Corazón sin ley

CAPÍTULO 23. ¡Son unos malvados!

Cumple su palabra, me devora en la parte de atrás de su camioneta mientras suena Hoy tengo ganas de ti de Alejandro Fernández y Cristina Aguilera. Después de habernos saciados, nos limpiamos y decidimos emprender el rumbo, esta vez sin una venda en mis ojos que me impida ver el camino. Sonrío, estoy feliz.

 No sé cuántos minutos han pasado desde que nos están esperando, solo sé que estoy nerviosa. Es nuestra primera reunión con él. Estefanía lo aceptará es su prima, obvio lo hará, Federica también, Arnaldo es lo que me preocupa.

Aunque si mi amigo se prestó para esto estoy segura que tomará bien nuestra cena. Reconozco cuando Juan agarra la avenida Bolívar. Pienso rápidamente, por aquí hay varios restaurants, pero uno de esos es mexicano.

Bingo.

Lo tengo.

—Por tu cara puedo adivinar que ya sabes a donde nos dirigimos —habla socarrón, aprieta su mano en mi muslo—. Esa maldita falda me hará terminar de perder la poca cordura que me queda. Juro que cuando te vi con tus ojos vendados se me paró y la bruja de Estefanía me dio una sonrisa de burla.

Suelto una carcajada, comienzo a creer que si es una bruja.

—Lo creas o no, tu prima al verme de dijo justamente esas palabras.

—¿Así? —Cuestiona divertido— ¿Qué te dijo? ¿Qué le pusiste la excitación a mil?

Eh…

—¿Cómo lo supiste? —cuestiono, el me da una mirada y sigue su vista fija en la carretera.

—No sé qué tan profunda sea su amistad con mi prima, pero hay secretos que deben ser revelados por la persona que le pertenecen.

Mi mente trabaja rápidamente. Sus palabras y las de Juan. Algo hace clic en mí.

—¿Estefanía es lesbiana? —pregunto a quema ropa, veo como se tensa, pero niega.

—Como llegues a decir algo te ato al techo de mi apartamento y recreamos las cincuenta sombras de Grey esas por las que todas suspiran —no puedo evitarlo, me carcajeo, ¿De cuándo acá él conoce de esas cosas?—. Mi prima es bisexual.

¿Qué?

Me quedo en shock.

—Lo que llevamos de relación he aprendido que no eres una persona prejuiciosa, por favor ahora no lo seas —me pide. Estacionamos en el restaurante La Tequila. Agarra mi cara para que no le desvíe la mirada—. No dejes de verla como solías hacerlo, es mi prima, casi mi hermana y no me gustaría ver que la mujer de la que estoy enamorado no acepta la sexualidad de una de las personas más importantes de mi vida.

Aquello me hace sentir molestia. Me ofende su suplica, pero dejo eso para después hoy es un día para disfrutar y no amargarnos. Aunque puedo entenderlo, me enternece que defienda de esa manera a Estefa.

—Juan haré cuenta que no has dicho eso —le digo seria, para que vea que hablo en serio—. Escucha bien, jamás juzgaría a tu prima por su sexualidad, y puedes estar tranquilo. Esperaré hasta que ella sea quien nos lo comente.

Bajamos de la camioneta tomados de la mano, antes de entrar, me aliso la falda. Mis amigos no son estúpidos y obvio notaran lo que pasó hace media hora.

Entramos, los nervios pueden conmigo. Juan se inclina y besa mi frente. Se ve asombroso en esos pantalones negros y la camisa de vestir azul le sienta de maravilla, combina con sus ojos.

—Te vas a sorprender mi reina.

Y vaya que sí.

Creí que no podía estar más sorprendida, pero aparecieron mis padres junto a Federica, Arnaldo y Estefanía gritando un:

—¡SORPRESAA!

Me quedé boca abierta. Hoy soy doña magdalena, los ojos se me inundaron de lágrimas y corrí a los brazos de Sonia y Edgar Araujo, todos a nuestro alrededor aplaudían y gritaban dichosos. Mamá me abrazo tan fuerte que temí me quebrase una costilla. También lloraba de alegría.

Papá me dio un beso en la frente y me miró de aquella manera que solía hacerlo cuando me veneraba.

—Feliz cumpleaños mi princesa, te extraños tanto.

Lo abracé fuerte. Sus brazos me reconfortaron y me hicieron olvidar el mes que tenía sin verlos.

—¡Son unos malvados! —Exclamé, aun con lágrimas—. Me dijeron que no podrían venir.

—Sabemos lo que te dijimos mi niña —dice mamá. Se acerca a Juan, mierda. Está conociendo a mis padres—, pero eso hacía parte del plan que te hombre ideó para ti.

¿CÓMOOO?

¿El artífice de todo fue Juan La Cruz?

¿Estoy soñando acaso?

 El suelo tembló bajo mis pies, los vi a todos. Todos me veían preocupados. Mi doctor bonito se acercó a mí.

—Cariño, ¿estás bien? —su voz denotaba la preocupación.

Papá y mamá me veían asustados.

—¿En se-serio hiciste esto? —cuestiono con la voz temblorosa.

Todo a mi alrededor deja de existir, solo somos él y yo. Me quedo viéndolo, noto como la preocupación de va su rostro, respira más tranquilo.

—Tú te mereces esto y mucho más pelirroja —comenta.




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