Corazones perdidos en Paris

Capítulo 17: Conversaciones en Montmartre

Léa jugueteaba con la cucharilla de su café, y su mirada, normalmente tan llena de fuego y determinación, parecía vulnerable, como si se hubiera despojado de su habitual coraza. Durante unos minutos, el silencio reinó entre nosotras, roto solo por el murmullo de las conversaciones y el tintineo de las tazas en el café.

 

Finalmente, fue Léa quien rompió el silencio. “Sé que lo que voy a decir podría sonar insincero, pero lamento sinceramente el daño que he causado entre tú y Julian. No fue mi intención.”

 

Alcé una ceja con incredulidad, sintiendo una mezcla de desconfianza y cansancio. “¿Realmente esperas que crea eso, Léa?”

 

Ella suspiró, bajando la mirada a su café. “Entiendo tu escepticismo. La verdad es que, cuando volví a ver a Julian, todos esos viejos sentimientos volvieron a la superficie. No estaba pensando con claridad y dejé que mis emociones me controlaran. Pero no estoy aquí para justificarme. Estoy aquí para disculparme.”

 

Me crucé de brazos, tratando de mantener la compostura. “¿Y por qué debería creerte ahora?”

 

Léa levantó la vista, sus ojos reflejando una sinceridad que no había esperado. “Porque he visto lo que Julian siente por ti. Cuando pasamos tiempo juntos, fue claro que sus pensamientos siempre volvían a ti. Y me di cuenta de que, aunque tenemos una historia, su futuro está contigo. Necesitaba enfrentar mis propios sentimientos para dejarlo ir.”

 

Sentí un leve temblor en mis manos, pero me obligué a mantenerme firme. “Léa, no es fácil para mí escuchar esto. Julian y yo estamos tratando de construir algo sólido, y todo esto ha sido una prueba constante para nuestra relación.”

Ella suspiró profundamente, su mirada perdida en el café humeante frente a ella. “Te entiendo. Pero, ¿alguna vez has amado a alguien tanto que estás dispuesta a hacer cualquier cosa, incluso si eso significa lastimar a otros en el proceso?”

 

Pensé en mi relación con Julian, en las noches de insomnio y las conversaciones interminables, en cómo había luchado contra mis propios demonios y dudas para mantener viva nuestra conexión. Sentí una punzada en el corazón al recordar los momentos de incertidumbre y dolor, pero también los de amor y esperanza. “Sí, entiendo el sentimiento,” respondí suavemente, mis palabras cargadas de sinceridad. “Pero también he aprendido que el verdadero amor no es egoísta.”

 

Léa me miró, una chispa de reconocimiento brillando en sus ojos. “Sé que tienes razón. Mi amor por Julian... fue intenso, apasionado, pero también impulsivo y a veces destructivo. No quise ver más allá de mis propios deseos y, en el proceso, terminé lastimando a quienes me importaban.”

 

“Amar a alguien no significa poseerlo,” añadí, mis pensamientos resonando con las lecciones aprendidas. “Significa desear su felicidad, incluso si eso significa dejarlo ir.”

 

Léa asintió lentamente, sus ojos reflejando una comprensión dolorosa. “Tienes razón, y es una lección que he aprendido de la manera más difícil. Julian y yo tuvimos un amor intenso y pasional, pero también destructivo. Durante mucho tiempo, confundí ese caos con amor verdadero. Pero después de hablar con él en estos últimos días, me he dado cuenta de que lo que siento por Julian ya no es amor. Es más una obsesión, un deseo de revivir el pasado y corregir los errores.”

Bebí un sorbo de mi té, considerando sus palabras. “Entonces, ¿por qué toda esta actuación? ¿Por qué intentar recuperarlo?”

 

Léa miró hacia la ventana, donde la tarde parisina comenzaba a dar paso a la noche, las luces de la ciudad brillando suavemente en la penumbra. "Porque tenía miedo. Miedo de enfrentarme a la realidad, de admitir que había perdido a Julian para siempre. Y pensé que si podía tenerlo de nuevo, de alguna manera, todo estaría bien."

 

Sus palabras resonaron en el aire, llenas de una sinceridad desgarradora. Sentí una mezcla de empatía y frustración. "El miedo puede hacernos hacer cosas que normalmente no haríamos," dije suavemente. "Pero intentar recuperar algo perdido a través de la manipulación y el engaño solo causa más dolor."

 

Léa asintió lentamente, sus ojos llenos de arrepentimiento. "Lo sé ahora. Quería aferrarme a una ilusión, a la idea de que podía corregir los errores del pasado y recuperar lo que teníamos. Pero me doy cuenta de que ese no es el camino. Julian y yo ya no somos las mismas personas que éramos entonces."

 

Tomé un respiro profundo, sintiendo que estábamos llegando a una comprensión mutua. "Es un paso importante darte cuenta de eso, Léa. Aceptar que las cosas han cambiado y que todos merecemos la oportunidad de encontrar nuestra propia felicidad."

 

Léa sonrió tristemente. "Sí, tienes razón. No puedo seguir viviendo en el pasado. Quiero dejar ir estos sentimientos obsesivos y encontrar una nueva dirección para mi vida. Julian te ama, y yo debo respetar eso."

 

Sentí una oleada de alivio, sabiendo que esta conversación era un cierre necesario. "Aprecio tu honestidad, Léa. Espero que encuentres la paz que buscas. Todos merecemos una oportunidad para sanar y seguir adelante."

 

Léa me miró con una mezcla de gratitud y resolución. "Gracias, Sofía. Espero que tú y Julian puedan construir algo hermoso juntos. Yo también encontraré mi propio camino."

 

Nos quedamos en silencio por un momento, las palabras flotando en el aire entre nosotras. Finalmente, me levanté y extendí una mano hacia ella. "Buena suerte, Léa. Te deseo lo mejor."

 

Léa tomó mi mano y la apretó suavemente, su sonrisa ahora más sincera. "Gracias, Sofía. Lo mismo para ti."

 

Salí del café con una sensación de alivio, como si una carga pesada se hubiera levantado de mis hombros. Mientras caminaba por las calles adoquinadas de Montmartre, supe que, aunque el camino por delante con Julian aún tendría sus desafíos, estábamos mejor preparados para enfrentarlos. La conversación con Léa había sido un paso crucial hacia la sanación y la paz, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que el futuro realmente era prometedor.




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