Era una noche como todas. Por la ventana, la luz de la luna penetraba directamente a mi cama. Algo que me gustaba bastante.
Como siempre traje mi cena al cuarto, comí y vi algunos vídeos antes de acostarme. Puse la alarma, apague la luz y cerré los ojos.
Estaba pensando en las cosas del colegio, cuando desde la ventana escuche un ligero toquido; como si alguien tocara la ventana con el dedo. Me levanté. Nada, evidentemente. La vista de la ventana solo seguía dando a la calle oscura. Mi imaginación, debe ser solo eso. Además me encontraba en el segundo piso. Quizá solo fue una pequeña piedra.
Volví a acostarme en la cama para dormir y de nuevo ahí estaba el ruido del toquido, pero está vez más constante. Sin moverme demasiado gire mi cabeza para intentar ver qué pasaba. Nada. Solo el faro de la calle tintineaba. Sugestión, solo eso. Cerré los ojos, esta vez con el pulso más acelerado. El toquido volvió, pero esta vez junto a un susurro ininteligible. Abrí de golpe los ojos y me gire. Nada. Prendí la luz, abrí la ventana y me asome. Nada. Volví a acostarme, pero esta vez no apague la luz.
Desperté por el ruido constante del toquido. No volteé e Intente dormir de nuevo. Los golpes se intensificaron, parecía que está vez iba a romper la ventana. Abrí los ojos y vi la sombra reflejada en mi pared. Una mujer, quizá, era obeso, muy obeso o por lo menos del torso, porque sus brazos eran delgados, casi a los huesos, tenía escaso pelo, o eso parecía.
—Dummy, dummy, viene por ti.
Su voz era rasposa. Tenía miedo de voltear, miedo de ver que podía estar ahí. Me arme de valor y me gire. Nada.
—Dummy, dummy, viene por ti —me susurró en el oído.
Di un brinco y grité. Nada, no había nadie. Mi pulso se aceleró, sentía que se me salía del corazón, me costaba respirar. Mire por la ventana, nada.
—¿Por qué gritaste? —escuche la voz de mi mamá desde la puerta.
Me volteé para verla.
¡No!, no era mi mamá. Era esa cosa, con escaso pelo, gordo, su piel color verde podrido y sus ojos negros. Traía puesto el delantal de mamá.
—¡Aléjate de mi!
—Dummy, dummy, viene por ti.
Le avente cosas para que se alejara, pero siguió caminando en mi dirección. Debía huir pero me tapaba la entrada. Esa cosa se acercó. Comencé a gritar para ver si alguien se despertaba.
—Dummy, dummy, viene por ti —dijo esta vez más lento.
—¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Ayuda!
La cosa me dejó atrapado entre mi ventana y él. Comencé a llorar. << ¿Qué hice mal? ¿Qué rayos está pasando? ¿Por qué yo?>>.
—Dummy, dummy, dummy.
Dio un paso hacia enfrente y con sus brazos me empujó. Perdí el equilibrio. Dejé de sentir el suelo. Estaba en el aire mirando la cara horrenda de esa cosa, y la noche, las estrellas, eso era hermoso, todo eso...
Fin.