Corazón sin ley

CAPÍTULO 29. Luciana, Luciana.

Verifico que sean las cuatro de la tarde, a esta hora el departamento de radiología no está tan transcurrido como en la mañana. Dejo a Federica y Estefanía en la oficina y bajo, aún queda una hora de trabajo.

Saludo a las cajeras y paso directamente a la oficina de los médicos. Antes de entrar escucho unas voces y me freno.

—¿Dónde has estado estos días? —reconozco esa voz apenas la escucho. Zulianny—. De seguro ahora te lo pasas empiernado con la zorra de la pelirroja esa. —añade lo último con todo el veneno.

—Zulianny —están solos. Para que la víbora esa le hable así es porque no hay nadie con ellos. La sangre me hierve y de masoquista me asomo.

La transcriptora está sentada casi en sus piernas, en el escritorio. Aquella imagen me desestabiliza. Juan coloca las manos a los lados de su pierna y se levanta.

—Zulianny te he dicho varias veces —me quedo estática, viéndolos. Confío en él, pero ella me pone los nervios de punta. Se nota a millas que es capaz de hacer cualquier cosa por obtener la atención de mi doctor bonito— mi vida privada no es asunto tuyo. Con quien estoy o no, tampoco lo es. Por favor, por lo que más quieras valórate y déjame a mí de lado. Esta obsesión que tienes conmigo se te está saliendo de las manos. Me tienes acosado.

—A mí se me vienes a decir eso —se va encima de él—. A la zorrita esa no le dices nada. Ya está bueno Juan, ya debió haberte pasado ese caprichito con ella. Todos tienen que ver con ella por su pelo, porque es lo único que le hace gracia, es una huevo sin sal, ¿Qué le ves?

De verdad que esta caraja necesita ayuda profesional. Si eso no es estar obsesionada entonces no sé qué lo es. Necesita ayuda con urgencia. Aquello puede terminar en grandes problemas.

—Zulianny me estas obligando llevar este caso a Recursos Humanos, te estimo porque eres una trabajadora excelente y no tengo que decir nada de ti por ese lado, pero de verdad estas llevando las cosas a otro limite —me quedo de piedra cuando con lágrimas en los ojos le dice.

—Me ilusionaste para luego desecharme como una basura, ¿acaso para ti no significó nada la otra noche?

¿Por qué está dando entender que eso no tiene mucho tiempo? ¿Por qué yo lo estoy percibiendo de esa manera? ¿Y por qué estoy dudando de Juan?

—Entiende de una vez, solo fue una noche donde nos dejamos llevar por el alcohol y terminamos en la cama —agrega molesto. Me hago visible ante ellos, pero no me ven porque están muy enfrascados en asesinarse con la mirada—. Te lo dije inmediatamente cuando despertamos al día siguiente. Fue un error y lo mantengo.

Se lleva las manos a la boca y solloza. No me puedo creer este numerito, de verdad que no.

Juan voltea y me ve.

—Luciana —la transcriptora se envara y voltea, va arremeter contra mí, pero juan la detiene— no la toques, no pagues tus frustraciones con los demás y por favor ten la delicadeza de retirarte.

Auch.

Si me dijesen esas palabras tan duras mi corazoncito se destruiría.

—Estaré detrás de ustedes todo el tiempo, no se descuiden ni un segundo porque ese segundo será su caída —dice señalándome. Sale hecha una furia.

Me queda una mala sensación en el cuerpo. Juan me agarra entre sus brazos y me da un fuerte abrazo.

—Prometo que siempre voy a cuidarte —esa simple frase esconde muchos sentimientos.

Lo veo… lo veo y me pierdo en su mirada azulada. Le doy un beso porque puedo y quiero, no me privaré de tomar sus labios entre los míos. Sin importarme donde estamos lo beso como si mi alma se fuese en ellos. Nuestras lenguas se tocan, excitándome a mil, poniéndome la piel de gallina, enloqueciéndome.

—Pelirroja aquí no podemos —señala con pesar. Poco a poco los latidos de nuestros corazones se normalizan. Me sonríe lindo, haciendo que mis mejillas tomen su ejemplo. Le doy una sonrisa llena de ternura—. Juro que esta noche no te dejaré dormir, no me importa que mañana tengamos que trabajar.

Me entrega las llaves de mi departamento, le doy un beso y me doy la vuelta para irme cuando siento su mano apretujar mi culo.

—Me encantas mujer —dice con cara de pícaro.

***

La semana transcurre en un abrir y cerrar de ojos, que locura. El trabajo ha estado al tope, los socios no me han vuelto a llamar, pero de vez en cuando dan su vuelta por la oficina para estar informados de todo.

Mi jefe aun brilla por su ausencia, le he dejado varios mensajes y nada que me responde. Sé que ya está al tanto de mi última reunión con los doctores, lo que no entiendo es porque no me contesta, porque sencillamente da la cara. Aunque a mí no me haya hecho nada malo. He de reconocer que sus últimos movimientos han sido irresponsables por su parte, pero y yo no soy nadie para hacerlo de dominio público.

Yo sigo haciendo mi trabajo y esperando que lleguen con el nuevo gerente contable, porque tarde o temprano sé que aparecerá por esa puerta.

Esta semana Estefa estuvo un poco distraída no sé si en líos de faldas o pantalones, Juan no me ha dicho nada, pero sé que lo ha notado y conoce muy bien a su prima, así como nosotras hemos aprendido a conocerla en estos meses. Federica y yo decidimos darle su tiempo y que nos lo cuente cuando ella se sienta capaz de hacerlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.