Corazón sin ley

CAPÍTULO 3. GRATA SOPRESA

Lunes 26.

Otra vez lunes, que pesadilla. Me visto con sumo cuidado, porque agarré una pequeña insolación, pero nada que unas cremitas no solucionen, me recojo el cabello y aplico un labial natural en mis labios, y me coloco unos zapatos de salir de gamuza negros, hoy no estoy de ganas para llevar sandalias de tacón. Arraso con mi delicioso desayuno, arepas rellenas de ensalada de atún y jugo de naranja. Amanecí con un hambre voraz, una vez terminado recojo todo y me voy al trabajo.

Allá es más de lo mismo, trabajar, trabajar, trabajar. El sábado en la noche si pude ver qué es lo que sucede entre mis amigos, se gustan y los tontos no lo admiten, después de lo del doctor bonito, nos fuimos a mi apartamento y nos arreglamos para parrandear, fuimos a una discoteca aquí mismo en Pampatar, es asombroso el lugar, me encantó en el ambiente y allí pude ver como ambos se miraban, como sus cuerpos echaban chispazos, de esos que no solo se soluciona con un revolcón y listo. Quiero ayudarlos, pero si ninguno de los dos me lo han dicho sus motivos tendrán.

A la hora del almuerzo todos subimos, comemos en sana tranquilidad, ambos están muy callados, el comedor poco a poco va quedando vacío y no puedo más y se los digo.

—A ver chicos, ¿qué pasa entre ustedes? —Indago— están demasiado callados y eso no es normal.

—No está pasando nada nena—dice la rubia, mi amigo hace un gesto que me da entender, que no le ha gustado nada su comentario.

—De mí no se tienen por qué ocultar. —suelto eso y parece que fuese una bomba que los hace enfrentarse.

—No pasa nada porque el nenaza que está a tu lado no quiere que pase nada, me voy —dice recogiendo sus cosas—, no estoy de humor.

Se va Federica y siento que en vez de ayudar he empeorado las cosas.

—Siento mucho lo que he ocasionado, de verdad. Discúlpame Naldo.

—Tranquila pelirroja, no tienes nada que disculparte, es ella que no quiere entender.

 

Cada uno agarra por su lado para irnos a trabajar, bajando las escaleras me lo encuentro y no hago otra cosa que maldecir.

—Señorita Araujo que grata sorpresa, le sienta muy bien el bronceado. —y usted que sexy se encuentra, eso es lo que quiero decir, pero me muerdo la lengua, seguro está jugando conmigo.

—Gracias, usted igual Dr.

Y camino como alma que lleva al diablo, definitivamente hay algo que hice mal para merecer esto, no me quejo de encontrármelo cada dos por tres, me quejo de que mi cuerpo reaccione a su cercanía. Cualquiera diría que está acosándome, mejor me saco esas ideas de la cabeza. Necesito hablar con Federica, pero no es el momento aguardaré a cuando esté más tranquila.

Martes.

Otro día más, a trabajar, a trabajar, sí señor. Quisiera vacaciones, pero las tengo en junio y ahora es que falta, hago toda mi rutina, vestirme, maquillarme y acomodarme el cabello, hoy si lo dejo suelto y está casi llegándome al pompis, adoro tenerlo de ese largo.

Son las 11:30 am y la Gerente General me llama a su oficina, esto solo sucede en casos especiales, como cuando toca hacer inventario y piden refuerzos de los demás departamentos aparte de contraloría. Hablo con la Gerente y me necesitan de apoyo en Rayos X como operadora de caja, dado que llevo la caja, ya conozco el proceso de facturación, y en los estudios me ayudarían los del departamento. La operadora de caja ha sufrido un percance con un familiar y no tienen quien la cubra en la mañana, en la tarde lo haría la Coordinadora de ese departamento.

Comienzo mañana a las siete y después del almuerzo me voy a mi cubículo a cumplir con mi trabajo, será por dos semanas, y que dos eternas semanas. Suspiro, que casualidad, no había nadie más capacitado para eso, si no yo, bendita sea la suerte que he venido a heredar de mi padre.  El lado bueno es que tendré doble remuneración.

Hice los cálculos y menos mal no pasa de mi viaje a México, llevaré la maleta en el auto y Federica me pasará dejando por el aeropuerto. Espero que no haya ningún percance, y no complique mis planes.

Miércoles 28.

 

Me despierto con mucho sueño, que mal me va sentar esto por dos semanas, son las cinco y media de la mañana, estoy preparando mi almuerzo pollo con vegetales, arroz frito y champiñones, y desayuno dos sándwich con jugo de fresas. Cuando el reloj marca las 6:20 am todavía me estoy cayendo del sueño, debo mentalizarme que esto es una buena acción para ayudar al prójimo.

Ajá, si claro, será más bien para acercarme al infierno. Me debo tomar como cinco mil baldes de paciencia, estaré a cargo hasta las once luego la coordinadora llegará ayudarme ya la otra semana si estaremos las dos en la mañana. 

Me arreglo lo más rápido posible al darme cuenta que se me hace tarde, sujeto mi cabello en una coleta alta, delineo mis ojos le doy color a mis labios, aún sigo como un camarón, y lista me voy a mi tormento.

Son las siete de la mañana y ya hay personas esperando para realizarse estudios, doy los buenos días mientras abro la caja y la ayudante del técnico por encima el procedimiento con las tomografías, resonancias y estudios especiales, la coordinadora me dejó anotado en un cuaderno paso a paso de lo que se debe hacer en cada caso. Me pongo manos a la obra, revisar la orden médica, facturar, arribarlos para que los técnicos puedan hacer los estudios, después  llevarles las órdenes, en caso de retirar exámenes es verificar si está listo en sistema, búscalo donde deben estar archivados en caso de no estar allí, búscalo en el buzón del médico radiólogo que informó, parece fácil y sencillo, pero no lo es, es estresante.




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