Damián esperaba impaciente frente al Ayuntamiento. No podía creer que fuera él a quien habían llamado debido a una emergencia sobre Alpha. Pensaba que le correspondía a Jarlath, pero al parecer la reina Alexa pensaba diferente, por lo que se sintió emocionado. Observó que un taxi se estacionaba enfrente y el chofer salió de inmediato para ayudar a cargar a Alpha. Damián se apresuró a abrir la puerta de su coche y se encontró con el rostro de Alexa, que tenía semblante de preocupación.
—Esto de volar de incógnito y pagar con rubíes, me causa gran malestar. —dijo Alexa, contemplando como Damián se hacía cargo para acomodar a Alpha en la parte trasera de su auto.
Entretanto, Antonina lanzaba miradas a Damián que iniciaba el trayecto.
—Te he llamado a ti, porque eres doctor. —Informó Alexa— No es normal que Alpha se haya desmayado. Aparentemente su temperatura es normal, pero quiero que le hagas el análisis de inmediato.
Ahí tenía el motivo, pensaba Damián, sintiéndose defraudado, pues se había apresurado en sacar conclusiones al pensar que le agradaba a la abuela de Alpha.
—Ella es sobrina de Jarlath. —dijo Alexa, haciendo las presentaciones.
Damián miró a través del retrovisor.
—Mucho gusto, Antonina.
Pero Antonina solo entrecerró los ojos y desvió la mirada.
—Quiero llamar a mi tío. —dijo ella.
—Eso no puede ser por el momento, jovencita, y no quiero recordarte quien manda aquí. —Reiteró Alexa, lanzándole una mirada.
Al oír eso Antonina hizo un mohín de disgusto, pero sabía que no tenía que quejarse ni una sola vez más, pues la reina no tenía fama de ser flexible o agradable, así que guardó silencio. Edrev salió despacio de su escondite y voló hasta Antonina para sentarse en su hombro, cruzó una mirada con ella y le hizo un gesto de condescendencia. Minutos después, llegaron hasta un edificio de tres plantas, Damián salió rápidamente y cargó a Alpha.
—Quiero ver el interior de su cuerpo. —dijo Alexa, caminando al lado de Damián.
—¿Está sugiriendo una resonancia magnética? —Damián preguntó desconcertado y empujaba con la espalda la puerta principal del laboratorio.
—Tú sabes acerca de eso, pero hazlo pronto, por favor.
Damián ya no contestó y saludó a la recepcionista que les abría la puerta. De pronto, Alpha empezó a balbucear. Al ver eso, Alexa rápidamente miró a la señorita que ahora le daba la espalda, entonces tocó su pulsera de perlas y apretó la última, provocando una centella. Alexa se desintegró, viajando a través de la estela de luz dirigida al cuerpo de la mujer. Antonina y Edrev estaban anonadadas al presenciar la transformación de la reina.
—¿Es usted, mi reina? —Edrev se acercó a la recepcionista y le susurró al oído.
—¿Tú que crees? —Alexa entrecerró los ojos— Pero ni una palabra a Alpha de que estoy aquí, ¿Han entendido?
Antonina y Edrev asintieron de inmediato. Mientras tanto, en el interior de una de las salas de estudio clínico, Alpha abría los ojos, sintiéndolos muy pesados, dándose cuenta que estaba acostada en esa camilla angosta. Reconoció a Damián y arrugó el entrecejo.
—¿Qué estoy haciendo aquí?
Inesperadamente la puerta se abrió y la recepcionista aprisionada por la esencia de Alexa, entró. Damián la miró, extrañado.
—Máire…te pido que salgas, por favor.
Alexa lo llamó con un gesto. Damián se enderezó, sintiéndose impaciente, fue y entonces cruzó una mirada con Máire. Los ojos de ella, fulguraron.
—Debo estar aquí. —Murmuró ella, mirándolo fijamente— Soy Alexa.
Damián estaba estupefacto y quiso cerciorarse, así que fue y echó un vistazo a la sala de espera y no vio a Alexa por ninguna parte. No podía creer lo que estaba suponiendo, pero no había tiempo para preguntas que, de antemano, adivinaba la respuesta, así que solo asintió. Alexa caminó y se puso enfrente de Alpha, sonriéndole.
—Todo va a estar bien, señorita Alpha.
—Gracias. —Alpha parpadeó.
—Te has desmayado. —Le dijo Damián, colocándose al lado de Máire.
De pronto, Alpha recordó lo que había sucedido en la Calzada del gigante.
—Antonina, —Ella trató de enderezarse, pero se sintió muy cansada y Alexa la instó para que volviera a recostarse— ¿Dónde está?
—Si se refiere a una muchachita, ella está afuera en la sala de espera. —contestó Máire.
Alexa se volvió hacia Damián, mirándolo fijamente.
—Tenemos que iniciar el estudio. —habló ella.
—¿Cuál estudio? —preguntó Alpha, sintiéndose inquieta.
—¿Recuerdas que quieres saber por qué no quedas encinta? además, tu desmayo, pues… Máire y yo, —él envió una mirada disimulada a la asistente—creemos que una resonancia magnética es lo pertinente en este caso.
Alpha miró al techo, suspirando.
—¿Puedo avisarle a Jarlath? Creo…que tiene que estar aquí. —dijo ella.
Alexa se quedó estática, luego intercambió una mirada con Damián, que crispó la mandíbula.