A pesar de nuestra renovada promesa de amor, no tardamos en darnos cuenta de que dejar atrás el pasado no sería tan fácil. Los fantasmas de nuestras antiguas heridas seguían acechando, y pronto descubrimos que no éramos los únicos interesados en nuestra relación. Los rumores sobre Julian y Léa circulaban con fuerza, como una tormenta implacable que no cesaba, alimentados por fotografías tomadas de ellos hablando en el set o compartiendo un café en alguna terraza parisina. Las redes sociales se llenaron de teorías y especulaciones, y la presión sobre nuestra relación era palpable, omnipresente como un susurro en la oscuridad.
Cada mañana, al revisar mi teléfono, me encontraba con nuevas publicaciones, comentarios maliciosos y titulares sensacionalistas. "Julian y Léa: ¿Un amor renacido?" "¿Sofía en el olvido?" Cada palabra era una daga, cada imagen un recordatorio de que la batalla no solo se libraba en nuestros corazones, sino también en el ojo público. Julian intentaba tranquilizarme, asegurando que eran solo rumores infundados, pero la sombra de la duda se cernía sobre nosotros.
Una noche, después de otro día agotador en el set, me encontré mirando fijamente una de esas fotos: Julian y Léa, riendo juntos en una cafetería. Sentí una punzada de celos y desesperación. Cuando Julian llegó al departamento, el peso de mis emociones estalló. "Julian, ¿cómo se supone que podemos avanzar si el mundo insiste en recordarnos el pasado?"
Él suspiró, sus hombros hundiéndose bajo el peso de la culpa y la frustración. "Sofía, te prometí que te elegiría a ti, y eso no ha cambiado. Léa y yo tenemos una historia, sí, pero no significa que quiera revivirla. Los rumores son solo eso: rumores."
"Pero no son solo rumores para mí," respondí, mi voz quebrándose. "Cada vez que veo una foto o leo un comentario, siento que el suelo se desmorona bajo mis pies. Necesito saber que podemos superar esto, que nuestro amor es más fuerte que cualquier chisme."
“¿Qué sucede?”, le pregunté, acercándome con cautela, sintiendo el peso de la incertidumbre en cada paso.
Julian giró hacia mí, y sus ojos, que usualmente brillaban con una chispa de determinación, ahora reflejaban una tristeza profunda, casi abrumadora. "Hoy Léa me confesó que aún me ama," comenzó, su voz temblando ligeramente. "Dijo que estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para tenerme de nuevo en su vida."
Las palabras se arremolinaron a mi alrededor, cada una cayendo como una piedra pesada en mi corazón. Sentí un nudo en la garganta, pero me mantuve firme, esperando que él continuara.
"Sofía, quiero ser completamente honesto contigo," prosiguió, y la sinceridad en su tono me perforó el alma. "Parte de mí todavía siente una conexión con ella, pero no es amor, es... nostalgia. Es difícil de explicar."
Me acerqué más, tomando su mano entre las mías. Su tacto era familiar, pero había una tensión nueva, una lucha interna que podía casi palpar. "Julian," dije suavemente, "la nostalgia puede ser poderosa, pero no es una base sólida para el amor. Lo que importa es lo que sientes ahora, en este momento, y hacia dónde quieres ir."
Julian suspiró, sus hombros cayendo un poco mientras procesaba mis palabras. "Lo sé, Sofía. Y lo que siento ahora, lo que quiero para mi futuro, eres tú. La nostalgia por Léa es solo eso, un reflejo de un tiempo pasado. No quiero vivir en el pasado. Quiero construir algo real contigo."
Julian cerró los ojos y soltó un suspiro profundo, como si estuviera liberando el peso de todas sus preocupaciones. "Sofía, te amo. Es a ti a quien elijo todos los días. Pero también tengo que enfrentar estos sentimientos y darles cierre. Necesito hacerlo por mí y por nosotros."
Sus palabras, aunque difíciles de escuchar, tenían una sinceridad que no podía ignorar. A pesar del miedo y la incertidumbre que se agitaban en mi interior, sabía que Julian tenía razón. Para avanzar, primero tenía que enfrentar y resolver sus sentimientos pasados.
Tomé una profunda respiración, tratando de mantener la calma. "Haz lo que necesites hacer," le dije con voz temblorosa, tratando de infundir en mis palabras la fortaleza que sentía flaquear. "Pero recuerda que las acciones tienen consecuencias."
Julian abrió los ojos y me miró con una mezcla de agradecimiento y determinación. "Lo sé, Sofía. No quiero hacerte daño. Solo quiero asegurarme de que cuando estemos juntos, no haya sombras del pasado interfiriendo en nuestro amor."
Sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas, pero las contuve. "Te esperaré, Julian. Pero también necesito que seas honesto conmigo, en cada paso de este proceso. No puedo soportar más secretos o incertidumbres."
Él asintió, tomando mis manos entre las suyas. "Prometo ser honesto. Y prometo que, cuando todo esto termine, estaré completamente presente para ti y para nuestra relación."
Sin embargo, los días siguientes estuvieron llenos de tensiones. Julian y Léa pasaron tiempo juntos, intentando resolver su historia, y cada vez que los veía juntos o escuchaba su nombre, una punzada de incertidumbre atravesaba mi corazón. Intentaba mantenerme ocupada, sumergiéndome en el trabajo y explorando París por mi cuenta, buscando distracción en las calles llenas de historia y encanto.
Una tarde, mientras paseaba por Montmartre, me dejé llevar por los adoquines y las coloridas fachadas de los edificios, esperando encontrar un poco de paz entre el bullicio de la ciudad. Al doblar una esquina, me encontré frente a un pequeño café. A través de la ventana, vi a Léa sentada sola, sumida en sus pensamientos, una figura solitaria en medio del ambiente acogedor del lugar.
Al verme, levantó la vista y me sonrió con tristeza, un gesto que revelaba tanto sufrimiento como comprensión. Me acerqué lentamente, sintiendo que las palabras no dichas flotaban en el aire entre nosotras. Léa me hizo un gesto para que me sentara frente a ella, y obedecí, aunque con el corazón acelerado.