Alpha abrió la puerta de la habitación y se llevó una grata sorpresa al ver a Grainne que abrazaba cariñosamente a Antonina.
—Aquí estás. —dijo Alpha y sonrió.
—Si, ¿Y mi hermano?
Silencio. Grainne ya pronunció más palabras, al ver que Alpha no contestaba, mientras tanto, Kot estaba de pie y en su postura firme, con el semblante serio.
—Kot, —Alpha lo miró— encarga que llamen a la mejor confeccionista de ropa de la ciudad bajo la tierra. Es urgente.
—Si, princesa.
Antonina siguió con la mirada a Kot, pero él solo observó a la princesa y después salió de inmediato. Grainne frunció el ceño al ver eso y acarició la mejilla sonrosada de Antonina.
—Hija… ¿Te gusta Kot?
—Si.
Alpha sonrió con complicidad, intercambiando una mirada con Edrev.
—El amor es tan sorprendente. —dijo Alpha y después tomó asiento.
A continuación, contó todo acerca de su relación quebrada con Jarlath y también de su embarazo. Grainne se puso muy triste y suspiró.
—¡Sabía que estabas embarazada! —gritó Edrev, llena de alegría. Luego voló y consoló a Antonina que también estaba muy triste.
—Conozco a Jarlath y…
—No, por favor, Grainne, no quiero que me digas lo que pueda suceder con respecto a tu hermano. Ahora mismo mis pensamientos están fijos en la guerra que enfrentamos.
—Está bien, pero… ¿Dejarás que mi hijo juegue con el tuyo?
—¿Tú también estás embarazada? —Alpha se sorprendió.
—Si —exclamó, Grainne, sonriente.
Ambas se abrazaron con efusividad. Antonina lanzó un suspiro y se puso de pie.
—Tía, quiero estar en el frente.
—¿Qué? —gritó Grainne.
Alpha miró a Grainne.
—Grainne, Antonina hará su vida algún día y escogerá los caminos que tú no mirarías.
—Pero…
—Yo quiero, mamá. No estaré aquí encerrada, te lo aseguro.
—Pero ella no tiene ningún poder, Alpha, entiéndeme tú a mí. Solo puede volar.
Alpha se quedó pensativa unos segundos.
—¿Y si lo tuviera, ya no te opondrías más?
—¡Si! —Exclamó Antonina— ¿Has oído mamá? ¡Tendré un poder!
Grainne se quedó pasmada.
—Bueno…yo también he estado practicando un poco con el arco. —dijo ella.
—¿Lo ves? —Alpha sonrió— Todos queremos defender al mundo bajo las olas. Tienes que confiar en Antonina.
Grainne se colocó frente a Antonina y la tomó de los hombros.
—Quiero que seas una fiera allá afuera.
—Lo seré. —dijo Antonina emocionada.
—Entonces tú resguardarás el castillo, Grainne. —Avisó Alpha—Mi abuela no puede pelear más. Está recuperándose y puede ser atacada por los seres del abismo.
—No me separaré de ella, Alpha. —dijo Grainne.
—Gracias. Voy a reunirme con Ung y Noam. Antonina, ven conmigo.
Antonina le dio un beso en la mejilla a Grainne, que sintió un nudo en la garganta al verla salir por la puerta. Si, tenía que comprender que su hija estaba creciendo y decidiendo su propia vida, y tenía que aceptarlo. Se tocó la mejilla y repasó con su mano ese aliento que olía a esperanza. Su Antonina era fuerte y confiaba en ella.
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Alpha estaba en el centro del salón y miró a los presentes.
—Mi abuela Alexa no saldrá más a combate. —declaró.
Todos se sumieron en hermético silencio.
—Necesito saber si cuento con ustedes para enfrentar a Jorsa.
—¿Tú… eres la nueva reina? —Se atrevió a preguntar Antonina.
—No. —Alpha contestó con firmeza.
—Alpha, —tomó la palabra Ung— Jorsa quiere el derrocamiento de Alexa porque es la reina. Si peleas sin ningún título, él buscará la forma de liquidar a Alexa de todas maneras. La única forma de protegerla es que aceptes en este momento la sucesión del trono.
Noam asintió, apoyando así el comentario de Ung. Miró fijamente a Alpha.
—A partir de la maldición que tu abuela lanzó contra ti, —intervino Noam—la reina carece de la simpatía de la mitad de los seres del reino, es por eso que hemos perdido la primera batalla.
Alpha inspiró suavemente mientras reflexionaba lo que estaba escuchando. Ung se acercó al ventanal.
—Hay luna llena, expectante…anunciando una nueva era. Te aseguro… —Ung regresó a ver a Alpha— que no es coincidencia.
Antonina estaba absorta, pensando que era muy afortunada de estar en esa importante reunión y sabía que no podía cometer ninguna imprudencia, por eso, decidió mantenerse en silencio.
—Pienso que es una decisión de mi abuela Alexa, si acaso quiere renunciar al trono. Yo no tengo que anticiparme a anhelar una corona. Soy una habitante más de este mundo y pelearé, simplemente porque es mi obligación. —luego miró a la dama anjana— Lana, lleva mi mensaje a la dirigente de las salamandras, para que lleven a cabo el ritual y Antonina pertenezca a su casta.