Corazón Dorado

Epílogo

Antonella se movió al de ritmo de su marido, suavemente y suspirando. La tela del mosquitero atrapaba los gemidos esa mañana de domingo. Estaban siendo muy discretos, amándose. Y Emiliano acariciaba la panza de su mujer mientras marcaba el ritmo acoplándose desde atrás en la única postura que les permitía el avanzado embarazo.

Enterró la nariz en el cabello de Nella y disfrutó de su aroma. Le daba el alma en cada embate, hasta que los dos alcanzaron el cielo. Entonces se abrazó a su mujer y le llenó la coronilla de besos tempraneros.

—¿Cómo amanecen mis reinitas? —preguntó el hombre volteando a su mujer para abrazarse a su enorme barriga de ocho meses.

—Feliz como la madre—contestó Nella acariciándole el cabello a su marido que pegaba la oreja para escuchar los sonidos de su bebita.

—Pues la madre me ha dejado picado porque tengo muchas ganas de volverla a tener.

—Y ¿qué te detiene amor mío?

El Capitán le dio un beso apasionado para calentar el cuerpo de su mujer pero cuando sus manos intentaron ser más atrevidas el toque de la puerta los interrumpió.

—Maldición, ni a esta hora estamos tranquilos. Ya no hay respeto en esta maldita casa—se quejó, levantándose. Nella se acomodó la bata y le dijo a su marido que se vistiera ya que era capaz de abrir la puerta desnudo. Él se puso el pantalón del pijama.

Al otro lado de la puerta los golpes se intensificaron desesperando al minero.

—Maldita sea, voy a matar a ese demonio—dijo tomando el pomo de la misma.

—Amor, no digas eso, sabes que es…

Cuando el Capitán abrió la puerta un pequeño rubio de cuatro años entró como un torbellino, desafiando al minero. Sus ojos dorados, el cabello rubio en ondas brillantes y su pequeño cuerpecito altivo se cruzaba de brazos y miraba a su padre de la misma manera que el lo veía, cabreado.

—…Tu hijo—apuntó Antonella mirando la escena con diversión.

—¿Se puede saber por qué carajos estabas tumbando la puerta pequeño demonio? —gritó el Capitán desesperado moviendo los brazos ante el pequeño criminal que no hacía más que llevarle la contraria.

—Quiero estar con mi mamá. Mi mamá es mía y quiero que duerma en mi cama.

—¡Tu camas es muy pequeña y ella no cabe, te lo he dicho mil veces Santiago! Y además es mi esposa y debe dormir conmigo que soy tu papá.

—Eres un papá feo—apuntó el niño señalándole con el dedito.

—Nella ayúdame—pidió el Capitán rindiéndose ante su pequeño tirano.

—Ven acá Santi, acuéstate con nosotros un ratito.

El niño se acercó a su madre alegremente y esta lo levantó y lo puso en la cama. El Capitán levantó la vista al cielo.

—Sabes que después es un calvario para sacarlo de la cama Nella—se quejó el Capitán sentándose a su lado mientras veía como el Capitán versión miniatura abrazaba la barriga de su mamá y pegaba la oreja justo igual que lo hizo él hace un momento.

Ese niño era la copia exacta del Capitán, en carácter y físico y lo único que había sacado de su madre eran unas cuantas pecas salpicadas. El Capitán sonrió y le alborotó el cabello rindiéndose también al amor que le tenía. El niño rio, feliz y se lanzó a sus brazos dándole besitos en la cara. Luego se tiró sobre su padre y se quedó allí un rato, como si fuese su colchón. Emiliano le acarició su cuerpecito pequeño mientras le decía a Nella:

—Quiero muchísimo a Santi, pero le pido a Dios que la hermanita sea igualita a ti, porque si sale otro mini Capitán creo que me dará un infarto.

Más tarde caminaron por el pueblo, era su día libre y salían como familia. Casablanca había crecido mucho en los últimos años. Emiliano se esforzó porque fuera más que un pueblito minero. Ya constaba con una pequeña escuelita, el ambulatorio se había convertido en un pequeño hospital que se mantenía con donaciones de los terratenientes del territorio y pequeños comercios se comenzaban a establecer. Nella saludó a Gaby, la rubia la recibió en su local. Un comercio donde vendía de todo para el uso de la comunidad. Ella también estaba embarazada y feliz ya que al fin había encontrado el amor. Aunque su historia es otra y merece ser contada a parte, la historia de cómo se recupera un corazón herido.

Pasaron por la casa de la nana quien se había venido a la selva y ayudaba con la pequeña escuela para que los niños de Casablanca tuvieran un futuro y más ahora que Toribio se convertiría en Alcalde. Toribio había prometido prosperidad y futuro y todos esperaban que lo lograría ya que era un pequeño hombre de grandes ideas.

Gerardo llevaba varios años conviviendo con Zulay hasta que ella le dio el sí. La joven Zulay resplandecía a brazos del doctor. Aunque su hija, Chusmita le hizo la vida de cuadritos hasta que  este se ganó su cariño. Chusmita ya era una jovencita más madura y preciosa y le agradecía a Nella haberla enseñado a leer y escribir ya que con eso se forjaría un futuro mejor.

La vida es buena, muy buena, pensó el Capitán mientras caminaba de la mano de su bella mujer embarazada y cargaba a su hijo apoyado en su cadera.

Él sí merecía el amor, aceptó. Y había llegado hasta él en la profundidad de la selva amazónica en un pequeño pueblo minero llamado Casablanca.

FIN

 

CORAZÓN HERIDO

Sinopsis 


Cínica y desvergonzada, Gabriela no cree en el amor ya que la vida la ha puesto de rodillas. Su destino, entregar su cuerpo por dinero ya ella lo había aceptado... hasta que un moreno se cruza en su camino y le demuestra que un corazón herido es capaz de amar.

Gonzalo es un minero que se acerca a Casablanca en busca del sueño del oro. Queda encandilado con la exhuberante rubia y hará todo lo que esté en sus manos para que ella sea solo para él.

Aun corriendo el riesgo de que al amar a una mujer como Gabriela su corazón pueda salir herido.

Intrigas, peligro y seducción en una historia que no te dejará indiferente.




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