Correr hacia ti

Capítulo 1. La vecina nueva.

 

La tarde estaba fresca, el sonido de las olas golpeando suavemente las rocas era melodía a  los oídos de Dereck McDowell, un joven de 22 años que estudiaba con gran empeño el tercer año de la carrera de derecho en la Universidad de Georwon en Washigton DC. Sus padres tenían una  propiedad cerca de la costa de Baltimore en Maryland, en un pequeño y hermoso pueblo llamado "Havre de Grace."
En auto se tomaba desde la Universidad hasta la casa en la playa dos horas aproximadamente. Tenían una acogedora y amplia casa con una gran vista al mar y una piscina a un costado. Los padres de Dereck manejaban su propio negocio y tenían buen desenvolvimiento económico, vivian en la ciudad de Boston, Massachusetts; pero al hijo obtener la beca en la facultad de derecho le entregaron total autoridad sobre la propiedad. Este se había convertido en el lugar preferido del joven, que cada vez que podía se escapaba de la facultad y cada fin de semana se quedaba allí, contemplando el impresionante ocaso, la hermosa obra de arte que se pintaba majestuosa y sin defecto con esos matices entre el naranja y el amarillo que cubrían todo el cielo y el mar. 
Los fines de semana se quedaban allí, alejados de todo el mundo, solo él y Emmett, un perro labrador de pocos años de edad que en su ausencia era cuidado por la señora que se encargaba de la casa en su ausencia. A poca distancia había otra casita, la de los Thompson. Estaba deshabitada, el río que recorría un largo camino desde las montañas y desembocaba en la playa pasaba muy cerca de la casa. A su lado se alzaban grandes palmeras que de vez en cuando dejaban caer jugosos cocos. El pueblo como tal se encontraba como a dos kilómetros junto a la otra orilla de la playa, y por eso todos disfrutaban de aquellas costas y tenía para él solo ese pedacito de mar, su mundo privado. 
Dereck estaba sentado en la orilla junto a su amigo canino, las olas casi podían rozar sus pies descalzos. Su teléfono celular comenzó a vibrar y al mirar el número sonrió con cierta picardía, era Halley; una de las chicas más lindas de la universidad que como él, estudiaba derecho y parecía querer resistirse a la belleza masculina. El joven tenía mala fama de rompe corazones y la chica tomaba sus precauciones antes de morder la apetitosa manzana. Luego de hablar un rato, la noche cayó sobre él como un gran manto. Las estrellas en el cielo estaban más parpadeantes que nunca, la brisa con un penetrante olor a salitre lo despeinaba constantemente hasta que llegó a sentir frío y decidió entrar a la casa. Era jueves, y por primera vez en mucho tiempo tenía libre el fin de semana completo. Junto a unos amigos había planeado una pequeña fiesta para despejar la mente de los libros y de toda aquella faena y relajarse. Al ponerse en pie por primera vez en mucho tiempo vio una lámpara encendida en la casa de los Thompson, cosa que lo sorprendió y llamó mucho su atención. Su teléfono volvió a vibrar, esta vez era Kevin, su mejor amigo. Se conocían desde niños y eran como verdaderos hermanos. Le informó que estaba en la puerta de su casa y que esperaba por él para poder entrar. El joven se adelantó al encuentro de su amigo y el canino saludó al joven alegremente. 
–Pensé que ya no venías—dijo dándole un fuerte apretón de manos. En toda la semana no habían tenido tiempo para charlar, los exámenes los habían tenido tan ocupados que sólo tenían tiempo para la materia de metodología jurídica y los libros de texto que hablaban de ella.
—Ni loco — afirmó el otro— me encanta tu casa y lo mejor que tiene es que el alquiler me sale gratis — soltó una risotada estruendosa dándole unas palmadas en la espalda y entró dejando caer sobre el cálido sofá color blanco su mochila; abrió el refrigerador y tomó una cerveza. —Parece que tus vecinos están en casa— expresó mientras se asomaba en el gran ventanal de cristal que tenía vista al mar, ambos jóvenes tenían los ojos puestos en la casa que compartía su pedazo de tierra, tal parecía que admiraban un gran descubrimiento.
A la salida del sol Dereck sacó a la playa al perro para a dar un paseo. El animal era muy inquieto y le daba fuerte jalones a la correa, se podía decir que era el perro quien lo llevaba a él, al fin le soltó y el canino daba carreras a largos tramos disfrutando de su libertad. Muy curioso de quién podría ser su nuevo vecino; cosa que casi no lo dejó ni dormir, solo esperaba que no fuese gente "insoportable". Se acercó un poco a la casa, caminó lento y medio agazapado para no ser descubierto pero todo estaba tranquilo como siempre y la luz estaba ya apagada. Sólo podía significar que se había levantado el inquilino de la hermosa vivienda. Era mucho más pequeña que la suya, tenía dos pisos y estaba construida completa de madera, tenía grandes ventanales con cortinas color rojo por dentro, era la casa perfecta para una pareja que quisiera veranear, la recordaba vagamente pues cuando era pequeño la visitó varias veces junto a su padre, que solía ser buen amigo de los Thompson, tenía un bonito balcón con madera calada en la baranda, muchas macetas con bellas flores color blanco y violeta. Una hamaca colorida colgaba de dos palmas al lado de la casa casi rozando el río, en un espacio abierto con un césped ya alto, una silla pegable color azul permanecía en el portal, incluso la recordaba pues el señor Thompson siempre se sentaba allí a leer.
Emmett sintió algo y dio una carrera río arriba preocupando a su dueño que intentó seguirle las pisadas. Al encontrarlo después de subir un peñasco algo empinado lleno de arbustos, lo encontró junto a una muchacha que lo acariciaba alegremente y tal parecía que no era la primera vez que lo hacía. 
—Hola —soltó la chica al descubrirlo mientras al mismo tiempo extendía su mano para saludarle. No tardó en apretar la mano femenina y en presentarse.
—Imagino que eres la que se está quedando en la casa de los Thompson?— inquirió el joven.
—Pues sí— afirmó la muchacha con una hermosa sonrisa en el rostro —soy la hija menor.
Dereck hizo un gesto de cómo que no la recordaba.
—Vivo aquí hace ya como cuatro meses— confirmó la chica atrayendo la atención nuevamente del joven y dejándolo aún mas sorprendido. 
— Es que vengo por lo general los sábados y los domingos y nunca había visto a nadie en la casa —respondió—¿Y cuál es tu nombre?
— Camila... Camila Thompson— contestó con una sonrisa encantadora que dejó algo perplejo al joven— no nos habíamos cruzado pues yo no estoy cuando tú vienes —explicó con entusiasmo— sólo conozco a la señora que trabaja en tu casa. Es un placer conocerte al fin —contestó la chica—¿Y a qué te dedicas?—preguntó.
— Estudio derecho. Su teléfono comenzó a sonar, era Kevin que lo trataba de localizar pues acababan de llegar los compañeros que faltaban para su pequeña "fiesta".
Se despidieron y Dereck fue hacia su casa casi arrastrando al perro pues quería quedarse con la chica. "Malagradecido" lo llamó mientras lo jalaba por la correa camino a su casa. Es que él no sabía que la señora que lo cuidaba en su ausencia lo dejaba libre sin ningun tipo de restricción y el canino pasaba mucho tiempo con Camila. La joven le había dado muy buena impresión, además de ser bonita era simpática. En verdad no recordaba que los Thompson tuvieran alguna hija mujer. Pero bueno... en fin, le agradó realmente su nueva vecina.
 




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