Corazón sin ley

CAPÍTULO 22. ¡SORPRESA!

¡ES MI CUMPLEAÑOS!

Hoy me arreglo con más con cuidado, no en vestimenta porque usaré el uniforme como todos los días, sino en mi cabello y rostro. Maquillo mis ojos en tonos cafés y mis labios de un rojo intenso como mi cabello, defino bien mis pómulos con el contorno  y con mi cabello utilizo una rizadora.

Todo mi cabello tiene ondas, me gusta como se ve. Decido agarrar un juego de una gargantilla con corazones, la pulsera y unos zarcillos, me coloco también un reloj de acero rosa malla Roselin Watches. Me aplico perfume Gues.

 

Me miro en el espejo y estoy satisfecha con mi apariencia, por último me calzo unos botines negros de cuero. Verifico la hora en mi celular, es momento de salir.

Mi celular suena en todo el trayecto, desde mi departamento hasta la clínica. Al llegar los seguridad me saludan y sigo con mi camino. Saludo a Mariana como todas las mañana,  cuando me va dar el acceso para subir a nuestras oficinas aparece Estefanía en el pie de la escalera.

—¡FELIZ CUMPLEAÑOS PELIRROJA! —Chilla abrazándome.

—¡DE NADA! —respondo con el mismo entusiasmo que ella. Al llegar al final de las escaleras, me tapa los ojos.

—¿Qué haces? —Cuestiono sorprendida— ¿estás loca? Podemos caernos Estefa.

Escucho sus carcajadas, no puedo ver nada.

—Ya subimos las escaleras, de aquí a la oficina tranquila que no te caerás.

A medida que caminamos refunfuño. Siento que voy a estampar la cara contra el piso. Sin duda esto es un plan de Federica. Conozco a la desquiciada de mi amiga y sé que sería capaz de esto y mucho más.

Cuando nos detenemos y quita sus ojos de mis manos, me mareo, veo estrellas. Enfoco bien mi vista y la boca casi me llega al piso.

—¡SORPRESA! —exclaman Federica y Arnaldo.

Guau.

No puedo creerlo, todo el techo de la oficina está llena de globos rosados y blancos. En mi cubilo hay un enorme arreglo de rosas y girasoles junto con una tarjetita, no serán de quien yo creo que es ¿o sí?

Me llevo las manos a la boca sin poder creerlo aun. Mis ojos inmediatamente se hacen agua, toda la oficina está decorada. En la pared que está ubicado mi puesto hay unos globos de feliz cumpleaños. Además están varias cajitas forradas con papel de regalo.

—En serio se botaron su detalle —hablo con la voz ronca—. ¿En qué momento hicieron para montar todo esto?

—Espera a la de la noche, esa sí que te va gustar fresita —comenta Arnaldo. Me fijo que está grabando, lo veo con mala cara y añade—, es para guardar la evidencia y enseñárselo a tus padres. Supe por Fede que no podrán venir.

La aludida viene corriendo hacia mí. Me envuelve en un abrazo tan fuerte que temo dejar de respirar.

—Te quiero tanto Luci —comenta con lágrimas en los ojos. Las hormonas—. Odio que todo me dé ganas de llorar, pero solo por hoy lo voy a pasar. Mañana si me haces llorar te mataré.

—No hagamos enojar a una mujer embarazada —dice Estefa. Me quita la cartera de las manos, mientras la acomoda en un estante —. Ven, siéntate. Desayunaremos como los amigos que somos y como te lo mereces.

En su puesto y el de Fede están varios envases que no había notado, Arnaldo pone las silla alrededor de mi escritorio, aun en el medio está el ramo de flores con los regalos.

—¿No piensas abrirlo? —me pregunta mi amigo. Solo eso me hace saber que fue de ellos. Algo dentro de mí dic que es de él.

—Eso puede esperar —comento como si nada, pero por dentro estoy muriéndome por saber. Si no son de él me voy a lleva una decepción que no sé si mi atontado corazón lo aguantará.

—Te quiero, mi fresita —da un beso en mi frente.

Veo a Fede con Estefa destapando los envases y sirviendo en cuatro platos. Agarro los regalos y los coloco en el espacio que hay libre en el estante, hago lo mismo para dejar mi escritorio vacío y desayunar tranquilos.

No sé de dónde sacan una corona en cartulina rosada que dice: Hoy es mi cumpleaños. Esto me hace sentir como una niña chiquita y refunfuño. Ellas sacan dos manos iguales a la mías, pero dicen: mi amiga está de cumpleaños.

Las mato.

Ante mi colocan una bandeja con todo mi desayuno, tortilla española con rodajas de pan de sándwich, al lado un panqueque, en un envasecito frutas, acompañado por un vaso de jugo de fresa.

Guau.

—No tengo palabras para agradecerles lo que han hecho por mí.

Desayunamos tranquilos, entre anécdotas de cuando nos conocimos. En más de una ocasión la mirada se me va al ramo de flores. Algo dentro de mí me hace saber que es el. Tal vez sea el montón de flores de distintos colores, parecido al que dejó en mi departamento.

Arnaldo se retira y yo recojo. Es lo mínimo que puedo hacer, ellas montaron todo aquello. Sería desconsiderado de mi parte dejar que recojan solas. Mi amiga gruñe cuando me ve, pero no le doy importancia, voy al baño a lavar las cosas que ensuciamos.

En el camino me interceptan y me desean un feliz cumpleaños, sonrío en agradecimiento. A pesar de no tener un trato estrecho con ellos me hace ilusión que me feliciten.




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