Corazones perdidos en Paris

Capítulo 6: Enfrentando a la Tempestad

Las semanas que siguieron estuvieron llenas de tensiones no expresadas. Aunque Julián intentaba asegurarme que lo nuestro era lo único que importaba, las sombras de su pasado con Léa se cernían sobre nosotros. Cada vez que abría una revista o revisaba las redes sociales, allí estaba ella: en fotografías con Julián, riendo, coqueteando, siendo el centro de atención.

 

No podía seguir viviendo bajo la sombra de sus insinuaciones y sus constantes apariciones. Decidí tomar el toro por los cuernos y enfrentar a Léa directamente. Concerté una cita con ella en un café cerca de Notre Dame, un lugar donde el bullicio de la ciudad y la serenidad de la catedral creaban un equilibrio perfecto. El aire estaba impregnado de la fragancia de los croissants recién horneados y el suave murmullo de las conversaciones a mi alrededor creaba un falso sentido de normalidad.

 

Llegué temprano, necesitando un momento para reunir mis pensamientos. Me senté en una mesa junto a la ventana, observando cómo los turistas y parisinos se mezclaban en las calles adoquinadas. Pedí un café y esperé, sintiendo una mezcla de nerviosismo y determinación.

 

Léa llegó puntual, su presencia innegable incluso en un café lleno de gente. Llevaba un abrigo de lana elegante y sus ojos azules brillaban con una mezcla de curiosidad y desdén. Se acercó a mi mesa con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

 

"Sofía," dijo, tomando asiento frente a mí. "Qué sorpresa esta invitación."

 

"Gracias por venir, Léa," respondí, esforzándome por mantener la calma. "Necesitaba hablar contigo."

 

Ella alzó una ceja, claramente intrigada. "¿Sobre qué, exactamente?"

 

"Sobre Julián," dije directamente. "Y sobre lo que está pasando entre nosotros tres. No podemos seguir así, con esta tensión constante. Quiero entender qué es lo que realmente quieres."

 

Léa se recostó en su silla, cruzando las piernas con elegancia. "Lo que quiero es simple. Julián y yo tenemos una historia, una conexión que no puedes borrar. Estoy aquí para recordarte que hay partes de él que siempre estarán ligadas a mí."

 

"Entiendo que ustedes tienen una historia," respondí, tratando de mantener mi voz firme. "Pero eso no significa que yo no tenga un lugar en su vida. Julián ha elegido estar conmigo, y estoy aquí para luchar por lo nuestro."

 

Léa me estudió por un momento, su expresión suavizándose ligeramente. "Admítelo, Sofía. Es difícil vivir a la sombra de alguien como yo. Pero te daré un consejo: si realmente quieres a Julián, tendrás que aprender a aceptar todo su pasado, incluso las partes que no te gustan."

 

"Estoy dispuesta a hacer eso," dije, mirándola a los ojos. "Pero necesito saber si estás aquí para apoyar esa decisión o para sabotearla."

Ella me miró, primero con sorpresa y luego con una diversión maliciosa. "Sofía, ¿realmente crees que puedes competir con nuestra historia?"

 

Sentí que sus palabras eran como una daga, pero no podía permitir que su arrogancia me afectara. Mantuve mi mirada firme en la suya, decidida a no dejarme intimidar. "No se trata de competir, Léa. Se trata de construir algo nuevo, algo diferente. Lo que tú y Julián tuvieron es parte de su pasado. Estoy aquí para ser parte de su presente y su futuro."

 

Léa se rió suavemente, su risa resonando como campanas frías. "Eres valiente, te concedo eso. Pero no puedes ignorar lo que fuimos. Julián y yo compartimos algo que no se desvanece con el tiempo. Cada vez que me ves con él, te recordaré que hay una parte de su vida en la que nunca podrás entrar."

 

"Es cierto, no puedo cambiar su pasado ni los recuerdos que compartieron," respondí, manteniendo la calma a pesar de la tormenta de emociones dentro de mí. "Pero el amor no se trata de borrar el pasado, sino de aceptarlo y seguir adelante. Julián me ha elegido, y yo lo he elegido a él. Eso es lo que importa."

 

Léa me estudió por un momento más, su diversión maliciosa desvaneciéndose ligeramente. "Veremos cuánto tiempo dura tu determinación, Sofía. París puede ser un escenario difícil, y las historias como la nuestra siempre tienen una forma de volver."

 

"Lo que importa es cómo enfrentamos esos desafíos," dije, sintiendo una ola de fuerza interna. "Y estoy lista para enfrentarlos, con o sin tu aprobación."

 

Ella se levantó, alisando su abrigo con elegancia. "Te deseo suerte, Sofía. La vas a necesitar." Con eso, se giró y se alejó, su figura desapareciendo entre la multitud del café.

 

Me quedé sentada por un momento, procesando lo que acababa de ocurrir. Aunque las palabras de Léa habían sido duras, también habían reafirmado mi determinación. No se trataba de competir con su historia, sino de crear la mía propia con Julián.




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