Es curioso cómo la vida te obliga a adaptarte, a encontrar una forma de avanzar, incluso cuando el camino parece fragmentarse bajo tus pies. Desde que Blair se mudó a Boston, nuestras vidas han tomado rumbos diferentes, pero la distancia, aunque difícil, no ha logrado debilitarnos. A veces, cuando la extraño demasiado, me repito que esto es solo una fase, una prueba que debemos superar si queremos estar juntos. Ella aceptó el trabajo en NovaPetrol con entusiasmo, y aunque estoy orgulloso de lo que ha logrado, una parte de mí no puede evitar preguntarse si estar tan lejos pondrá a prueba lo que tenemos.
Blair siempre ha sido la clase de persona que toma decisiones rápidas y seguras, lo cual es una de las cosas que más admiro de ella. Así que, cuando le ofrecieron el puesto en Boston, no lo dudó. "Es la oportunidad de mi vida", me comentó una noche por teléfono, su voz estaba llena de emoción. "Sabes que no puedo rechazarlo".
Asentí, aunque ella no podía verme, y traté de hacer lo mismo con mi respuesta. "Lo entiendo", le contesté, tratando de que mi tono sonara tan seguro como el de ella. "Harás un trabajo increíble allá, lo sé."
Ella suspiró, y en ese pequeño sonido capté el cansancio, la carga de todas las decisiones que habíamos tomado juntos hasta ese momento. "Sabes que esto no va a cambiar lo que sentimos, ¿verdad? Puedo volar a Nueva York cuando necesitemos vernos. Y tú puedes venir aquí cuando lo desees."
"Lo sé", aseguré. "Pero no es lo mismo."
Ella se quedó en silencio por un momento. Sabía que entendía a lo que me refería. No era solo la distancia física, sino lo que implicaba. Con cada kilómetro entre nosotros, también venía el miedo, las inseguridades que no podía apartar fácilmente. No quería perderla, no de nuevo. No iba a permitir que alguien, sobre todo James, interfiriera esta vez.
Desde su boda, he hecho lo posible por mantenerme alejado de él. No es que James no fuera parte de mi vida; lo ha sido desde siempre, pero hay algo que cambió. No puedo verlo como antes, y prefiero que ni siquiera esté cerca de Blair. La última vez que la vi en Nueva York, me hizo un comentario que resonó más de lo que debería haberlo hecho.
—Parece que ya no vemos a James en ninguna parte —mencionó mientras caminábamos por Central Park. Sus dedos estaban entrelazados con los míos, y el sol de la tarde creaba un ambiente cálido que contradecía la incomodidad que sentí ante su observación.
—Está ocupado con su nueva vida —repliqué con rapidez, desviando la mirada hacia un punto indefinido en el horizonte.
Blair me observó en silencio, como si supiera que no le estaba contando toda la verdad. Y no lo hacía. No podía decirle que me estaba distanciando de él a propósito, que no quería ningún tipo de vínculo entre ellos. Esta vez, no iba a arriesgarme. No después de todo lo que había pasado.
Aún recuerdo las palabras de James el día de su boda. Nunca pude quitarme de la cabeza la intensidad de sus palabras. Sabía que, en el fondo, James no la había olvidado. Y eso me preocupaba, aunque nunca se lo admitiría a Blair.
Mientras tanto, he tratado de mantenerme enfocado en mi trabajo. Trabajar en el despacho de mi abuelo no es fácil. Estar a la altura del apellido Wentworth es una presión constante, y todos los días me esfuerzo por demostrar que soy capaz de llevar el legado familiar. A veces, siento que me estoy perdiendo en esa misión, que todo lo que hago es trabajar, buscando distraerme de lo que realmente me importa: Blair.
Una tarde, después de una larga jornada, decidí llamarla. Habían pasado semanas desde la última vez que hablamos realmente. Entre su nuevo trabajo en Boston y mi carga de trabajo en Nueva York, nuestras conversaciones se habían vuelto breves y casi mecánicas.
—¿Cómo te va en Boston? —pregunté, intentando sonar despreocupado mientras me desplomaba en el sofá de mi apartamento.
Su respuesta tardó un poco en llegar, y supe que algo la estaba inquietando.
—Está... bien, creo —respondió finalmente, con una pausa demasiado larga para lo que Blair solía considerar "bien".
—¿Estás segura? —inquirí, levantándome del sofá para caminar hacia la ventana. No me gustaba la forma en que su voz sonaba tan... apagada. No era ella.
—Es solo que... Boston es diferente. Me gusta el trabajo, pero no es Nueva York. No estoy... no estoy acostumbrada a esto aún —confesó, su voz mostrando una vulnerabilidad que raramente dejaba ver.
Mis dedos apretaron el borde del marco de la ventana mientras miraba las luces de la ciudad que parpadeaban a lo lejos.
—Oye, no tienes que hacerlo sola. Sabes que siempre puedo ir a verte si lo necesitas —ofrecí, sintiendo una mezcla de necesidad y culpa. Necesidad de estar a su lado, culpa por no haber estado más presente.
Ella soltó una pequeña risa, aunque algo vacilante.
—Lo sé. Pero no quiero que dejes tu vida solo por mí. Además, estaré bien, de verdad. Solo es... extraño al principio.
—No estoy dejando nada. Tú eres mi vida, Blair —afirmé, y las palabras salieron antes de que pudiera contenerlas. Fue una verdad que me golpeó en el pecho en ese mismo instante.
Blair guardó silencio por un momento, como si estuviera procesando lo que acababa de decir.
—Tú también eres mi vida, Elion. Pero tenemos que hacer que esto funcione, ¿sabes? La distancia no puede ganar. No la dejaremos.— Finalmente, murmuró.
Esas palabras me reconfortaron más de lo que hubiera admitido.
—No dejaremos que nada nos separe esta vez —afirmé, y lo creí. Pero, en lo más profundo, sabía que no iba a ser fácil. Blair estaba consiguiendo lo que siempre había soñado en el plano profesional, pero lo que más anhelaba ahora era mantenerla cerca. James era una amenaza, aunque no quisiera reconocerlo. Mantener a Blair lejos de él era una lucha silenciosa, una batalla que estaba dispuesto a librar en las sombras.
Ella suspiró. —Sé que lo haremos. Siempre lo hacemos.
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Editado: 09.01.2025