Corazón sin ley

CAPÍTUO 8. Aquella noche del domingo.

Ha pasado una semana desde que se presentó en mi departamento y ni me ha dirigido la palabra, solo para aparentar frente a los demás. No sé si sentirme agradecida o dolida. ¿Quién carajos me entiende? Solo me quedan tres días contando el de hoy en ese servicio y realmente no sé cómo sentirme. 

Estoy frustrada, mis sueños en la madrugada no me ayudan a nada, cada vez se hace más presente como recorrió mi cuerpo con sus besos y sus dedos, vuelvo en si al darme cuenta que estoy en la oficina de los médicos radiólogos buscando un estudio. 

—Me comentó mi padre que viaja el viernes —volteo con el corazón acelerado, no lo sentí caminar. 

—Así mismo es doctor, con permiso —dije indiferente para pasar por su lado. Sutilmente tocó mi brazo y se acercó a mí hasta dejar sus labios cerquita de los míos. 

—Espero que disfrute su viaje, pelirroja —lo dijo con tanta pasión que creí enloquecer—. Te vamos a extrañar por este departamento —me dio un besito en la comisura izquierda de los labios, mi respiración se aceleró— algún día volverás a ser mía como aquella noche del domingo, eso te lo juro Luciana Araujo. 

Mis piernas se convirtieron en flan, así como lo dijo, así tan rápido se va y me quedo allí buscando el estudio y con el corazón acelerado. Es un hombre muy atractivo para que negarlo, coge como los dioses, te hace ir a los cielos con tan solo usar su boca en el sitio adecuado, pero debo mantener la distancia o acabaré mal y no por las amenazas de la transcriptora, sino a nivel laboral.

Salgo de ese lugar como puedo y entrego el estudio, estoy en caja mientras llego a la conclusión de: si cuando llegase de México todavía sintiese ese deseo por el doctorcito me arriesgaría, si no, entonces solamente quedaría en una noche de placer y nada más. 

Se va acercando la hora del almuerzo y con eso las ganas de huir de este departamento en específico. El doctor La Cruz padre me mandó a llamar mientras que la coordinadora se queda a cargo en la caja, paso por la puerta de transcripción y escucho un murmullo, no quiero ser chismosa, pero detrás de esa puerta está una voz que conozco muy bien y no, no estoy equivocada ni viendo cosas donde no las hay. Decido retirarme, pero cuando voy a caminar vuelvo a escuchar.

 

         —¿Te mueres por llevarte a la zorra esa a la cama cierto? ¿o ya te la tiraste Juan?

—Zulianny no confundas las cosas, entre nosotros no hay nada, y no va pasar nada. Solo fue una noche donde mezclamos placer con trabajo y eso no va volver a ocurrir —Hizo una pausa—. Y con respecto a Luciana, creo que deberías tener más respeto por ella, primero porque es una dama y segundo porque ella no te ha hecho nada ni te ha quitado nada ¿te queda claro? 

Oh…oh… oh… ¿de qué me estoy perdiendo aquí? ¿Esos dos tuvieron relaciones? Con razón Zuliannita me odia. En serio que esa mujer me da miedo, tiene cara de villana, ay por Dios pero que cosas las mías, me rio de mis pensamientos y sigo mi camino. 

Viernes. 

Hoy es mi último día en rayos x, me levanto bien temprano y me acomodo con mimo, sandalias de tacón negras, cabello suelto, ojos ahumados, labios rojos cerezas. Para eso de las seis y veinte de la mañana me encontraba lista, solo esperando por Federica. Me llevará al aeropuerto al terminar la jornada de trabajo. 

—¿Listo princesita? Se nos hace tarde, mueve tu culo grande —me saluda Fede mientras se baja del carro para ayudarme a subir las cosas —. Para irte por seis días llevas como que muchas maletas, tres específicamente, no me quiero imaginar si te vas por un mes, te llevas todo el departamento. —murmura sarcásticamente. 

—También te quiero Fede. 

Sí, soy muy maniática cuando viajo, debo llevar mis propias cosas como sabanas y almohadas, costumbre que heredé de mi madre. 

Al llegar a la clínica cada una se va a su respectiva área, voy caminando y saludo amablemente a los pacientes que ya se encuentran esperándome. Así transcurre toda mi mañana hasta las diez cuando llega la coordinadora del departamento, la caja en varias oportunidades se nos llena y terminamos nuestro trabajo a la hora de almorzar.  

Noto muchas personas en la oficina de Mary Cruz, pero no le doy importancia, me quedo colocando el cartel que estamos almorzando mientras ella se me adelanta. 

Veo al doctor La Cruz padre y sonrío, ese señor es un amor, no lo voy a negar, nada comparado con el hijo, que por cierto no he tenido la dicha de ver hoy. De ahora en adelante debo hacer tripas corazón y listo, nada ha de afectarme; con ese pensamiento me dirijo a buscar mis cosas. Mi sorpresa es mayúscula al ver a todos los técnicos radiólogos, y todos los de ese departamento, esperándome y con un cartelito que dice: 

Te vamos a extrañar pelirroja.

Me organizaron un pequeño compartir, no lo puedo creer, son demasiado lindos, todos están apenados que mi tiempo haya terminado, menos una persona claro, me ve con triunfo y yo solo puedo pensar pobre de ella no tiene autoestima, debe andar muy necesitada para andar mendigando amor. 

Le aviso a Federica que no voy a subir. 

El doctor La Cruz no vino hoy, y no sé si alegrarme o sentirme decepcionada, es obvio que él sabía de esta sorpresa y ni un mensaje me ha mandado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.