Corazones perdidos en Paris

Capítulo 12: Amor en el Foco de Atención

Los días que siguieron se transformaron en un torbellino de ensayos, entrevistas y febriles preparativos para la película. Los estudios vibraban con una energía palpable, como si las paredes mismas respiraran la anticipación del gran estreno. La prensa, siempre ávida de drama y pasión, se sentía cautivada por la intrigante narrativa de Julian y Léa, dos antiguos amantes, que volvía a cobrar vida en la pantalla grande.

 

Los titulares sensacionalistas y los rumores se esparcían como pólvora, decorando las portadas de revistas y periódicos con fotografías de la pareja. Las especulaciones sobre si la chispa entre ellos aún ardía encendían las conversaciones en cafés y salones de belleza, mientras los fanáticos debatían fervorosamente el destino de su relación tanto dentro como fuera de la pantalla. Las miradas furtivas y las sonrisas compartidas entre Julian y Léa durante los ensayos solo alimentaban el fuego de la curiosidad pública, convirtiendo cada uno de sus gestos en un espectáculo digno de admiración y escrutinio.

En una de las entrevistas, un periodista osado se atrevió a preguntar directamente: "¿Cómo es trabajar con Léa de nuevo, después de todo lo que ocurrió entre ustedes?"

 

Julian, siempre el caballero impecable, respondió con su característica elegancia. "Trabajar con Léa es una delicia. Somos profesionales y estamos aquí por nuestro amor al cine. Nuestro pasado es eso, pasado."

 

Pero Léa no lo dejó así. Con una sonrisa juguetona que iluminó la sala, agregó: "Pero hay que admitir que nuestra historia juntos añade un poco de chispa a la pantalla, ¿verdad?"

 

Los flashes de las cámaras estallaron en un frenesí de luces cegadoras mientras yo observaba desde el fondo de la sala, sintiendo un pinchazo de celos en el corazón. La mirada de complicidad entre Julian y Léa, el eco de su risa conjunta, todo se mezclaba en mi mente en una maraña de emociones confusas.

 

Esa noche, Julian y yo tuvimos una larga conversación en la terraza de nuestro hotel, con las luces de París brillando a lo lejos como una constelación de sueños. La brisa nocturna acariciaba suavemente nuestras pieles, y el aroma de la ciudad flotaba en el aire, una mezcla de romance y melancolía. Hablamos de todo y de nada, intentando desentrañar las emociones que esa entrevista había despertado en nosotros. Sus ojos, reflejando las luces de la ciudad, me buscaron con sinceridad, y en ese momento, supe que nuestro vínculo, aunque probado, era más fuerte que cualquier fantasma del pasado.

"Sofía," comenzó Julian, con un tono suave y apaciguador, "sé que esta situación no es fácil para ti. Pero quiero que sepas que no hay nada entre Léa y yo. Ella es el pasado, y tú eres mi presente y mi futuro."

 

Le tomé la mano, sintiendo la calidez y la firmeza de su agarre. "Julian, confío en ti. Pero también sé que Léa es persistente. No puedo evitar sentirme amenazada." Mi voz tembló ligeramente, revelando la vulnerabilidad que trataba de ocultar.

 

Él me rodeó con sus brazos, atrayéndome hacia su pecho con una ternura que solo él sabía ofrecer. Sentí su corazón latir contra mi oído, un ritmo constante y tranquilizador. "Prometo proteger lo que tenemos. No permitiré que nada ni nadie nos separe."

 

Las luces de París se reflejaban en sus ojos, llenándolos de un brillo cálido y decidido. En su abrazo, encontré un refugio contra las dudas que me acosaban. La noche se envolvía a nuestro alrededor con una serenidad que contradecía la tormenta de emociones que había traído el día.

Sin embargo, a pesar de sus palabras tranquilizadoras, ambos sabíamos que el rodaje de la película sería una verdadera prueba para nuestra relación. Las escenas románticas entre Julian y Léa eran intensas, llenas de una química innegable, y cada vez que se miraban en la pantalla, era imposible no ver la historia que compartían, esa mezcla de amor y tragedia que aún resonaba entre ellos.

 

Un día, mientras visitaba el set, presencié una de esas escenas. El ambiente estaba cargado de una tensión casi palpable, con el equipo en silencio expectante. Léa, con lágrimas genuinas en los ojos, se acercó a Julian, su rostro una máscara de dolor y vulnerabilidad. Le susurró algo que no pude escuchar, pero lo que sí vi fue la sorpresa y el dolor reflejados en los ojos de Julian, una emoción cruda y desnuda que me atravesó como una daga.

 

Mi corazón se apretó en mi pecho, y el aire pareció volverse más pesado. La conexión entre ellos, forjada en un pasado lleno de intensas emociones, era evidente, y aunque Julian había prometido que nuestro presente y futuro eran lo más importante, ver esa chispa de complicidad y dolor compartido me hacía dudar.

"¿Qué te dijo?", pregunté, mi voz apenas un susurro cargado de emoción contenida.

 

Julian dudó por un momento, su mirada perdida en algún punto lejano, antes de responder. "Me dijo que a veces se pregunta qué habría pasado si hubiéramos luchado por nuestro amor. Pero también me recordó que ambos hemos seguido adelante."

 

Mi corazón se apretó con una punzada de dolor, pero supe que huir de la situación solo alimentaría más mis inseguridades.




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