Corre de prisa contra el viento, su respiración se agita cada vez más, no puede detenerse ni mirar atrás pues siente que si lo hace los demonios que lo persiguen lo atraparán. Busca la manera de defenderse. Toma cuanto está en su camino y lo utiliza como arma. Hace unos minutos todo parecía tranquilo, de un momento a otro todo cuanto conocía cambio. Familiares, amigos y conocidos han sido capturados y transformados, ahora van tras de él.
Se encuentra en el tercer piso de un estacionamiento en construcción. Los demonios lo acorralan. Se acercan. Da un paso atrás y queda al borde de la orilla. La única manera de evitar que lo atrapen es lanzándose al precipicio. Voltea hacia atrás mientras se acercan cada vez más rápido. No lo piensa más, cierra los ojos y se deja caer. Cae, cae al vacío. Cuando está apunto de estrellarse se despierta sobresaltado. Con el corazón aún agitado se da cuenta de que solo fue un sueño, sonríe y se alegra de que nada de lo soñado haya sido verdad.