Mamá nos había llevado al mercado de pulgas para decorar nuestro cuarto, ya que recién nos habíamos mudado. Tenían muchas cosas bonitas y antiguas, pero fue algo en especial que me llamó la atención: Una caja de música decorada con una bailarina encima, con su tutú color celeste y su cabello castaño recogido en una coleta. Cada vez que le dabas cuerda la bailarina giraba, ¡como si bailara de verdad! Era muy linda y se parecía bastante a mí, así que la tomé y le suplique a mamá hasta que me la compró.
Llegué a casa contenta. Coloqué la cajita en mi buró junto a mi lámpara de noche. La caja musical le daba un toque de color a todo el cuarto lúgubre. Me acosté cansada. Agarre la caja y le di cuerda para dormir, la melodía comenzó a sonar cayendo enseguida en un sueño.
Una opresión en el pecho hizo que inmediatamente abriera los ojos. En la pared de enfrente se veía la sombra de la bailarina. A lo lejos la melodía sonaba. Intenté levantarme pero mi cuerpo no respondió, era como si tuviera cadenas atadas alrededor mío. Preste de nuevo atención a la pared frente a mí al sentir que alguien me miraba. La sombra parecía estar más grande. La música incremento de volumen, o más bien se acercaba. Respire profundo para intentar calmarme. Abrí mi boca pero ningún sonido salió de ella. ¿Qué estaba pasando?
La sombra de la bailarina comenzó a girar mientras iba creciendo cada vez más. Su cabeza quedó estática —como si me mirara—, mientras todo su cuerpo seguía girando. Una mano huesuda sujeto mi tobillo. Grite y grite internamente ya que mis labios no se movían. La sombra desapareció. Debajo de mi cama escuche un gruñido. Otra mano sujeto mi otro tobillo. Su pelo se asomó por la cama, su pelo grasoso y mal peinado. Un sonido fuerte y muy ruidoso hizo que despertara de la pesadilla. Me incorpore sudada y asustada, estaba temblando. Me toque los tobillos y note que mi piel se encontraba irritada solo en esa zona. Mire la caja de música, la bailarina se hallaba estática. Mi alarma seguía sonando. La apague. Ignorando todo lo sucedido me aliste para ir a la escuela.
Terminando las clases, mi mamá me recogió, me dejó en la casa y enseguida se fue a trabajar. Deje mis cosas en el cuarto y fui al baño a lavarme la cara. La melodía de la caja de música volvió a sonar. Levante el rostro para ver el reflejó de la bailarina atrás de mí, dándole cuerda una y otra vez a su propia caja. Su piel pálida y muerta estaba manchada de lodo y su cabello era grasoso y despeinado. Me di la vuelta pero ya no estaba. Quizá deliraba, por no dormir. Me hallaba asustada y la pesadilla me había dejado con los nervios de punta.
Entré a mi cuarto y me acosté. La música volvió. Me levante pero todo comenzó a moverse (como si estuviera mareada). ¿Dónde estaba? Mis parpados pesaron, di un paso pero no sentí el suelo. Caí, o eso creía, mi espalda toco algo acolchonado y pronto me quedé dormida.
Desperté y de nuevo me era imposible mover mi cuerpo. La caja de música se encontraba por mis pies. La bailarina comenzó a girar, sus pómulos se levantaron en una amplia sonrisa. Comenzó a girar más rápido. Una mano salió de debajo de mi cama alcanzando a agarrar mi brazo izquierdo. Intente forcejear sin éxito, mi cuerpo seguía sin responder. Mi respiración aumento. ¿Qué hago? Mi pulso se aceleró. Otra mano salió del lado derecho, agarrando mi otro brazo. Un tercero salió de la caja de música para tocar mi pecho, en cuanto lo hizo, sentí una opresión. Me asfixiaba, abrí la boca en un intento inútil por respirar.
La bailarina me miró. Susurros inteligibles sonaron por todo el cuarto. Desde el rabillo de mi ojo pude ver a una anciana en camisón, dándole cuerda a la caja de música una y otra vez.
—¡Pará! —grite con todas mis fuerzas antes de despertar.
Me levante exaltada, sudando, casi al punto del llanto, con el corazón muy acelerado. No iba a poder soportar por mucho tiempo estás pesadillas. La bailarina, que reposaba sobre la caja de música, sonreía de lado a lado. La agarre y la tire a la basura justo cuando el camión paso, llevándoselo todo.
Entré aliviada a la casa. Me dirigí a mi cuarto, pero me detuve al ver que en medio de la puerta, estaba la caja de música, mientras que la pequeña bailarina giraba sobre si misma.
—¡¿Qué quieres?! —grité. Esto era una pesadilla.
Fui decidida y la pateé. No la quería ver más. Mi mamá llegó por todo el ruido.
—¿Que sucede cariño?
—La caja —Volteé para ver a mi mamá, pero se encontraba vestida de bailarina, con las cuencas vacías de sus ojos y una amplia sonrisa en su rostro. —¿Mamá?
—No, cariño —dijo—. Yo no soy tú mamá.
Grité y corrí afuera de la casa cuando me di cuenta que todos estaban sin ojos, con solo un oscuro agujero en su lugar y esa amplia sonrisa.
Escuche de fondo la melodía de la caja. <<No, no, no, ¿Qué estaba pasando? Esto debe ser una pesadilla>>. Y de la nada, giraba, estaba girando en mi misma, inmóvil como una estatua. Todo se veía bastante grande a mí alrededor, todo era borroso pero al parecer estaba en mi cuarto. ¿Qué pasaba?
—¡¿Estás lista?! —Era la voz de mamá.
—Claro —¿Era mi voz?
Me vi a mi misa acercarme, era grande. Ella sonrió, sus ojos parecían de porcelana. La música se detuvo y yo dejé de girar. Mi mamá entró al cuarto.
—Vamos, se hace tarde —dijo.