Corazón sin ley

CAPÍTULO 13. Juan, es muy peligroso.

El sábado me despierto con un brazo rodeando mi cintura y la presión en la espalda. Sonrío como una estúpida y suspiro. Juan de verdad que es un hombre exquisito en casi todo, en físico, en la cama. Solo espero no estrellarme muy rápido.

Me aprieta contra sí y siento en mis nalgas su erección, su mano pasea por mi brazo izquierdo produciéndome cosquillas y haciendo reír. 

—¡Juan! —Chillo entre risas, me doy la vuelta para quedar frente a frente.

Veo lo hermoso que es, como el azul de su mirada se torna brillante, sus labios, uff, sus labios regordetes formando una sonrisa de lo más provocativa encendiéndome la sangre. Me mira, se relame los labios y nos acerca. Estoy a escasos centímetros de sus tentadores labios, sus ojos me examinan como si no hubiese un mañana, delicadamente roza nuestras narices, luego la pasa por mis mejillas y me es imposible no suspirar.

—¿Qué deseas hacer hoy? —pregunta con la voz ronca, esa voz que me puede, que me hace delirar en cuestiones de segundos.

—No tengo nada planeado para este fin de semana Dr. La Cruz —digo mordiendo mis labios provocativamente.

Su respiración se agita.

Su mandíbula se tensa.

Su agarre en mis hombros se endurece.

Su mirada arde.

—Podemos ir a la playa, podemos pasar todo el día aquí comiéndonos —toma aire—, también podemos pasear, podemos hacer tantas cosas señorita Araujo.

Todo lo que sale de sus labios es tentador, estoy por aceptar, pero algo me lo impide.

—Juan es muy peligroso, alguien podría vernos —susurro alejándome de él, pero su agarre me lo impide.

—Luciana quiero pasar el fin de semana contigo. —Sus manos van a mi cara, liberándome del agarre en los hombros— ¿Cuál es el problema que nos vean juntos? Podemos coincidir en cualquier sitio.

—Sabes perfectamente como yo porque no nos pueden ver juntos. Además en este mes tengo que demostrar ante los directivos que sé hacer mi trabajo, y eso lamentablemente implica no involucrarme contigo —Me levanto de la cama—, Juan hace dos años firmé un contrato y una de las cláusulas es no confraternizar con el personal médico, prohibido entablar relaciones amorosas en el área de trabajo —hago una pausa, porque siento que explotaré si seguimos por ese camino—, creo que eso lo deja muy claro Juan.

Se levanta de la cama y me envuelve en sus brazos.

—Luciana, cariño no te molestes, pero entiende algo —me ve, pasea sus labios por toda mi nariz— no podemos vivir aquí encerrados, ni siquiera conoces mi casa. Yo deseo que nos conozcamos, yo deseo verte en mi cama. Me muero por tenerte en mis brazos y ver el amanecer. Sé que es arriesgado. Lo sé.

—Juan está en peligro mi reputación en el trabajo. No puedo echarlo todo a perder por un sinsentido —mis palabras salen duras, no trato ni de suavizarlas—. Esto no nos va llevar a nada, no pienso arriesgar tanto por nada, por solo un par de cogidas. Y de verdad discúlpame que sea dura, pero es lo que es. Tú seguirás tu vida y yo quedaré desempleada.

—Pelirroja vamos a calmarnos —dice, pero veo sus esfuerzos por no responderme, sé que se está conteniendo—. Los dos somos adultos y debemos reaccionar como tal Luciana. No te pido que eches todo a la borda por mí, y mucho menos soy tan egoísta para pedirte algo así, cuando sé que quien va sufrir las consecuencias eres tú.

Lo veo… lo veo… y solo le pido a Dios tener la fortaleza de afrontar ese momento si se llegase a presentar. Nos quedamos en silencio varios minutos, solo nos vemos y nos mantenemos abrazados.

—Te propongo algo Luciana Araujo —dice pausadamente—. Antes de que me interrumpas por favor escúchame ¿sí?

Asiento.

—¿Por qué no nos vamos a Coche y nos quedamos en un hotel? —Cuestiona, mientras yo no de mi asombro—. El viaje solo sería una hora en ferry, si corremos con suerte podemos conseguir los pasajes antes del mediodía, aprovechando que no estamos en temporada, y una vez allá podemos ver en que hotel alojarnos. Además hoy en día existe algo llamado “redes sociales”. Buscamos en internet si hay disponibilidad. ¿Te parece?

La alarma en mi cabeza sigue encendida, pero esta vez no quiero declinar. Coche es otra isla, allí nadie nos conoce. Podría estar tranquila sin el miedo encima que nos vean, sin la angustia y la zozobra.

—Está bien, acepto. ¿Regresamos en la tarde o nos quedamos hasta mañana?

—Pelirroja si te estoy diciendo para hacer una reservación es porque nos vamos a quedar hasta mañana. Prepara un equipaje de mano, mientras llamo un conocido en Conferry para los pasajes, y después pasaremos por mi casa recogiendo mis cosas.

Me da un beso para después irse a la terraza, yo me quedo mirando todo a mi alrededor, no sé si creerme lo que estoy viviendo. Verifico la hora en mi celular y son las 8:50am. Da tiempo de sobra para llegar al mediodía y disfrutar del sol.

Me voy a mi armario y agarro una pequeña maleta para meter mis cosas de aseo personal, dos trajes de baños, ropa interior, un vestido de noche, dos bragas, una blusa y un jeans por si acaso. Y sí, una maleta pequeña para mi significa llevar ropa como por tres días. Antes de cerrar la maleta meto el protector solar porque si aquí quedó como un tomate en Coche quedaré como un camarón. Por raro que parezca el sol en aquella isla es mucho más fuerte que aquí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.