Corazones Estrellados

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Harry y Oliver están delante de mí juntos.Editar perfil

Mi mejor amigo de la infancia, con la persona que no para de molestarme cada segundo. A decir verdad, Harry Smith nunca ha sido muy simpático con nadie, suele hacer sus bromitas, flirtea con las chicas para después desecharlas y no se preocupa por nada ni nadie. O al menos, así me lo describió mi primo. Porque cuándo el era más pequeño si que nos conocimos.

El pelirrojo de ojos marrones, y pequitas alrededor de sus mejillas, me sonríe y yo no puedo evitar devolverle la sonrisa. Ha pasado tanto tiempo desde que no nos veíamos, jamás pensé que este reencuentro me traería tantos sentimientos encontrados, pero así es, siento que mi corazón se va a salir de mi pecho. Me aferro a él envolviéndolo entre mis brazos, él también hace lo mismo, su camisa azul se levanta un poco hacia arriba. Me sonrojo por ello sin mirarlo, escucho la risita de Harry, y una vez que me separo veo su cara confundida.

— ¿Os conoceís? - pregunta Harry elevando una ceja hacia arriba. Ambos asentimos. —Vaya, la vida es como una caja de sorpresas, nunca sabes que te puedes encontrar en el camino.

—Tienes razón- añade Oliver.

—Wow, pero cuéntame. ¿Cómo has estado durante todo este tiempo? —mis ojos se iluminan al preguntarlo, él luce tan relajado. A penas recordaba la sensación de estar con alguien tan pacífico. Mi vida últimamente se ha vuelto una enorme locura.

—He estado bien, ayudando a mi abuelo con el establo, dándole nuevos retoques y en general, centrado en mi carrera de diseño gráfico. Ya sabes que, desde niño, siempre fue mi sueño. Y me siento tan feliz, por estar cumpliéndolo—se le ve muy feliz al hablar de la carrera y de su vida en estos últimos años. Pero, hay algo en él que siento que no me cuadra, supongo que será el tiempo que hace desde que no nos vemos.

A lo mejor el sentimiento que tengo, es un nudo en la garganta. Porque él está cumpliendo todo lo que un día nos propusimos cuándo éramos apenas unos niños pequeños. Y, yo solo intento buscar salidas laborales, que me proporcione un buen futuro, y con el fin de no decepcionar a mi madre, ni a nadie más. Ya es demasiado con lo de Will, para añadir más de mis absurdos problemas a la colección.

—Me alegro tanto por ti. —digo con una respiración entrecortada y lágrimas sobresaliendo de mis ojos. Ambos chicos se quedan confusos mirándome, yo solo respiro hondo e intento sonreír lo más forzosamente que puedo. —En fin, es una alegría, yo... podemos ir adentro y hablar más en privado. No me gustaría coger un resfriado.

—Claro— dice Oliver.

Los tres caminamos por un sendero de arena entre matorrales, que nos llevan hasta una cabaña que se encuentra a lo lejos. Está muy reformada, diferente a como la conocía.

Seguro que a Will le encantaría...

De nuevo el sentimiento de culpa me invade por completo.

Siento una mano colocarse sobre mis hombros. Miro hacia atrás y veo que es Harry.

—¿Qué pasa?- le pregunto de mala gana.

—Nada, es solo que te veo rara ¿estás bien?

—Por supuesto que estoy bien, es solo sensación tuya.

—Aja. No lo parecía a simple vista. Pero, tal vez soy yo el que imagina las cosas.

Sonrio con desgana, y le miro. -No estoy teniendo un buen día, eso es todo.

No esperaba encontrarme a Oliver, y mucho menos como el dueño de todo este lugar. Se que han pasado varios años desde que no vengo, pero, pensaba que a lo mejor él seguía viniendo por aquí, aunque sea.

Todo es tan escalofriante.

La última vez que vine a este lugar, fue con mi hermano pequeño. Ambos montamos a caballo, de hecho, la última vez fue la primera vez que se montó en un caballo, y los detestó porque se cayó de uno de ellos.

Pero, todo ocurrió porque ese caballo estaba enfermo, y no nos enteramos hasta un mes después.

William siempre sabía que decirme, en todos los momentos, por más complicadas que fueran las situaciones.

Era una de todas las razones por las le amaba tanto, su sonrisa, sus ojos verdes tan claros. Muy parecidos a los míos, solo que él es más pequeño, es un chico, y es rubio.

Una vez llegamos a la oficina de Oliver, me va a explicando algunas pautas a seguir para trabajar aquí. Harry se mantiene a su lado, sin apartar la vista de mí. A veces pienso, que quizás no tiene malas intenciones, pero, mi experiencia con los chicos me dice todo lo contrario.

—¿Cuándo puedo empezar? —pregunté cogiendo mi abrigo del perchero poniendomelo sobre mi espalda. Él mira unos papeles que están encima de su mesa, durante unos segundos. En ese momento, me doy cuenta de que no son papeles, exactamente. Son redacciones del campamento de caballos, las hicimos todos. Pero, esa redacción que sostiene en sus manos es la mía, y en ella hay una foto mía con mi hermano pequeño.

En ella, estamos en un bosque abrazados. Yo de rodillas, para estar a su altura, él me mira con tristeza en sus ojos. Y yo le acaricio la nariz, recuerdo que en ese momento le había susurrado "Un dia llegarás a ser uno de los mejores chicos, montando a caballo. Pero, por ahora. Sigue siendo William, y llegarás muy lejos. Eres mi hermanito y se que vas a llegar lejos, nunca lo olvides".

—Vaya, es increíble que aún conserves esa foto —le digo sorprendida contengo las inmensas ganas de echarme a llorar delante de ambos. Aunque Harry no ha dicho, ni una palabra desde que entramos. Al principio, se puso a vacilarme sobre mi facilidad de caer en trampas, no ajustadas a mi altura. Por supuesto, le acabe fulminando con la mirada. Sigo hablando — Recuerdo ese día, fue un día tan especial, que a veces me gustaría tener una máquina del tiempo, para congelar esos momentos para siempre. — Siento una presión en el pecho al decir esas palabras, miro hacía el reloj colgado en la pared, y observo como las manillas del reloj dan vueltas y vueltas sin parar, y el tic tac de ese reloj se clava en mis oídos sin parar.




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