Corazones Tempestuosos

PRÓLOGO

Amor.

Cada vez que esa palabra llegaba a mi cabeza, el nombre de Ithiel surgía de inmediato como si mi corazón relacionara su nombre con esa palabra de cinco letras, pero ciertamente, nunca había entendido por qué.

Ithiel no era amor, Ithiel no era cariño.

Podría ser cualquier otra cosa, pero el amor ni el cariño estaban ligados a su personalidad, o eso era lo que me había demostrado en los últimos diez meses que llevábamos de relación. Y una parte de mí, esa que había caído rendida a sus pies, esa que se derretía cada vez que él me tocaba, estaba conforme con lo que me ofrecía. Sin embargo, había otra parte, la que alguna vez soñó con encontrar a un príncipe azul y tener una familia feliz, que anhelaba más, que no podía estar conforme con lo que él me daba. Y me dolía, pues yo siempre había procurado darle mi amor, ser fiel y dedicada a nuestra relación, pero él parecía no verlo.

Nunca podría entender cómo es que, de la noche a la mañana, cada anhelo, cada sueño, cada meta que tuve, se esfumaron y se volvieron polvo justo después de haberlo conocido. Y. lo que es peor, jamás podré comprender cómo es que caí en la red de sus encantos. Mis padres no me habían enseñado a recibir menos de lo que merecía; al contrario, siempre me habían dicho que exigiera más, que no me conformara con poco. Y cuando estuve con Josh, era como estar en un cuento de hadas, como un mundo mágico del que había deseado nunca librarme. Pero la graduación desmoronó ese cuento, y la despedida fue inevitable; cada uno debía tomar caminos diferentes, Fue, entonces, tras mi regreso a Madrid, cuando lo conocí a él.

Antes de que llegara él, creía conocer de primera mano la lujuria, la pasión, todos esos términos que se referían al sexo, pero ciertamente no sabía nada. Fue Ithiel quien me llevó a explorar cada uno de esos términos, quien me enseñó lo que era tener sexo de verdad y, con caricias y palabras sucias, consiguió mucho más de lo que alguna vez había conseguido Josh Gaviliard

Fue en ese instante que lo observé con los ojos llenos de lágrimas y la sábana tapando mis atributos desnudos. Cada noche era lo mismo. Cada vez que creía que cambiaría, me demostraba lo contrario y me hacía sentir sucia. Ithiel solo se quedaba en mi cama si lo hacíamos toda la noche, pero cuando no era así, cuando me sentía exhausta y rechazaba sus caricias después de dos rondas, él se preparaba para irse. Esa vez, lo había estado observando durante más de diez minutos. Estaba sentado sobre la cama, justo a mis pies, su espalda erguida y los musculos tensos. Juraría haberle visto soltar una lágrima, pero ¿por qué? No lo sabía.

Todo lo que sabía era que era hijo de un exmarqués y de una abogada de gran prestigio con raíces francesas, pero, más allá de eso, nada. Era como si hubiera estado saliendo con un tipo sin pasado, sin historia; alguien que no era nadie y, al mismo tiempo, lo era todo.

Porque eso sí, Ithiel Hale era el rey de las redes sociales, modelo de grandes revistas masculinas, embajador de algunas marcas y un deportista excepcional con un futuro prometedor. Pero al final de cuentas, eso no importaba; no cuando los reporteros podían inventar cualquier cosa sobre su vida, que tarde o temprano se sabría que eran simples difamaciones. Y lo último que quería, era acudir a revistas y blogs llenos de fanfarronerías falsas.

Quería conocerlo, quería saber quién había sido antes de mí, quién atormentaba sus pensamientos, y cada una de las cosas que lo hacían ser él: Ithiel Alexis Hale Fayolle.

Suspiré. Fuera como fuera, mi corazón y mi mente sabían que no iba a conocerlo bien. No, mientras él no quisiera mostrarme todo su mundo y quizás, por el momento, era mejor no presionarlo.

Y sabía que, si me acercaba en ese momento a él, volvería a suceder lo de siempre: Lo ahuyentaría, se irritaría y decidiría huir antes de siquiera decirme algo al respecto. Yo solo quería que se quedara, que durmiera a mi lado, aun sabiendo que no me amaba como yo a él. Por eso me contuve, me aferré a la sábana, sequé mis lágrimas en silencio y me acurruqué como pude.

Por más que lo quisiera, entendía que tal vez existían personas que no sabían cómo entregarse al amor ni cómo ser recíprocas con el prójimo, y talvez era mejor así. Quizás, a veces el amor debía sentirlo solo uno, aunque doliera, aunque fuese inaceptable, aunque no fuese justo, Pero tal vez, solo tal vez, esa era la única manera de hacer que las cosas funcionaran entre los dos.

Viéndolo, recordé la primera vez que lo miré. Lucía como todo aquello que era pecado, dañino y tóxico. Y aunque me empeñé en mirar hacia otro lado, terminé mirándolo a él como si fuera maravilloso y perfecto.

Pero lamentablemente estaba muy lejos de ser el príncipe de mi propio cuento de hadas.

31 DE AGOSTO DEL 2017

Alemania había sido como un sueño hecho realidad. ¿Por qué? ¡Fácil! Desde que tenía memoria, mamá y papá nunca me habían dejado salir del país estando sola; siempre debía tener su compañía, incluso aunque Bradley, mi “canguro”, estuviera todo el tiempo cuidando de mí. Ciertamente, nunca había entendido sus razones, y tenía la certeza de que nunca lograría extraer la verdad ni a mi padre ni a mi madre. Sin embargo, era algo que no me importaba y siempre dejaba pasar desapercibido.

Hace medio año, mis padres aceptaron que saliera del país para asistir a una de las academias de damas más prestigiosas de toda Europa, y me sentí como la chica más afortunada por poder ir de aquí para allá sin la necesidad de que mis padres estuvieran neuróticos. por mi seguridad.




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