestro poder?" la voz de Kyle era una pregunta, no una exigencia.

Lyra se encogió. "Ese es el plan que Brynn y el consejo creen necesario." Se mordió el labio, una rara muestra de indecisión. "No deseo hacerlo."

Kyle se acercó un paso. "Lo entiendo. El poder puede ser... abrumador. Especialmente cuando uno lo ha visto causar dolor."

Lyra se giró bruscamente, sus ojos fríos como las grietas de un glaciar. "¿Cómo lo sabéis?" La pregunta era una acusación.

"He vivido, Lyra," respondió Kyle, su voz suave, inalterable. "He visto la devastación de los vientos descontrolados. Y he visto el miedo en los ojos de quienes los poseen. No es tan diferente de vuestro hielo." Hizo una pausa. "Pero vuestro pueblo os necesita, Lyra. Y los Kaelenitas solo respetan la fuerza."

"Mi fuerza... es una maldición," susurró Lyra, la verdad escapando de sus labios por primera vez en años, apenas audible sobre el aullido del viento.

Kyle se acercó aún más, la distancia entre ellos disminuyendo. "No es una maldición. Es una parte de vos. Una parte poderosa. Y no sois la niña que erais entonces. Tenéis control, Lyra. Solo tenéis que encontrarlo de nuevo."

Lyra lo miró fijamente. Había una intensidad en sus ojos verdes, una fe inquebrantable que la desorientaba. "No podéis saberlo," dijo, su voz quebrada. "Vos no estuvisteis allí. No visteis lo que hice."

"No estuve allí para ver lo que hicisteis, no," dijo Kyle, tendiendo una mano y tocando suavemente el hombro de Lyra, un toque sorprendentemente cálido que la hizo estremecerse. "Pero estoy aquí ahora, Lyra. Y veo lo que sois. Una líder. Una reina. Y alguien que lleva una carga inmensa sola."

El contacto de su mano, la comprensión en sus ojos, fue una fisura en el muro de hielo de Lyra, más profunda que cualquier palabra. Por un momento, sintió un calor inusual extenderse por su brazo. Era una invitación a la confianza, un desafío silencioso a su miedo. La tormenta exterior arreciaba, pero en el pasillo, entre el hielo y el viento, algo empezaba a cambiar.




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