Abby.
No voy a mentir. Me sentía bastante nerviosa, la tensión que tenía de estar en el mismo lugar que Harry en este instante, era indescriptible.
Mi cuerpo se tensaba. Sabia que podía fiarme de él, pero una parte de mi desconfiaba un poco, a pesar de todo lo que ha hecho para demostrarme que no es tan malo como yo pensaba y que a veces las apariencias engañan.
Y así es, pero todo tenía un límite. Me había dicho que me había preparado una sorpresa, he tenido que dejar sola a mi amiga Skye en la cafetería ya que a Harry se le había ocurrido adelantar nuestra "cita".
No he podido prepararme mentalmente para esto. Siento como desplaza su mano hacia mi rodilla y empieza a hablar.
—¿Te importa si pongo algo de música?—pregunta sacándome de mis pensamientos. Yo asiento, y él pone la radio en la que se empieza a reproducir Bad Guy de Billie Eillish.
Empiezo a cantar algunas estrofas de la canción inevitablemente, él también canta por lo que logro escuchar. Y no canta nada mal, lo contrario, canta bastante bien.
—Cantas muy bonito.
—Gracias, tu tampoco te quedas atrás. —respondí bastante emocionada por el descubrimiento que acababa de hacer.
Le gustaba la música. He sentido como la disfrutaba, tanto como yo disfruto pintando a óleo. Siempre me gustó cantar, pero nunca con el fin de dedicarme a ello. Y el arte es un hobby, aunque tengo la esperanza de en algún momento de mi vida pueda hacerlo realidad.
—¿Te puedo hacer una pregunta?—dije con voz preocupada.
Si pudiera ahora mismo me giraría a mirarlo,pero todo lo veo negro. Por culpa de esta venda que tengo sobre los ojos.
—Ya la estas haciendo. —bufa y se ríe a carcajadas en tono de burla. Ruedo los ojos y me cruzo de brazos. —Claro, dime.
—¿Por que tengo que llevar esta venda? Me estoy mareando. De verdad, no me gusta no poder ver a donde me llevas... —digo sonando sincera. Porque es lo que siento y necesito saber que tiene planeado.
Las sorpresas siempre me han puesto nerviosa desde el día de mi cumpleaños número 7, empezó siendo bueno hasta que todos gritaron sorpresa y me asusté tanto que llore y salí corriendo. Si no hubiera sido porque mi hermano mayor Ethan me explico en que consistían las sorpresas, ni siquiera lo hubiera disfrutado.
Fue frustrante. Porque pensaba que mis padres me llevaban a ver a mi abuela y a celebrarlo con ella. Pero, no. Habían organizado una fiesta en un parque infantil, lleno de piscinas de bolas, castillos inchables, y tartas por un tubo. Fiesta que empezó mal, pero me lo acabé pasando bien.
En fin, el caso es que estoy preocupada porque es mi primera cita desde que el cretino de Christian rompió mi corazón, justo unos días antes de enterarme que regresaba a Bulgaria.
—Bueno, pero sabes que estoy aquí contigo. No tienes nada que temer. Solo confía en mí, por una vez en tu vida. —extiende su mano para que la tome, y eso hago. Al sentir su tacto algo dentro de mí se relaja. Me alivia saber que está conmigo. Una sonrisa involuntaria se escapa de mis labios.
—Confiare en ti.
*
*
Después de 1 h y media de carretera al fin me dio que habíamos llegado y que porfin podía quitarme la venda. Me abrió la puerta del coche, yo aun seguía recuperándome y a penas podía ver con claridad después de dos horas sin ver nada.
Debi haber dormido desde el principio. Ahora estoy muy mareada. Maldita sea.
—No veo nada.
—¿Todavía? Pero si te he quitado la venda.
—Ya, pero me he mareado.
—Si quieres esperamos a que te sientas mejor. ¿Vale?
Yo asentí y le di un abrazo. El también me abrazó, y sentí sus manos posarse sobre mi cintura. Podia oler su Colonia masculina más de cerca, y olía bastante bien. Tanto que casi me iba a dar algo, era como estar en el cielo, en el paraíso.
—Bueno, me encuentro mejor—digo separándose con un poco de nerviosismo. Él sonríe leve y me indica que mire hacia su frente.
Me giro encontrándome con un bosque hermoso rodeado de muchos árboles, y todos los tipos de flores que puedas imaginar. Estaba encantada, entonces vi un establo. Entendi que haciamos aquí. Su sorpresa era llevarme a montar a caballo, porque otra cosa no podría ser.
—Aww, me encanta la sorpresa. Me has traído a montar a caballo, eres el mejor. ¿Cómo sabías que me gustaba tanto?
—Bueno, me pareció curioso verte en el establo Tomlinson el otro día, y decidí que debía traerte. Porque seguramente te gustaba montar, y además preferí traerte aquí porque el otro día alucinaste con el otro establo.
Recordé mi experiencia con esa especie de fantasía en la que sentía que mis pies se hundían y me caía hacia las profundidades de una inmensa cascada.
No se porque, pero no ha salido de mi mente en bastante tiempo. Me agota, y no se porque pero lo sentí tan real. Y la mariposa, me asusta bastante. Porque siento que algo malo pasa.
—Si, aún sigo aturdida a pesar de que han pasado dos o tres semanas.
El asiente y me toma de la mano llevándome hacia otro camino.
Intrigada le pregunto—Harry, los caballos están para allá —le señalo el establo, pero el hace caso omiso y me lleva un poco más lejos, veo un árbol a lo lejos, es enorme y con flores lilas a su alrededor. Además, hay un mantel de cuadritos rojo y blanco. Junto a una cesta de comida, y una carta sellada.
Mi cara de asombro lo dice todo. Estoy tremendamente emocionada no me esperaba esto, mucho menos viniendo de Harry. Por un momento, en el coche llegue a pensar, que me tiraría al mar, y dejaría que me comieran los cocodrilos.
—¡Harry Smith! ¿Cómo has podido organizarme una cita tan romántica a mí? Pensaba que no te iban. Además, te has pasado. Yo me hubiera conformado con un par de montaditos de salchichas—admito riendo levemente, el alza una ceja con diversión en sus ojos.
—Tengo mis momentos. Y cuándo alguien es muy especial para mí, me da por saltarme mis costumbres. —dice sin dejar de mirarme y de un momento a otro me sube a su espalda cogiendome de la cintura. Yo pego un chillido que puede que haya llegado hasta Japón.
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Editado: 21.04.2021