Corazón de cristal

Prólogo

La gente vivía con miedo a contraer una de las enfermedades que acechaban nuestra nación, y con el paso del tiempo, parecía que las cosas solo empeorarían.

Las familias más respetadas y acaudaladas, que amaban a sus hijos, arreglaban matrimonios para enviarlos a otras naciones.

La histeria en masa se desató en muchas familias, incluida la mía.

Mi padre ya había concertado matrimonios para mis dos hermanas mayores e incluso para los dos más jóvenes. La única que quedaba en casa era yo, la hija del medio.

- Adriano: ¡No quiero escuchar una palabra más!

- Maia: Papá, entiendo que estés molesto, pero necesito que me escuches. Esta decisión de casarme con Franco va en contra de mis deseos más profundos. ¡No quiero hacerlo!

Solté un grito de reclamo en nombre de mi libertad, pero solo obtuve una bofetada.

- Adriano: Hija mía...

Mi padre me dio un cálido abrazo. Estaba sinceramente arrepentido de lo que había hecho.

- Adriano: Tienes que entenderme, cariño. Esto es lo mejor para ti.

Con la mejilla aún roja por la bofetada y lágrimas en los ojos, corrí a mi habitación. Jamás, aunque lo amara, podría aceptar lo que mi padre quería hacer conmigo. Sabía que él también me amaba profundamente, pero esta decisión solo causaba dolor en mi corazón.

Después de arreglar los matrimonios de mis hermanos, mi padre empezó a buscar un pretendiente para mí. Gracias a la histeria que se apoderó de la nación, ya no quedaban muchos buenos partidos para concertar mi matrimonio. Por un tiempo, mantuve la esperanza de no tener que acabar en un matrimonio sin amor, pero me equivoqué.

Aún quedaban dos hombres solteros en la nación: Franco Monreal y el Conde de Eshea.

El Conde de Eshea era un hombre de 51 años que ya tenía tres esposas. Era conocido por ser la mano derecha del antiguo emperador y por tener una gran fortuna en sus manos. A pesar de eso, mi padre no tenía el corazón para casarme con él debido a la gran diferencia de edad.

Franco Monreal, en cambio, era un joven de 25 años que acababa de terminar sus estudios en el extranjero. Era atractivo, amable y muy inteligente, pero había un gran problema con él. Franco Monreal era mi primo.

Mi padre solo veía una salida. Y a sus ojos, Franco era el hombre ideal para ser mi esposo.

Desde niños, Franco y yo pasábamos mucho tiempo juntos, lo que nos había llevado a tener una relación muy estrecha.

Magno Monreal, el padre de Franco, se convirtió en el jefe de la familia después de la muerte de mi abuelo. Siendo el hijo mayor, tenía que velar por los intereses de toda la familia Monreal.

Entonces, siempre existió la idea de un matrimonio entre Franco y yo. Sin embargo, los planes de mi tío cambiaron con el tiempo.

Su hija mayor, Sabina Monreal, rechazó ser la próxima jefa de familia. Y si ella se negaba a seguir con esta tradición, Franco era el siguiente en la línea de sucesión.

Gracias a este cambio repentino, cuando Franco cumplió 18 años, su padre lo envió a estudiar en el extranjero en una escuela militar. Por esa razón, no volví a verlo durante 7 años.

Pero esta noche, por fin nos volveríamos a ver.



#6872 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, venganza

Editado: 25.04.2024

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