La reunión de los clanes era un torbellino de tensiones. El gran salón del consejo estaba lleno de líderes, sus rostros como tempanos de hielo y ojos llenos de desconfianza. Lyra se sentó en el estrado junto al Consejero Brynn, la ausencia del Rey Theron era un vacío palpable. El líder de los Kaelenitas, Jarl Roric, era un hombre fornido con una barba llena de escarcha, una cicatriz que viajaba desde su ojo izquierdo hasta la comisura de su boca y una mirada agresiva que no se apartaba de Lyra.
"El Jarl Roric cree que nuestro reino es débil," proclamó Lyra, su voz clara y fría. "Cree que la ausencia de mi padre es el final de la línea real de Veridia. Él piensa que podemos ser derribados con simples incursiones en la frontera."
Un murmullo de preocupación recorrió la sala. Jarl Roric sonrió, un gesto de desdén. "Lo que creo es que vuestra línea de sangre, Princesa, se ha debilitado con el tiempo. El poder del hielo os ha abandonado. No sois más que un adorno para el trono, una figura de hielo sin vida."
El corazón de Lyra se heló. Se puso de pie, su expresión era una máscara de contención, pero por dentro, una tormenta de emociones se agitaba. Podía sentir el resentimiento de los clanes, el miedo a la guerra, la esperanza de una señal de fuerza. Miró a Jarl Roric, sus ojos de hielo inquebrantable.
"Las palabras son tan solo palabras, Jarl Roric," dijo Lyra. "Las acciones son las que forjan la verdad. Os mostraré el poder de la sangre real de Veridia."
Lyra se volteó y extendió una de sus manos al centro de la sala. Los líderes se echaron hacia atrás, algunos por temor, otros por curiosidad. Lyra cerró sus ojos. Pudo sentir la presión de los ojos de los clanes sobre ella, podía sentir el escepticismo de Brynn. Podía sentir los ojos de Kyle sobre ella.
"No, Lyra, no seas la niña que fuiste, no te dejes llevar por la ira," susurró Kyle, y un calor extraño la invadió. En vez de sentir ira, sintió la esperanza que emanaba Kyle, sintió su fuerza, y sintió el amor de su hermana Elara en su corazón. Lyra abrió sus ojos. Sus manos comenzaron a brillar con una luz plateada. El aire de la sala se volvió más frío, y un remolino de nieve y hielo se formó en el centro de la sala. El remolino crecía en un patrón elegante y fascinante, y Lyra se mantuvo con los ojos fijos en la nieve. La nieve y el hielo se convertían en una enorme rosa de hielo con un corazón de cristal, y el centro de la rosa brillaba con la misma luz plateada que sus manos. La rosa era más grande que Jarl Roric.
Jarl Roric se quedó sin palabras, su mandíbula colgaba de asombro. Los líderes de los clanes se pusieron de pie y aplaudieron con fervor, y Lyra sonrió. La rosa de hielo se disolvió en miles de copos de nieve que brillaban con la luz plateada, y la sala de consejo se llenó de un aura mágica.
"El poder de la sangre real no se ha debilitado, Jarl Roric," dijo Lyra. "Se ha refinado. Las palabras de un hombre viejo y enojado no derribarán mi reino. Espero que demostración del poder real, sea suficiente para usted detener sus acciones contra Veridia y sus futuras alianzas."
Jarl Roric se inclinó, con una expresión de respeto en su rostro. "No, Princesa. Mis palabras o cualquier otra persona no derribaran este poderoso imperio de hielo. Aceptamos vuestra alianza con Aetheria."
Lyra asintió. "Excelente. La alianza con Aetheria nos fortalecerá a todos. Ahora, vayamos a celebrar."